Por José Hermosa – BLes.com

Aunque la libertad de religión y de creencias está consagrada como un derecho humano inalienable, dadas sus bases de universalismo, libertad e igualdad, cada vez se restringe más su ejercicio.

Como derecho humano que es, la libertad de religión implica la necesidad y el deber de proteger la dignidad humana de sus seguidores, como corresponde con todos los derechos de esa categoría. 

No obstante, “… se producen violaciones de la libertad religiosa en casi un tercio de los países del mundo (62 de 196), muchos de ellos en las naciones más pobladas como China, India y Pakistán”, revela el Informe sobre la Libertad Religiosa en el Mundo 2021, de la organización AIN.  

La persecución a la libertad religiosa, bajo el régimen chino

La persecución contra los miembros de todas las creencias y religiones que aún subsisten en China, constituye una de las violaciones que más reclamaciones y protestas dirigen países y organizaciones internacionales al Partido Comunista de China (PCCh).   

Y esa campaña de persecución que forma parte de una política de estado es tan implacable, que no podía faltar una alusión directa a ella en el reciente 20º Congreso del Partido Comunista Chino. 

La intervención estuvo a cargo del Movimiento Patriótico de las Tres Autonomías, que es uno de los órganos oficiales de supervisión del régimen chino. También se le llama, paradójicamente, la Iglesia de las Tres Autonomías.

Este organismo del PCCh, presentó un informe sobre cómo se está “sinizando” (el proceso de “hacer Chino”) el cristianismo, según reportó Bitter Winter el 15 de octubre. 

Este proceso incluye “la labor de sinización de la arquitectura de las iglesias cristianas, que en la práctica significa destruir o reducir las cruces y otros rasgos cristianos específicos y hacer que los lugares de culto se parezcan más en su aspecto externo a las salas seculares y, en algunos casos, a los templos taoístas o budistas”. 

El informe explicó cómo se interfiere en las creencias originales de los credos intervenidos, a través de la ‘sinización’. Esta: “Significa hacer que la religión sea compatible con ‘la visión marxista de la religión’ y ‘la teoría religiosa socialista con características chinas’”.

Todo empeora cuando se recuerda que “el marxismo es una ideología atea”. Así, se coacciona a las religiones para que: “acepten que su papel en China es persuadir a los creyentes de que deben apoyar al PCCh, y entiendan que ‘no debe interferir en la vida social’ y mantenerse alejada de la educación de las generaciones más jóvenes”. 

Países que denuncian la persecución del PCCh a la libertad de cultos

Por otro lado, uno de los países que más insiste en la defensa de los derechos humanos, y en particular de la libertad religiosa y de conciencia, es Estados Unidos. 

En este sentido, la Comisión de Estados Unidos para la Libertad Religiosa Internacional (USCIRF, por su sigla en inglés), informa en su página web:

“Las condiciones de libertad religiosa en China siguen deteriorándose. El gobierno comunista chino ha creado un estado de vigilancia de alta tecnología, utilizando el reconocimiento facial y la inteligencia artificial para vigilar y acosar a cristianos, budistas tibetanos, Falun Gong y otras religiones”.

Y agrega algunas cifras: “Expertos independientes estiman que entre 900.000 y 1,8 millones de uigures, kazajos, kirguises y otros musulmanes han sido detenidos en más de 1.300 campos de concentración en Xinjiang”.

Más aún, entre otras medidas que buscan castigar la explotación de esos prisioneros, EE. UU. aprobó la Ley de Prevención del Trabajo Forzado Uigur, para controlar las importaciones originarias de Xinjiang, China, donde se denuncia la ubicación de la mayoría de esos campos de concentración del PCCh.

Los efectos de esta ley influyeron en la disminución de la demanda del algodón cultivado con mano de obra uigur esclavizada, y consecuentemente los precios cayeron más de un 20%, tan solo mes y medio después de entrada en vigor. 

Asimismo, las atrocidades a las que son sometidos los ciudadanos perseguidos por Beijing, son tan extremas que los delitos contra la minoría uigur en la región de Xinjiang, fueron reconocidos por EE. UU. como un genocidio sistémico y organizado para reducir la población musulmana. 

En este sentido, el entonces secretario de Estado, Mike Pompeo, fue quien anunció

“Después de un examen cuidadoso de los hechos disponibles, he determinado que la República Popular China, bajo la dirección y el control del PCCh, ha cometido un genocidio contra los uigures predominantemente musulmanes y otros grupos minoritarios étnicos y religiosos en Xinjiang”.

Posteriormente, varios países declararon también como genocidio estas violaciones a los derechos humanos, a la libertad de religión y creencias. Entre ellos están Reino Unido, Canadá y Holanda.

En este contexto, las atrocidades cometidas contra los miembros de la tradición espiritual milenaria de Falun Dafa o Falun Gong, también son denunciadas incansablemente. 

Así, la directora del Centro para la Libertad Religiosa del Instituto Hudson, Nina Shea, se refirió en su defensa, declarando: “Los responsables políticos estadounidenses deberían condenar claramente esta persecución contra Falun Dafa y declararla un genocidio”, a principio de este año. 

Shea también denunció los crímenes del PCCh contra los practicantes: “[El PCCh] ha elegido a los detenidos de Falun Dafa para la sustracción involuntaria de órganos, además de la internación masiva, la desaparición y la tortura”. Su persecución lleva ya más de 23 años. 

Y agregó: “Esto significa que las víctimas son asesinadas mientras o poco antes de que sus corazones, hígados, pulmones y riñones sean extirpados quirúrgicamente para ser vendidos, en lo que Beijing se jacta de ser el mayor mercado de trasplantes de órganos del mundo”. 

Por su parte, la organización Open Doors publica en su informe del 2022 sobre la persecución religiosa del régimen chino: “La vigilancia en China es una de las más opresivas y sofisticadas del mundo”.

Y agrega: “La asistencia a las iglesias está rigurosamente controlada, y muchas iglesias son cerradas y clausuradas, tanto si son independientes como si son afiliadas al Movimiento Patriótico de las Tres Autonomías. Sigue siendo ilegal que los menores de 18 años asistan a la iglesia”.

Asimismo, relata: “El gobierno chino ha arrestado, encarcelado o detenido sin acusaciones a 1.147 cristianos a causa de su fe, de un total de 4.277 casos ocurridos en todo el mundo”. Una tendencia similar se presentó para “los ataques y cierres forzados de iglesias”, “la gran mayoría de los cuales se registraron en China, seguida de Nigeria”.

Importancia de la libertad de religión y de creencias

Para algunos analistas, la llamada “sinización”, no es más que un manejo político, tal como lo expuso el autor Thomas Harvey, en el medio del Movimiento Lausana: 

“Para Xi, sin embargo, la “sinización” es profundamente política. Requiere que los líderes y las instituciones religiosos abracen de manera demostrable el socialismo de estado y el liderazgo del PCCh”.

Desde el punto de vista de Harvey, la persecución religiosa del PCCh no necesariamente está llamada a tener éxito. Justamente la tecnología utilizada para intensificarla da una opción a los creyentes para mantener sus creencias. 

Por eso escribe: “Dada su capacidad, y la de la sociedad civil, para adaptarse rápidamente, es dudoso que los intentos de asimilación del DTFU [Departamento de Trabajo del Frente Unido del Partido, supervisor de las religiones] hagan más que forzar la lealtad de labios para afuera, pero no de corazón, del pueblo chino”. 

Incluso, como cita ACN Internacional.org.  “El derecho a la libertad de religión o de creencias sigue siendo ciertamente ‘uno de los fundamentos de una sociedad democrática’, como nos recuerda el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. De hecho, es un bien precioso”.

La persecución sistemática de las religiones y cultos ancestrales ha deteriorado profundamente los valores de la civilización actual. En este sentido, el medio internacional Minghui.org hace notar parte de esos efectos, tras relatar una historia de la antigüedad, expresando

“A diferencia de Qiao, [el personaje de la historia] muchas personas en la China actual ya no creen en lo divino, ya que la ideología atea del Partido Comunista Chino (PCCh) les lavó el cerebro”. 

Y agrega: “Sin reverencia por lo divino, no entienden las relaciones kármicas que influyen en los resultados de la vida; es decir, el bien y el mal serán recompensados en consecuencia con más virtud que trae buena fortuna o más yeli (karma) que resulta en desgracias”.

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