Fuente: La Prensa

Las catastróficas irregularidades que dejó al descubierto la pandemia de covid no son nuevas, según el profesor y médico danés Peter Gøtzsche. Mentiras y censuras que buscan ocultar la investigación científica fraudulenta para justificar fármacos, la amistad de las agencias regulatorias con la industria farmacéutica, los peligros de la manipulación genética de organismos y la decadencia de las revistas científicas.

Si hay algo que ha caracterizado a la pandemia de covid es la estupidez y la mentira. Un peligroso binomio que monopolizó desde las agencias de salud y los ministerios, hasta las publicaciones científicas internacionales consideradas “de prestigio”, la comunidad médica, los medios de comunicación, las redes sociales y una buena parte de la sociedad. La censura se convirtió en una poderosa herramienta para silenciar verdades de todo tipo. La ética y la moral han brillado por su ausencia en la que se ha convertido en una catástrofe sin precedentes. Así lo pone en evidencia el profesor Peter C. Gøtzsche en su reciente libro “El virus chino: mató a millones y a la libertad científica”.

Para este profesor danés de Diseño y Análisis de Investigación Clínica en la Universidad de Copenhague, el covid-19 es una tragedia peor que la de Hiroshima y Nagasaki, que podría haberse evitado. Gøtzsche, quien además es biólogo, médico especialista en medicina interna y ha trabajado en ensayos clínicos y asuntos regulatorios en la industria farmacéutica, desentraña en su libro las distintas aristas del crimen organizado no solo a nivel estatal en China, donde se originó el virus, sino también dentro de la industria de los medicamentos. Detalla cómo la investigación científica fraudulenta se ha utilizado para justificar fármacos, vacunas y hasta métodos de cribado del cáncer como las mamografías. “Salvar vidas y senos son los dos principales argumentos para el cribado y ambos son totalmente falsos”, remarca el académico, quien se ha dedicado a investigar sobre este tema desde 1999 y ha publicado una revisión sistemática de los ensayos de cribado en la revista Lancet, en la que se concluía que el cribado del cáncer de mama con mamografía no estaba justificado.

En materia de covid, Gøtzsche señala que China es responsable de 6 millones de muertes hasta ahora y que Estados Unidos es cómplice. “Independientemente de lo que se piense sobre el origen del SARS-CoV-2, es obvio que si el Instituto de Virología de Wuhan no hubiera llevado a cabo investigaciones de ‘ganancia de función’ y, por tanto, no hubiera recogido más de mil muestras de coronavirus de las cuevas de los murciélagos y hubiera experimentado con ellas, no habría habido una pandemia”, enfatiza.

“Es muy sencillo, realmente, pero también totalmente absurdo lo que ocurrió. La verdad ha sido ofuscada y mentida por las dos personas que más en conflicto están: Peter Daszak de Estados Estados Unidos y Shi Zhengli de Wuhan. El principal asesor presidencial de Estados Unidos, Anthony Fauci, y el director de los NIH, Francis Collins, también mintieron descaradamente. Y los medios de comunicación y nuestras más prestigiosas revistas científicas propagaron de buen grado las mentiras, censuraron a la gente para que no pudiera presentar la verdad, e incluso elogiaron descaradamente a los mentirosos por su trabajo en la prevención de pandemias a pesar de que habían creado una, la peor desde 1918”, añade este investigador, quien fundó en 2019 el Instituto para la Libertad Científica.

Al mismo tiempo hace hincapié en que las personas que pensaban lo contrario fueron censuradas, acosadas y ridiculizadas, sobre todo en las redes sociales y medios de comunicación, pero también en publicaciones académicas, y algunos fueron despedidos sólo por hacer preguntas. “A lo largo de mis 35 años de carrera como científico, he visto mucho trabajo mal hecho, pero nunca imaginé que pudieran llegar a tales niveles de estupidez, primitivismo y mendacidad”, lamenta.

En opinión de Gøtzsche, las investigaciones sobre la ‘ganancia de función’ nunca deberían haberse financiado y nunca deberían haberse realizado. En ese sentido, considera que la Organización Mundial de la Salud y las Naciones Unidas deben hacer un llamamiento para detener definitivamente este peligroso tipo de investigación.

Cabe aclarar, que la investigación sobre la ganancia de función consiste en manipular genéticamente un organismo para otorgarle una nueva propiedad (o función) o mejorar una existente. Para el catedrático danés, “la ganancia de función es un eufemismo para lo que en realidad es una investigación de ganancia de letalidad”, por lo que sostiene que todos los gobiernos deberían declarar ilegal la investigación de ganancia de función, con penas severas por infringir la ley. “Al igual que la posibilidad de una guerra nuclear, esta investigación es una amenaza demasiado grande para la humanidad y debe detenerse. Lo sugerí en 2021 en mi libro sobre vacunas, en mi página web, y en una revista médica, pero todavía no he visto ninguna propuesta de este tipo por parte de la OMS u otras autoridades”, alerta. ¿Por qué no? ¿Por qué las autoridades son tan lentas en reaccionar ante los peligros y por qué son tan reservadas a menudo, lo cual no responde al interés público?, pregunta luego, para enseguida responder: “Nada lo ilustra mejor que nuestras agencias de medicamentos, que es un sistema totalmente disfuncional”.

TERCERA CAUSA DE MUERTE

Con el objeto de dejar en evidencia lo mal que trabajan estas agencias, las compara con los controles que rigen para aviones y automóviles. “Tenemos muy buenos sistemas de control de aviones y automóviles, que nos protegen de que los aviones se caigan de repente y de los accidentes de tráfico causados por el mal funcionamiento de los automóviles. En cambio, el sistema que tenemos para investigar los medicamentos, y aprobarlos y utilizarlos, no funciona. Si lo hiciera, nuestros medicamentos no serían la tercera causa de muerte después de las enfermedades cardíacas y el cáncer. Así lo han demostrado varios estudios independientes en Europa (123) y Norteamérica (1234)”, enfatiza.

El investigador agrega que, trágicamente, la mayoría de los que murieron ni siquiera necesitaban los medicamentos que los mataron. “Los errores médicos, incluidos los que no están relacionados con los medicamentos, son también la tercera causa de muerte, incluso si sólo se cuentan las muertes de los pacientes en los hospitales, afirma, para luego añadir: “La mayoría de estas muertes son evitables. Por lo tanto, es una buena idea hacer algunos deberes antes de decidir si va a la farmacia o no, si su médico le ha dicho que necesita un determinado medicamento. Esto no es fácil, ya que mucha información en Internet no es fiable. Por eso he escrito un libro sobre cómo hacerlo”.

En la misma línea, Gøtzsche expresa que el principal problema de las agencias de medicamentos es que son demasiado “amigas” de la industria. “Aprueban demasiados medicamentos que no tienen un equilibrio razonable entre beneficios y daños, teniendo en cuenta cómo se utilizan en la práctica”, enfatiza. También menciona un dato que considera aterrador: una encuesta mostró que el 70% de los científicos de la FDA no confían en que los productos aprobados por la FDA sean seguros y que el 66% no confía en la supervisión de la seguridad de los medicamentos comercializados por la FDA.

El investigador menciona que, en este contexto, es comprensible que algunas personas duden de aplicarse todas las vacunas que se recomiendan, aunque aclara que, en general, las vacunas son tan beneficiosas que es una buena idea hacer lo que el médico diga.  “Pero no es un buen consejo vacunar a los niños contra el covid-19. También es un mal consejo dar dosis de refuerzo sin parar”, prosigue.  

Apunta que “algunas vacunas no deben utilizarse salvo en circunstancias especiales, y otras son tan controvertidas que muchos profesionales sanitarios no las utilizan para sí mismos, aunque estén oficialmente recomendadas, como por ejemplo, las vacunas contra la gripe”.

SECRETISMO

Gøtzsche agrega que las agencias de medicamentos no están interesadas en que el público vea lo que están haciendo o el material que la industria farmacéutica les ha enviado. “Un ejemplo notable de la falta de respeto por el interés público es muy reciente: en diciembre de 2021, la FDA pidió a un juez de un tribunal federal que le diera un plazo de 75 años para publicar todos los datos sobre los que se basó para conceder la licencia de la vacuna covid-19 de Pfizer. La FDA alegó que sólo podría producir 500 páginas al mes, lo que llevaría la fecha final para la publicación de los documentos a 2096, cuando prácticamente todos nosotros estaríamos muertos”, relata, para luego añadir: “El juez falló a favor del demandante y ordenó a la FDA que entregara los documentos a un ritmo de 55.000 páginas al mes, lo que supone un plazo aproximado de ocho meses”. De hecho, el viernes último se liberó un nuevo lote de estos documentos.

Aaron Siri, el abogado estadounidense que actuó en nombre del demandante y presentó la demanda en septiembre de 2021, dijo que era una gran victoria para la transparencia que permitía a los científicos independientes ofrecer soluciones y abordar los graves problemas del programa de vacunas, y que el secreto gubernamental es destructivo para la libertad y antitético para la apertura necesaria en una sociedad democrática.

Gøtzsche sostiene que la ciencia y la ética han sufrido enormemente durante la pandemia y continúa haciéndolo, en especial, a partir de los mandatos impuestos a la sociedad, incluidos los niños. En ese sentido, recuerda que la Declaración Universal sobre Bioética y Derechos Humanos de la UNESCO afirma que “toda intervención médica preventiva, diagnóstica y terapéutica sólo debe realizarse con el consentimiento previo, libre e informado de la persona interesada, basado en una información adecuada. El consentimiento debe ser, en su caso, expreso y puede ser retirado por la persona interesada en cualquier momento y por cualquier motivo, sin que ello suponga una desventaja o perjuicio”.

CIENCIA POR COMUNICADOS DE PRENSA

Por otra parte, critica la falta de solidez que presentan muchos de los artículos publicados por las otrora prestigiosas revistas científicas internacionales. Hace referencia concreta a un texto publicado online en la revista JAMA el 6 de enero de este año, al que considera completamente desprovisto de ética. “El artículo de JAMA era problemático en otros aspectos: los autores dicen que el remdesivir es eficaz contra el covid-19, pero no proporcionan ninguna referencia para esta afirmación. El remdesivir no es eficaz, sólo es terriblemente caro, unos 3.000 dólares por paciente para un curso de tratamiento típico”, contrasta.

Asimismo, hace hincapié en que el artículo de JAMA también es un ejemplo de “ciencia por comunicado de prensa”, ya que sus referencias no son a artículos científicos, sino a comunicados de prensa y otra información dudosa, por ejemplo, cuando promocionan el medicamento antiviral paxlovid de Pfizer, se refieren al comunicado de prensa de Pfizer.

“Los comunicados de prensa son notoriamente poco fiables y Pfizer incluso escribe: ‘La información contenida en este comunicado es al 5 de noviembre de 2021. Pfizer no asume ninguna obligación de actualizar las declaraciones a futuro contenidas en este comunicado como resultado de nueva información o eventos o desarrollos futuros’. Esto no es tranquilizador”, concluye Gøtzsche, quien recomienda la lectura de un artículo publicado este año en BMJ, que cataloga como el mejor sobre las consecuencias inintencionadas de la política implementada frente al covid

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