Fuente: es.shenyun.org

Desde que escribí mi primer blog hace seis años, sobre los personajes barbudos que representé a mis 18 años, he regresado muchas veces más al escenario como hombres ancianos –espero que cada vez un poco más sabio.

En 2010 representé a Xiao He, el ministro fundador de la Dinastía Han. En 2011 fui el viejo abad que expulsó al monje borracho Lu Zhishen. En 2013 mi hija era arrebatada en un mercado por bandidos. En 2014 volé desde los Cielos para otorgar al niño maravilla Ne Zha la mágica Rueda Cósmica. El año pasado solamente, mis barbas fueron blancas, grises y doradas, mientras me transfiguraba desde un viejo daoísta a un viejo monje budista en el Rey Dragón del Mar.

Descubrí que hacer de viejo siempre es algo nuevo. Este año soy tres maestros daoístas diferentes, cada uno con su propia barba característica. Pero estoy convencido de que ningún otro personaje ha provocado tanta reverencia, ha tenido tanto peso sobre el escenario o ha caminado tan lentamente como el máximo anciano, el padre de todos los daoístas, el “Viejo Maestro” Lao-Tzu.

El anciano y el mito

Lao-Tzu también se escribe Lao-Tze, Lao-Tsu, y la forma más estandarizada actualmente: Laozi. ¿Pero por qué fue el máximo anciano? Primero, ni siquiera sabemos su edad. Según una leyenda, nació con pelo blanco después de estar 81 años en el vientre de su madre. Otros dicen que vivió más de 200 años.

No mucho más se sabe sobre la vida de Laozi, excepto que vivió entre los siglos VI y V a. C., que trabajó como bibliotecario en los archivos imperiales de la Dinastía Zhou, y que posiblemente se reunió con Confucio para conversar sobre filosofía. Más tarde escribió el Daodejing, la obra que dio origen al Daoísmo.

El Libro del Camino

Este libro escrito en prosa contiene la esencia de la sabiduría daoísta. También conocido como el Tao Te Ching (道德經, dào dé jīng), el título suele traducirse como El libro del camino de la virtud, y es uno de los libros más traducidos del mundo. En su obra maestra, Lao Zi expone –generalmente con paradojas poéticas– su visión sobre las leyes del universo, de la naturaleza y del hombre. De hecho, la palabra china para “moral” —dàodé— derivó de su título.

道可道,非常道。(dào kě dào, fēi cháng dào)

“El Dao es un Camino que puede seguirse, pero no es un Camino común”.

Primera línea del Libro del Camino de la Virtud

El anciano renace

Unos 2.500 años después de su época, Laozi inspiró una danza del espectáculo 2017 de Shen Yun: Otorgando el Dao. Y a mí me asignaron el rol del gran sabio.

¿Cómo te preparas para hacer justicia a un rol tan histórico, incluso tan sagrado? Me sumergí profundamente en su antigua obra, decodifiqué el texto original en chino (esa es la belleza del idioma –son las mismas palabras que utilizamos hoy), y exploré muchas traducciones al inglés. Al sumergirme en las palabras, pude comenzar a sumergirme en el personaje y descubrir todas las “líneas tácitas” que necesitaba para mi interpretación.

¿Qué son las “líneas tácitas”? Como el gran sabio dijo, “El que sabe, no habla. El que habla, no sabe”. Las líneas tácitas (潛台詞 qián tái cí) son como un subtexto. Son pistas mentales que ayudan al actor silencioso –el bailarín– para que pueda comunicarse con mayor claridad durante las partes narrativas, para exteriorizar mejor los sentimientos mediante la danza, y para hablar expresivamente con sus movimientos corporales. Las mini historias de danza de Shen Yun se tratan de combinar la actuación con la danza para contar una historia, y esto es posible gracias a la versatilidad y el vocabulario que caracterizan a la danza clásica china.

Bailar con líneas tácitas

Entonces, a medida que la historia de Laozi se desarrolla sobre el escenario en cada espectáculo, además de mis movimientos visibles, también estoy escuchando mi voz interior.

Al comienzo de la danza, necesito escribir simbólicamente 5.000 palabras en rollos de bambú, en el espacio de un compás de cuatro octavos. Sería un incómodo desperdicio de música y emociones si los rollos se vieran realmente blancos, así que prefiero visualizar que las palabras van apareciendo y simulo escribir las líneas: “El hombre sigue el Camino de la Tierra; la Tierra sigue el Camino del Cielo; el Cielo modela el Camino del Dao; el Dao modela el Camino de la naturaleza”.

Abro otro rollo de bambú, dudo y pienso, como me imagino que hizo Laozi en su tiempo, para hacer tangible lo intangible, y comienzo otra vez: “Misterio dentro del misterio; la puerta a todas las maravillas”. Apenas termino el manuscrito, el Cielo se abre lleno de júbilo, e inmortales descienden a la Tierra para celebrar. Luego me paro al fondo del escenario y, junto con el público, absorbo la elegante danza de las deidades, y me imagino que realmente estoy viendo el significado de las palabras Shen Yun –“la belleza de los seres divinos al danzar”.

Después de que las deidades regresan a sus moradas celestiales, de vuelta en mi biblioteca, aparece un funcionario sospechoso. Quiere los rollos. Mucho. Trata de seducir a Laozi con dinero y mujeres a cambio de los rollos, pero no sirve de nada. Es inevitable que “el que actúa con deseo, fallará. El que trata de poseer, perderá”, mientras que “una Gran Persona se concentra en lo trascendental, no en lo superficial. Descansa en el fruto y no en la flor”*.

Laozi se dirige hacia el Oeste, decidido a abandonar China. El funcionario y sus secuaces lo persiguen. Laozi, montado a su búfalo, y su asistente continúan viajando sin prisa.

En las puertas occidentales del Paso de Hangu, un valiente guardia espera por Laozi. Su nombre es Yin Xi (interpretado por el primer bailarín Rocky Liao) y, aunque todavía no lo sabe, está por convertirse en una figura muy importante.

Cuando Laozi se acerca, el guardia ve un suave brillo púrpura que anuncia la llegada del santo. Los lugareños lo reciben con una danza grupal y comienza una celebración en la Tierra, similar a la anterior de los Cielos.

En ese momento, aparecen el funcionario y sus secuaces, y ya no pierden el tiempo. Desenvainan sus espadas y arremeten directamente contra Laozi y su asistente, que lleva el texto sagrado. Yin Xi bloquea el camino para defenderlos y el funcionario le clava su espada. Finalmente, los soldados de Yin Xi persiguen al funcionario y a sus hombres, quienes definitivamente tendrán que pagar.

Laozi ve al valiente guardia Yin Xi inconsciente en el suelo, herido de muerte. Tomo mi calabacino daoísta y le arrojo unas pocas gotas de elixir para sanarlo.

Yin Xi revive y se sorprende al ver que está bien. Se arrodilla ante Laozi para demostrar su gratitud, y le suplica varias veces al sabio que sea su Maestro. “Cuando un estudiante superior escucha el Camino, se esfuerza por practicarlo diligentemente”.

El Maestro está satisfecho con su discípulo, y sabiendo que ha encontrado a alguien que realmente atesorará su obra, le confía los preciados rollos y se los entrega en sus manos.

Y así, Laozi completa su misión. Le deja su sabiduría al mundo y monta hacia el anochecer, para no volver a ser visto nunca jamás.

El Camino y la Fuerza

Con el tiempo, la influencia de Laozi también viajó hacia Occidente. Incluso llegó a una galaxia muy, muy lejana. Sí, George Lucas estudió el Daoísmo antes de crear Star Wars.

¿Alguna vez te preguntaste por qué los Jedi visten túnicas blancas, se entrenan en artes marciales y meditación, usan sables y poderes psíquicos para defenderse del lado oscuro, y el Maestro Yoda habla con una gramática tan confusa? Podría haber una relación…

Comparemos la descripción de la Fuerza, según dice Obi-Wan Kenobi:

“Es un campo de energía creado por todas las cosas vivas. Nos rodea y nos penetra. Une a la galaxia”.

Con la descripción del Dao, escrita por Laozi: 

“Hay algo que es perfecto en su desorden, que nació antes del Cielo y la Tierra. Está solo y no se altera. Gira eternamente sin cansarse. Se lo considera la Madre de todos los seres. No sé su nombre, excepto llamarlo el Dao”.

El Camino y el Transporte

Una de mis citas favoritas, aunque no es de Laozi, resume la idea del Dao, que se extiende a casi todos los aspectos de la cultura tradicional china. Es del I Ching, o el Libro de los Cambios“Eso que tiene forma metafísica es el Dao. Eso que es físico es solo el transporte”.

Al igual que el cuerpo humano lleva al espíritu, las varas de bambú llevan las palabras sabias de Laozi. Los movimientos llevan emociones, y la danza es una forma de arte que lleva una hermosa experiencia que trasciende la forma. El escenario lleva nuestro espectáculo, un espectáculo que busca revivir la profunda cultura de la cual Laozi fue parte, un espectáculo que lleva la esencia de la cultura tradicional china. Por lo tanto, mediante estos transportes esperamos entender el Camino.

Como sabio que era, probablemente él sabía. Quizás Laozi supo todo el tiempo que dos milenios y medio después de montar su búfalo hacia el Oeste, reaparecería en los escenarios de todo el mundo para transmitir su sabiduría, permitiéndole saber al mundo que el Camino está listo para ser recorrido nuevamente.

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