Fuente: Vision Times en español

Silvina Batakis, la ministra de economía argentina que duró solo 3 semanas en su cargo, viajó a la Patagonia argentina para destrabar la demorada construcción de dos represas hidroeléctricas que serán financiadas por tres bancos chinos, según reportó el medio argentino Infobae.

En su último día de gestión, Batakis viajó a la ciudad austral de Río Gallegos -provincia de Santa Cruz- para firmar una enmienda que permitirá construir las dos centrales hidroeléctricas y firmó un nuevo contrato.

Este contrato, con sus nuevas enmiendas, pasó de 4.700 millones de dólares a un poco más de 5.000 millones de dólares. Esos 300 millones de dólares se utilizarían para evitar que los posibles deslizamientos de tierra afecten la obra de la represa, como ya ha sucedido anteriormente.

De esta manera, el gobierno argentino consolidó una deuda con el régimen comunista chino por al menos 5.000 millones de dólares.

“Hoy, recibí a la ministra de Economía de la Nación,@sbatakis, para avanzar en el contrato central que permitirá finalizar las obras de las Represas Patagonia. Gracias al gobierno nacional y a todas las partes involucradas que están aportando sus esfuerzos para apoyar este proyecto tan importante para la provincia”, tuiteó la gobernadora de la provincia de Santa Cruz, Alicia Kirchner, quien además es cuñada de Cristina Fernández de Kirchner, la actual vicepresidenta.

Argentina se asoció con China Development Bank, Industrial and Commercial Bank of China Limited y Bank of China Limited, entidades chinas que aportaron 4.714 millones de dólares a través de un contrato que se firmó en agosto de 2014 y se enmendó en enero de 2015.

Ese acuerdo se realizó bajo la presidencia de Cristina Fernández de Kirchner, quien decidió que las centrales se llamaran Néstor Kirchner y Jorge Cepernic.

Las obras civiles se están llevando a cabo por Hidrocuyo Sociedad Anónima y Electroingeniería -una compañía cercana a la familia Kirchner-, mientras que China Gezhouba Group Company Limited, aporta su propia tecnología hidroeléctrica. El consorcio se denomina Represas Patagonia.

En octubre de 2017, el entonces gobierno de Mauricio Macri, dispuso que las centrales regresaran a sus nombres originales -Cóndor Cliff y La Barrancosa. Asimismo, prometió a Xi Jinping que se iban a cumplir los contratos en tiempo y forma. Sin embargo, sucesivos deslizamientos de tierras y una crisis económica en 2018 retrasaron las obras.

De esta manera, Macri terminó su mandato sin avanzar demasiado con la obra y cuando asumió Alberto Fernández renovó su compromiso con China. Pero lo primero que hizo fue volver a los nombres de las represas que le había puesto Cristina: Néstor Kirchner y Jorge Cepernic. 

Impactos de las represas

Como la mayoría de los grandes proyectos de infraestructuras, el complejo hidroeléctrico estuvo sujeto a estudios de impacto ambiental durante su elaboración. Sin embargo, según numerosas organizaciones, estos carecen de detalles y están plagados de imprecisiones, por lo que presentaron una demanda en la Corte Suprema.

Del mismo modo, a lo largo del 2020, varias organizaciones ecologistas de Argentina escribieron cartas al Ministerio de Comercio de China y a otras autoridades del país para reiterar su disconformidad y preocupación por el avance de la megaobra. De acuerdo con la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN) — organización involucrada en el proceso judicial—, nunca recibieron una respuesta.

Según varios expertos y conservacionistas, la construcción del complejo hidroeléctrico en el sur de Argentina podría impactar fuertemente en los glaciares circundantes. Además podría alterar la trayectoria de algunos de los glaciares más grandes del mundo que se encuentran fuera de los polos e inundar humedales vitales.

Las represas se están construyendo en el río Santa Cruz -de 380 kilómetros de longitud-, el mayor curso de agua del sur de Argentina. El río nace en la cordillera de los Andes y atraviesa la provincia de Santa Cruz, antes de desembocar en el océano Atlántico. Asimismo llena dos lagos en su recorrido.

Son varias las voces que advierten sobre todo el desastre que pueden ocasionar ambas represas.

“Un proyecto cuyo objetivo principal es sostener el vínculo con China, mientras hipoteca nuestros bienes naturales, desoye las advertencias científicas y no respeta los derechos de las comunidades originarias, no puede seguir avanzando”, señalaron desde la organización FARN.

Trampas de deudas 

A través de la iniciativa La Franja y la Ruta (BRI), desde el año 2000, China se convirtió en el principal prestamista del mundo a países de medianos y bajos ingresos con miles de contratos firmados con sus empresas públicas. 

Según denuncian, en estos contratos abundan las cláusulas abusivas y exigencias de garantías preferenciales que amenazan la soberanía de los deudores, lo que denominan la “trampa de deuda”.

Uno de los casos más destacados de esta “trampa de deuda” es el caso del puerto de Hambantota -en Sri Lanka- financiado por capitales chinos. El estado de Sri Lanka nunca logró pagar, por lo que la deuda fue refinanciada por capitales chinos a tasas cada vez más altas, incrementando el monto de la deuda. Como resultado de cláusulas secretas, el PCCh (Partido Comunista chino) obligó a Sri Lanka a cederle a China por 99 años su control y el de las tierras costeras aledañas.

Desde hace años, el PCCh ha estado cortejando o comprando al gobierno de Argentina, país que -al igual que Brasil- tiene algo que quiere el PCCh: materias primas, recursos naturales, minerales, locaciones estratégicas etc. 

El lobby del PCCh siempre ha sido seducir con ofertas de ganancias personales. Seducidos por el poder y el dinero, los funcionarios locales le han dado al PCCh los derechos de construir, manejar y operar todas las inversiones chinas, mientras el país sigue endeudándose. Y no solo esto, sino que China se lleva casi libremente los recursos naturales que son patrimonio de todos los argentinos. 

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