Fuente: MDZ

“La primera víctima de la guerra es la verdad”, dice la famosa frase atribuida al senador estadounidense Hiram Johnson hace casi un siglo. El actual conflicto en Ucrania, no es la excepción.

Los titulares occidentales abarrotaron los portales en los últimos días: Kiev lanzó una contraofensiva exitosa que hizo retroceder al ejército ruso.

Al profundizar en la noticia, encontramos algunos “detalles”, tales como que Estados Unidos no solo aportó la inteligencia para alcanzar las nuevas posiciones, sino que, según The New York Times, comandos del Pentágono guiaron el avance de las tropas ucranianas en la zona.

Lo cierto y concreto, confirmado por el propio Kremlin, es que Ucrania logró avanzar en la región de Járkov, tomando ciudades importantes como Balakleya e Izium. Las tropas rusas, en tanto, fueron reagrupadas para reforzar las posiciones en dirección a la región de Donetsk.

Aquí se abren una serie de dudas que no son simples de aclarar. Pero lo intentaremos.

Sacando de lado la propaganda (tanto occidental como rusa), hay dos visiones casi diametralmente enfrentadas.

Vamos con la primera (la más “familiar” para nosotros). Se puede resumir así: Rusia ha sido sorprendida, Ucrania se ha fortalecido y ha fallado la “operación militar especial” de Putin.

La ofensiva más notoria es en el norte (Járkov): se calcula que se ha recuperado entre 3.000 y 5.000 km2.  En el sur, en la región de Jersón, Kiev tuvo un desempeño mucho más limitado: unos 500 km2.
En líneas generales, esta situación levanta la moral ucraniana y occidental. Se esperaría que esto permita al gobierno de Volodímir Zelenski recibir más fuerzas y más armas desde Occidente.

¿Podríamos estar ante un punto de inflexión en el conflicto, tras un largo período en el que el frente ucraniano parecía estancado o más bien en franco retroceso? Si esto fuera así, ¿podría esto tener implicancias, por ejemplo, en la política interna rusa?

Antes de responder a estas preguntas, revisemos la otra mirada de los acontecimientos.

Hay que tener en cuenta que la campaña no fue tan “inesperada” como se ha planteado en la prensa occidental porque, ciertamente, la acumulación de tropas ucranianas ya se venía ejecutando. Esto, obviamente, Moscú lo sabía.

Como dijimos anteriormente, Kiev venía sufriendo una serie de “golpes” y en la prensa occidental ya se venía revelando que gobiernos que apoyaban públicamente a Zelenski, puertas adentro, eran muy críticos hacia él.

“Hay una profunda desconfianza entre la Casa Blanca y el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, considerablemente mayor de la que se ha informado”, señalaba el 1 de agosto, Thomas L. Friedman, en The New York Times.

Es por eso que, de alguna manera, se esperaba que el presidente de Ucrania quisiera ir “a todo o nada” para intentar obtener alguna victoria en el campo de batalla y seguir recibiendo colaboración de los socios occidentales.

Ahora bien, se calcula que había entre 30 y 50 mil tropas ucranianas movilizadas. Teniendo en cuenta las presiones que sufría Kiev para mostrar resultados rápidos, según esta segunda visión, el Kremlin habría hecho retroceder a sus fuerzas y generar un espacio que tentó a los ucranianos a avanzar y buscar liberar toda esa zona.

Desde esta óptica, el resultado habría sido el esperado: las tropas ucranianas avanzaron -de forma un poco descontrolada- y casi no hubo resistencia rusa -cuyos miembros se retiraron de forma relativamente ordenada-.

Las proporciones de las fuerzas, según las fuentes militares rusas, eran de 8 a 1 a favor de Ucrania (cuando una ofensiva exitosa se considera de 3 a 1 o a lo sumo 5 a 1 -dependiendo las circunstancias-).

En números concretos, según el portavoz del Ministerio de Defensa ruso, Ígor Konashénkov, las pérdidas fueron de más de 4.000 muertos y más de 8.000 heridos para el lado ucraniano.

Entonces, ¿Ucrania dilapidó sus reservas militares para tener resultados cortoplacistas de corte más bien político (y no militar)?

Pero, por otro lado, ¿por qué había tan pocas tropas rusas en la zona?

Si todo fue una idea brillante de Putin, ¿por qué el líder checheno, Ramzán Kadírov, dijo que iba a discutir personalmente con los estrategas de defensa en Moscú la necesidad de enviar más tropas a la zona de conflicto?

Como vemos, ambas versiones tienen su lado razonable y sus puntos débiles. Sumemos otros elementos al análisis para abordar las respuestas a estas preguntas. Según cálculos variados, Rusia estaría utilizando un 5, 10 o a lo sumo 15 % de sus tropas.

Por el contrario, Ucrania ha utilizado toda su capacidad. Y no solo eso, sino que está agotando las propias reservas de la OTAN. Recordemos que ya en julio la Ministra de Defensa de Alemania, Christine Lambrecht, había declarado que la ayuda a Kiev estaba por agotarse: “La Bundeswehr ya no puede dar mucho (armas y material de guerra)”.

Teniendo en cuenta esto, ¿cómo hará Kiev para mantener sus líneas de suministro, tanto de municiones como de equipo militar, comida, agua y relevos adecuados, en toda esa zona de Járkov que ha quedado en manos ucranianas?

Para la posición pro-Kremlin, en efecto, todo esto va a ser insostenible para el ejército ucraniano y va a ser un desastre para Kiev.

En estos días, muchos analistas están circulando por la TV diciendo todo tipo de cosas. Sin embargo, generalmente los del ámbito militar se muestran mucho más precavidos y coinciden en observar. ¿Por qué? Porque en términos militares, no hay información suficiente para asegurar una cosa o la otra.

Otra dimensión a tener en cuenta es la económica. Rusia está obteniendo altos ingresos por la exportación de sus commodities. 

Muy por el contrario, luego de sumarse a las aproximadamente 11.300 sanciones de la Administración Biden, la Unión Europea ha experimentado una innumerable seguidilla de problemas que van agudizando la recesión, la inflación, la caída del salario y las restricciones energéticas.

Entonces, ¿Rusia tienen una ventaja en lo que es una guerra a largo plazo? ¿Putin no está interesado en terminar este conflicto lo antes posible?

La respuesta podría ser “sí”. Pero no todo es “color de rosas” para Putin. Porque puertas adentro, tiene que realizar un cada vez más fino equilibrio entre las fuerzas políticas internas.

El líder del Kremlin enfrenta al menos a dos posiciones fronteras adentro. Por un lado, el sector más bien “liberal” y prooccidental, que si bien ha perdido muchos espacios en función de la guerra, sigue insistiendo en el “alto el fuego” y el comienzo de las negociaciones de paz.

Por otro lado, otro sector, cada vez más pujante, le pide a Putin sacarse “los guantes de seda” y avanzar como en una guerra, con toda la crueldad, el sacrificio y el sufrimiento que ello conlleva.

De hecho, siguiendo esta última línea, se ha visto el primer ataque serio de Moscú a infraestructura ucraniana (en Kharkiv), que en dos horas y media dejó prácticamente sin electricidad a todo el este de Ucrania el pasado domingo.

Mientras tanto, la guerra sigue escalando. A esta altura, es evidente que se trata de un conflicto entre la OTAN y Rusia. Los grandes jugadores son Washington, Londres, Berlín, París y Moscú. Por ende, que esto finalice o se profundice (hasta consecuencias impredecibles), dependerá estrictamente de ellos.

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