Fuente: SOTT

Hoy nos gustaría publicar nada más una pequeña muestra de tales vivencias que nos ha enviado un lector y complementarla con algunos artículos de interés relacionados a las mismas.

Vivencia 1: Una prima mía de Valencia (de 54 años) falleció de un infarto durante el primer confinamiento en España (año 2.020). No me resultó de extrañar: yo mismo, deportista habitual, sobrellevaba en casa como buenamente podía mi ansiedad por no poder hacer ejercicio; ¿cómo no iba a afectarle al sistema cardiovascular tener que permanecer encerrada en casa tanto tiempo? A los pocos días nos dijeron que “parece haber sido coronavirus”. No supe más del tema, pero había oído que el coronavirus ese podía dejar trombos, así que me lo creí. Con el paso de los meses, múltiples dudas lógicas me surgieron que encajaban con la posibilidad de que el oficialismo estuviera inflando el número de muertos y afectados.

Vivencia 2: La hermana de un amigo contrajo en Noviembre 2.020 neumonía, y, por tener de por sí patologías respiratorias, la llevaron a Urgencias, donde le realizaron… ¡3 pruebas PCR de coronavirus! En las tres dio negativo, a pesar de lo cual, y para resquemor de mi amigo, la dejaron ingresada en la zona de aislamiento de enfermos de coronavirus. No llegó a contraer coronavirus, pero, con el paso de las semanas, el dato también me encajó con el inflado artificial/intencionado de casos detectados. Se está, ciertamente, volviendo un deporte de riesgo acudir a los (supuestos) profesionales de la salud. Ahora entiende uno a las agüelicas de antaño cuando no aceptaban ir al hospital salvo atadas y a rastras.

Vivencia 3: El compañero de piso de un cliente mío planeaba hacer un viaje a las Islas Canarias (creo que fue allá por diciembre 2.020) para ver a su madre. Al hacerse la prueba PCR necesaria, le comentó a la enfermera su preocupación por resultar positivo y no poder ver a su madre. La respuesta de la enfermera fue algo como “Pues tú no te preocupes, que te voy a poner aquí pocos ciclos de amplificación, y ya verás como no vas a dar positivo” . Un pitorreo, vamos.

En todas partes podemos escuchar ecos de estas historias que sorprenden por el hecho de que ya no provienen de fuentes anónimas o gente a la que no conocemos, sino de familiares, amigos y colegas que las comparten. Vemos casos de gente que fue diagnosticada con COVID a pesar de haber tenido pruebas negativas y pruebas que resultaron positivas en cosas como una papaya.

Todo esto debería al menos llevarnos a reflexionar sobre la veracidad de lo que se nos presenta y plantearnos algunas preguntas respecto a esta “pandemia” y, ya que estamos, su supuesta “cura”.

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