Traducido de HumansAreFree.com por TierraPura.org

La Fundación Bill y Melinda Gates financió un estudio que pretende registrar el historial de vacunación de un paciente mediante la inyección de un colorante [llamado luciferasa] bajo su piel.

El estudio fue publicado en Science Translational Medicine el 18 de diciembre de 2019.

Investigadores del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) encontraron una forma de registrar el historial de vacunación de un paciente. Se trataba de inyectar un tinte que contenía datos debajo de la piel al mismo tiempo que se administraba una vacuna.

En un comunicado de prensa de 2019 del MIT, los inversores sugirieron que el método de inyección era principalmente para ayudar a los países en desarrollo donde los registros médicos tradicionales son raros o no existen.

Como se indica en el comunicado de prensa, la gente va a ser, literalmente, inyectada con un pasaporte vacunal. La pandemia de Covid-19 puede haber revelado el verdadero propósito del tinte especializado, ya que la vacuna empieza a ser obligatoria en todo el mundo, y los países empiezan a implantar pasaportes de vacunas.

Antes de la pandemia de Covid, las campañas de vacunación en los países en vías de desarrollo se veían comprometidas a menudo, por la imposibilidad de almacenar los historiales médicos. Por tanto, es difícil determinar quién necesita una determinada vacuna.

Kevin McHugh, antiguo postdoctorado del MIT y coautor del estudio, dijo en su momento:

“En zonas donde las tarjetas de vacunación en papel suelen perderse o no existen, y las bases de datos electrónicas son inexistentes, esta tecnología podría permitir la detección rápida y anónima del historial de vacunación de los pacientes para garantizar que todos los niños sean vacunados”.

Los investigadores del MIT trataron de crear un método para registrar la información sobre las vacunas de forma que no se necesitara una base de datos centralizada u otra infraestructura.

A menudo, las vacunas, como las del sarampión, las paperas y la rubeola (SPR), requieren varias dosis espaciadas a intervalos determinados. Sin embargo, sin registros precisos y fiables, algunos niños pueden no recibir todas las dosis.

Ana Jaklenec, científica investigadora del MIT, dijo en el comunicado de prensa de 2019:

“Para estar protegido contra la mayoría de los patógenos, uno necesita múltiples vacunas. En algunas zonas del mundo en desarrollo, puede ser muy difícil hacerlo, ya que faltan datos sobre quién ha sido vacunado y si necesita vacunas adicionales o no.”

Para crear un registro de vacunación descentralizado, los investigadores desarrollaron un nuevo tipo de puntos cuánticos (nanocristales) a base de cobre que irradian una luz ligeramente subinfrarroja que puede ser leída por un determinado tipo de smartphone.

Los puntos miden unos cuatro nanómetros de diámetro y se alojan en diminutas esferas biocompatibles de 20 micras de longitud. El encapsulamiento permite que el tinte permanezca en su sitio bajo la piel después de la inyección.

Los investigadores diseñaron el tinte para administrarlo mediante un parche de microagujas en lugar de una jeringa y una aguja tradicionales. Los parches utilizados en este estudio se fabricaron con una mezcla de azúcar disoluble y un polímero llamado PVA, así como con el tinte de puntos cuánticos y la vacuna.

Cuando se aplican a la piel, las microagujas, de 1,5 milímetros de longitud, se disuelven parcialmente y liberan su carga útil en unos dos minutos.

Al cargar selectivamente las micropartículas en las microagujas, los parches generan un patrón en la piel que es invisible a simple vista, pero que puede ser captado y escaneado por un teléfono inteligente al que se le haya quitado el filtro infrarrojo.

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Los investigadores afirman que las pruebas realizadas en la piel de cadáveres demostraron que el tinte puede emitir luz hasta cinco años. El método también se probó en ratas, utilizando parches de microagujas que entregaban los puntos cuánticos junto con una vacuna contra la polio.

Los investigadores descubrieron que esas ratas generaron una respuesta inmunitaria similar a la de las ratas que recibieron una vacuna antipoliomielítica tradicional.

Dijo Jaklenec:

“Este estudio confirmó que la incorporación de la vacuna con el colorante en los parches de microagujas no afectaba a la eficacia de la vacuna ni a nuestra capacidad de detectar el colorante”.

En ese momento, los investigadores planeaban ampliar la cantidad de datos que podían codificarse en un único patrón, lo que les permitiría incluir información como la fecha de administración de la vacuna y el número de lote de la misma. Dijeron que los puntos cuánticos son seguros de usar de esta manera porque están encapsulados en un polímero biocompatible.

Mark Prasunitz, catedrático de Ingeniería Química y Biomolecular del Instituto Tecnológico de Georgia, que no participó en la investigación, declaró en su momento:

“El almacenamiento, el acceso y el control de las historias clínicas es un tema importante con muchos enfoques posibles. Este estudio presenta un enfoque novedoso en el que el historial médico es almacenado y controlado por el paciente dentro de su piel de forma mínimamente invasiva y elegante.”

Los inversores del estudio se enumeran al final del mismo y entre ellos se encuentran la Fundación Bill y Melinda Gates y la subvención (básica) del Instituto Nacional del Cáncer.

Teniendo en cuenta que estos estudios se llevaron a cabo años antes de la pandemia de Covid-19, antes de que se consideraran los pasaportes de las vacunas, cabe preguntarse si este era el plan desde el principio. Además, ¿cómo sabemos que esta tecnología no se ha aplicado ya?

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