Traducido de VisionTimes.com por TierraPura.org

Un informe de 650 páginas elaborado por el Instituto de Investigación Estratégica de la Escuela Militar de Francia ha advertido sobre la campaña masiva de Pekín para influir en el mundo. Titulado “Operaciones de influencia chinas, un momento Maquiavelo”, el informe fue redactado por Paul Cheron, especialista en China y experto en inteligencia, junto con el politólogo Jean-Baptiste Jeangene Vilmer.

En el informe se afirma que, durante mucho tiempo, Pekín ha tratado de limpiar su imagen y que ya no sea tan temido por la comunidad internacional. Pero recientemente ha comenzado a inclinarse hacia el otro lado. 

Las operaciones de influencia del régimen chino se han “endurecido considerablemente” en los últimos años, y sus métodos se parecen cada vez más a los “empleados por Moscú”. 

Citando el tratado político del siglo XVI “El Príncipe”, el informe dice que China cree hoy que es “más seguro ser temido que ser amado”.

Según un resumen del informe, las operaciones de influencia exterior de Pekín tienen dos objetivos. El primero es “seducir y subyugar” a los extranjeros exponiéndolos a una narrativa positiva del país. El segundo es infiltrar y coaccionar, con el objetivo final de obstruir cualquier acción contraria a los intereses del Partido Comunista Chino (PCCh). La coerción implica la “sanción sistemática” de cualquier estado, empresa, organización o individuo que sea una amenaza para el régimen comunista. 

Operaciones de influencia mundial de Pekín

El PCCh quiere controlar la diáspora china para que no se convierta en una amenaza para su poder. Para ello, Pekín lleva a cabo una campaña de represión transnacional que la ONG Freedom House califica de “la más sofisticada, exhaustiva y completa del mundo”.

Desde 2008, el régimen chino ha invertido 1.300 millones de euros (1.520 millones de dólares) para mejorar su imagen en todo el mundo. Los medios de comunicación chinos han creado una presencia internacional en múltiples idiomas en todas las plataformas de medios sociales, incluidas las que están bloqueadas en el continente como Twitter, YouTube, Facebook e Instagram.

“Están invirtiendo mucho dinero para amplificar artificialmente su audiencia online… El Partido-Estado también está interesado en el control de los contenedores, influyendo en cada paso de la cadena de suministro de información global, con la televisión, las plataformas digitales y los teléfonos inteligentes”, afirma el resumen.

Por un lado, Pekín busca influir en las organizaciones y normas internacionales. Para ello, el Estado chino también lleva a cabo operaciones de influencia clandestinas. Por otro lado, los funcionarios adoptan cada vez más una actitud de “guerrero lobo” que implica mostrar una mayor agresividad con respecto a la protección de los intereses del PCCh.

China utiliza su economía como palanca para alcanzar objetivos específicos. La coerción económica puede incluir embargos, restricciones a la inversión, sanciones comerciales, restricciones al acceso al mercado y cuotas de turismo. Pekín también está convirtiendo la censura en una política necesaria a la que adherirse para poder entrar en el mercado, algo que muchas empresas se ven presionadas a aceptar.

La influencia política pretende influir en los mecanismos de desarrollo de las políticas públicas. Según los informes, Pekín ha interferido en 10 votaciones en siete países. “Mantener relaciones directas con partidos y figuras políticas influyentes permite infiltrarse en las empresas objetivo, recabar apoyos oficiales y extraoficiales, y sortear cualquier bloqueo dentro del poder jugando con figuras políticas de la oposición o retiradas”, dice el resumen.

El PCCh apunta a las universidades extranjeras, generando dependencia financiera y obligándolas a adoptar políticas de autocensura. También vigila a los estudiantes y profesores chinos, al tiempo que presiona a las universidades para que modifiquen el contenido de los cursos. Además, el PCCh utiliza las universidades extranjeras como fuente de adquisición de tecnología y conocimientos, ya sea mediante el espionaje y el robo o a través de programas de investigación conjunta. Los Institutos Confucio actúan como otro brazo propagandístico del PCCh en las instituciones educativas del extranjero.

Pekín está estableciendo grupos de reflexión chinos en el extranjero, así como asociándose con grupos de reflexión locales que pueden actuar como “caja de resonancia” en el mercado local de ideas.

China ejerce una influencia considerable en Hollywood. En un intento de no disgustar al PCCh, muchos estudios cinematográficos estadounidenses practican la autocensura, que no sólo incluye el recorte y la modificación de escenas, sino también la asignación de un “papel correcto” a los personajes chinos. Al negar el acceso al vasto mercado chino, Pekín puede obligar a los artistas a modificar sus obras.

Pekín crea identidades falsas en Internet para difundir propaganda a través de las redes sociales mediante “comentaristas de Internet” pagados y trolls. Pekín paga por los contenidos propagandísticos que publican terceros. En las redes sociales, Pekín trata de promover el “modelo chino”, que implica la degradación de otros modelos.

Además de lo anterior, Pekín también utiliza los movimientos ciudadanos, las actividades separatistas, los influenciadores y los grupos pacifistas para ampliar sus operaciones de influencia en el extranjero.

En enero de este año, el ejército francés publicó un documento político en el que advertía que el país podría tener que competir militarmente con China.

“Tanto si se trata de Rusia como de China, el retorno de la competencia estratégica y militar se ha afirmado ahora… La República Popular China ha duplicado su presupuesto de defensa desde 2012, lo que la ha llevado a ser la segunda más alta del mundo, ha aumentado su arsenal nuclear y ha demostrado nuevas ambiciones en términos de proyección de poder”, decía el resumen del documento.

Ya en 2019, un informe de la UE sobre China había calificado a la nación asiática de “rival sistémico”. A principios de este año, el Informe de Seguridad de China de Japón advirtió que las actividades militares unilaterales de Pekín “pueden conducir a la interrupción del orden internacional.”

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