Traducido de National Review por TierraPura.org

Hasta ahora, un 71% más de personas han muerto en los hogares de ancianos de Nueva York que en todo el estado de Florida. Y esto aunque Florida no solo tiene una población más numerosa que Nueva York, sino también más personas mayores. 

Hasta este punto, la tasa de mortalidad de Nueva York ha sido diez veces mayor que la de Florida. Así que los liberales [de la izquierda] están ocupados inventando una narrativa que sostiene que los fallos de la respuesta estadounidense al coronavirus han sido culpa de los “nihilistas” de Trump en los estados republicanos.

La “imbecilidad tóxica” de los republicanos está haciendo que muera gente, escribió Max Boot. “Seguir a Trump, no la polarización, impulsa la desastrosa política estadounidense del coronavirus”, dijo Ezra Klein. Algunos expertos que promueven este mito, Paul Krugman en particular, han tenido incluso la temeridad de sugerir que el país busque el consejo del Estado de Nueva York.

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No sé lo que el mañana traerá, pero hoy está claro que la ciudad de Nueva York ha sido el principal propagador de la infección a nivel nacional, y que además fue incapaz de aplanar la curva de contagios y muertes.

Muertes por millón de habitantes:

Nueva Jersey: 1.709

Nueva York: 1.652

Connecticut: 1.212

Georgia: 264

Florida: 163

Texas: 86

Hay numerosos factores más allá de nuestro control que crearon esta realidad, tal vez el clima, o la densidad de población, o la naturaleza centralizada de la ciudad, o cualquier otro factor que los investigadores descubrirán algún día. Hay una razón por la que San Francisco registró menos de 50 muertes por coronavirus y la ciudad de Nueva York alrededor de 18.000, y probablemente no sea por la ideología de sus alcaldes. Por eso no hay manera de que una persona de mente abierta pueda llegar a la conclusión de que los Estados Republicanos tienen una responsabilidad especial en esta tragedia.

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Recordemos que los esfuerzos iniciales de cierre nacional tenían la intención de aplanar la curva para que los hospitales no se vieran abrumados con casos de COVID y no para cerrar la economía a perpetuidad (o hasta que un demócrata gane la Casa Blanca) para asegurar que nadie se enferme más. Aparte de la zona de Nueva York, que está dirigida por un gobernador que cometió quizás el error político más mortal de toda la crisis, este objetivo se ha logrado en gran medida. En los Estados Unidos, la tasa de mortalidad (la estadística que más importa) ha sido igual de baja, o hasta más baja que de la mayoría de las principales naciones europeas:

Muertes por millón de habitantes:

Bélgica: 854

REINO UNIDO: 658

España: 607

Italia: 575

Suecia: 524

Francia: 446

ESTADOS UNIDOS: 398

(Todos los países extranjeros arriba mencionados, por cierto, tienen alguna forma de sistema de salud pública socializada, y eso, así me lo aseguran constantemente los liberales, habría mitigado los efectos del coronavirus).

La mayoría de las naciones que se han desempeñado mejor que los Estados Unidos en este aspecto (excepto Alemania) son mucho más pequeñas, y tienen más facilidad para contener la propagación cerrando las fronteras; o son más autoritarias, con el tipo de poblaciones dóciles y gobiernos que algunos expertos estadounidenses parecen desear.

Siempre iba a haber un pico acompañante con más testeos y reaperturas, y los estados necesitan calibrar sus reacciones a medida que los hechos sobre el terreno cambien. Pero, para tomar prestada una frase, esto es principalmente una cuestión de ciencia. El burdo cuento partidista que seguimos escuchando sobre los estados republicanos, por otra parte, es poco más que una ficción.

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