Fuente: Actualidad RT

La ciudad, del sur de Ucrania, ha sido escenario de batallas encarnizadas entre las fuerzas rusas y nacionalistas ucranianos.

Mariúpol es escenario de enfrentamientos muy intensos entre las fuerzas rusas, que luchan junto las milicias de Donbass, y el Ejército de Ucrania, que tiene al lado los batallones nacionalistas.

En la ciudad, el 90 % de las viviendas se han visto afectadas y decenas de miles de residentes han sido utilizados como escudo humano por las cercadas tropas ucranianas.

Con las fuerzas rusas apretando el cerco, los residentes locales consiguen salir de los sótanos de los edificios. Junto a ellos, también salen a la luz las historias sobre lo que pasó en la ciudad asediada.

“Ya no podíamos escondernos en el piso y corrimos al sótano. Nos escondimos en el sótano, y no tuvo ningún efecto el hecho de escondernos allí. Todo el edificio estaba temblando”, contó un residente local.

“Cerca de un jardín de infancia, donde había una tienda, ellos [los combatientes] colocaron morteros, cañones y dispararon contra un edificio. Anteayer, un tanque pasó por allí y disparó fuego directo a los edificios, ¡fuego directo!”, continuó.

Otra residente relató que los militares ucranianos no les ofrecían víveres ni la posibilidad de evacuar.

“No tenemos pan, ni agua, ni electricidad, ni calefacción, ni nada. Todos tosemos. Todo está mal. No recibimos ayuda de nadie desde hace un mes. Ni pan, ni agua. Para conseguir agua tenemos que correr bajo las balas”, afirmó la mujer.

Una ciudadana arriesgó su vida junto a 17 personas para escapar de los bombardeos.

“Fueron nuestros defensores los que nos bombardearon, el batallón ‘Azov’. Decidimos huir de allí porque nos dimos cuenta de que si pasábamos una noche más, simplemente moriríamos. Corrimos a través de la plaza hacia un refugio antibombas para, al menos, tomar un descanso después del bombardeo. Los tanques ucranianos circulaban y disparaban a los civiles, y los francotiradores también los atacaban”.

La mujer dijo haber pasado un mes en un refugio antibombas sin comida ni agua: “[Pedimos] agua, comida, teníamos niños pequeños… Y como respuesta recibimos proyectiles cerca de nuestro refugio”.

Otra habitante relató cómo intentó salir de la zona de guerra junto con su familia. “Empezamos a salir en un convoy de dos coches. Los dos primeros coches, el nuestro y otro, fueron tiroteados por francotiradores sin previo aviso, desde un hotel, alcanzando a mi hija tangencialmente. A mi madre le dispararon en las dos piernas, y a mi hijo menor también le dispararon en la pierna tangencialmente”, contó.

Otra mujer, de edad avanzada, señaló: “No hay medicinas. La gente está enterrada aquí, en el patio. Aquí tenemos gente enterrada, en el otro lado también”.

Tal vez, para alejarse de la devastación de alrededor, un hombre sentado en el patio lee serenamente un libro. “Mi escritor favorito, Valentín Pikul”, contesta cuando se le pregunta qué autor lee.

“10 días de vida así, ya estoy harto de todo. Estos disparos ya no me provocan ninguna reacción, créeme”, afirma cuando el corresponsal le dice: “Es usted un hombre de hierro”.

El pasado 24 de febrero, Rusia lanzó una operación militar especial para “desmilitarizar y desnazificar” Ucrania y poner fin a los acosos y al genocidio de la población de Donbass alentados por Kiev.

Mientras tanto, los países occidentales continúan suministrando a diario armas a Ucrania para que haga frente al operativo militar de Moscú.

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