Por Agustina Sucri – La Prensa

La noción de pandemia de covid-19 se forjó en base a cifras de muertes y casos, que se contabilizaron a partir de la aplicación de una técnica “de diagnóstico” que no fue desarrollada por su creador -Kary Mullis- para tal fin: la rtPCR o ‘Reacción en Cadena de la Polimerasa’ en tiempo real. Ya han sido varios los que han alertado que esta situación que vivimos -en la que nuestras libertades se ven cada vez más amenazadas- en realidad se trata de una pandemia de tests de PCR y que este tipo de prueba es la base sobre la cual se asentó un engañoso castillo de naipes. A nivel local, la bioquímica microbióloga Mariana Salmerón fue una de las primeras que comenzó a advertir sobre este grave “error”, del que fue testigo directo mientras trabajaba en el departamento Bioquímico del Laboratorio de Salud Pública de Tucumán.

“No estaba de acuerdo con la forma en que se encaró desde el laboratorio la pandemia y cómo se interpretó y aplicó la técnica de PCR. Me hacía mal. Sentía que cada vez podía decir menos lo que quería decir. Estaba sola”, recordó Salmerón en una entrevista con La Prensa, en la que contó que esta realidad la llevó a presentar su renuncia en el lugar donde trabajaba desde 2015.

Tal como lo puso de manifiesto en un reciente artículo publicado en la Revista Argentina de Salud Pública, titulado “Sobrestimación de casos covid-19 sobre la base de los resultados de la RRT-PCR para la detección de Sars-CoV-2”, Salmerón detalla que la PCR presenta una serie de graves limitaciones al ser utilizada como único método para el diagnóstico de covid-19 como, por ejemplo, que casi tres cuartas partes de las personas que reciben un resultado positivo de PCR y no presentan síntomas en el momento del testeo, permanecerán asintomáticas, es decir que se son casos de falsos positivos.

“En personas con síntomas respiratorios inespecíficos, considerar que el hallazgo de una secuencia viral establece causalidad tampoco es correcto, dado que no se realiza una búsqueda sistemática con la misma técnica de todos los otros posibles patógenos que pueden presentar el mismo cuadro clínico”, agrega en el artículo, e insiste en que “no es lo mismo detectar genoma viral que diagnosticar una enfermedad”.

”La PCR puede ser excelente para detectar secuencias del virus, pero no para hacer diagnóstico de enfermedad por coronavirus 2019“, enfatiza Salmerón, quien concluye que puede haberse producido una sobrestimación de casos reales de enfermedad covid-19, principalmente en función de la utilización de la técnica en la población general, fuera del circuito clínico tradicional de vigilancia de virus respiratorios.

– ¿Cuándo empezó a sospechar que era incorrecto utilizar la técnica PCR para diagnosticar casos de covid-19?

– Desde 2015 yo trabajaba en el laboratorio de Salud Pública de Tucumán haciendo vigilancia epidemiológica, que son programas del gobierno por los cuales se vigilan virus, por ejemplo dentro de los arbovirus, dengue o zika, y dentro de los virus respiratorios se hacía vigilancia de influenza y otros como el sincitial respiratorio (VRS), adenovirus, rinovirus…Ya antes de la historia del coronavirus había cosas que me hacían ruido como vigilar con la técnica de PCR rinovirus, que es un virus de resfrío común. A partir de aplicar la técnica de PCR habían empezado a asociar el rinovirus en trabajos científicos con exacerbaciones en pacientes asmáticos o habían sumado al rinovirus como un agente posible, después del VRS, en las famosas bronquiolitis de los bebés. Entonces lo ponían en la lista de los virus que podían producir las bronquiolitis o al detectarlo por PCR lo asociaban con exacerbaciones de tipo asmáticas.

A mí lo que no me cerraba era que estaban sacando la muestra -mediante el hisopado nasofaríngeo- de un sitio anatómico que no es estéril y se le encontraba rinovirus porque le estábamos poniendo el reactivo para encontrar rinovirus pero hay un montón de otras cosas que están en la nasofaringe que no se estaban buscando. Me hacía ruido ese reduccionismo en el cual porque una persona estaba con una crisis asmática y yo le encontraba mediante PCR en una secreción que no es estéril una secuencia de un pedacito del genoma viral del rinovirus, se concluía que el rinovirus tendría algún efecto etiológico en ese brote asmático. Eso ya me resultaba problemático, porque es el concepto que después se ha manejado en lo que fue toda esta pandemia de coronavirus.

Encontrar un segmento de la secuencia del virus, sacado de una zona de nuestro cuerpo que no es estéril, se asociaba con enfermedad. Ahí está el principal error que se manejó desde el principio de la pandemia.

– Cuando usted vio que se usaba esta técnica para diagnosticar “casos” de covid ¿qué hizo?

– Ya venía planteando a mis colegas y mi grupo de trabajo esto que no me cerraba, aplicado a otro virus, pero con este mismo tipo de técnica. Al surgir lo del coronavirus, lo empecé a plantear pero nunca había sido zanjada la discusión previa y mucho menos pasó con esto, ya que había una gran presión y un discurso único bajado desde las autoridades, desde el Malbrán, a todos los laboratorios de vigilancia epidemiológica del país. Todos los laboratorios y los profesionales que trabajan siguen los lineamientos de pensamiento y de tratamiento de los datos que baja del Malbrán, a su vez bajado de las normativas de la OPS/OMS. Yo lo he planteado pero caía en saco roto por toda la presión. Había además una presión política por preparar el laboratorio y la cantidad de recursos económicos y recurso humano, que se capacitó vía exprés, como todo en esta pandemia-. La capacitación del personal para hacer una técnica muy delicada fue exprés, al igual que las aprobaciones de los kits de diagnóstico -que empezaron a circular un montón y de diversos tipos, con escasos lineamientos claros de validación-.

Me ponía los pelos de punta ver que la PCR siempre la hemos hecho dentro de un marco muy cuidado porque es una técnica muy sensible que para poder detectar la secuencia genética, se hace una ampliación exponencial. Esto fue lo que creó el genial Kary Mullis, que justo falleció en 2019: crear a partir de una secuencia muchas copias de manera que se puedan detectar. Pero si no manipulo las muestras de manera correcta, puedo contaminar las otras que están al lado y así darán un resultado positivo al someterlas a la PCR.

Tradicionalmente, el procesamiento que hacíamos era de pocas muestras, salvo en algunos casos de brotes… pero nunca se procesó la cantidad de muestras que se procesaron (alrededor de 1.000 por día) en nuestro laboratorio para esta pandemia. De hecho, era una bajada de línea de las autoridades: se tenían que procesar “x” cantidad de muestras por día, con personal entrenado o no, bien o mal. Como sea había que sacar determinada cantidad de resultados por día. Y esos resultados que salían eran los famosos “casos” covid, que no se evaluaba si eran de pacientes asintomáticos, oligoasintomáticos, o si era un paciente internado con respirador. Iba todo en la misma bolsa.

– Tampoco se contrasta el resultado con un cultivo…

– No. En absoluto. Y lo otro que brilló por su ausencia fue la clínica. Nunca un PCR es un resultado definitivo de nada, tanto si es positivo como si es negativo.

– Una cuestión central que algunos mencionan al hablar de esta situación es que el virus nunca fue aislado ¿Esto es así?

– Esa discusión ha generado mucho gasto energético de personas que tenemos esta visión alternativa de lo que es el discurso oficial de la pandemia. Sin embargo, también nosotros de nuestro lado tenemos nuestros intercambios, aunque hay cosas que tenemos muy claras en común. El tema de aislar el virus en algún momento se tornó también en algo semántico. Y es verdad, antes aislar el virus se consideraba todo un procedimiento de laboratorio en donde se tenía que tener el cultivo celular.

Si hay una muestra con el virus, lograr que ese virus se replicara en el cultivo celular, para sacarlo de ese líquido que bañaba las células -que se llama sobrenadante-, hacer un paso de centrifugación en gradiente de sacarosa, que separaría capas en donde podrían quedar sedimentadas las partículas virales por su tamaño y a eso hay que someterlo a una identificación de tipo bioquímico. Aislar de esa capa dentro de un gradiente el genoma del virus entero, secuenciarlo de esa capa, no de la mezcla total que se puede sacar del sobrenadante del cultivo celular.

Para este virus no hay trabajos que hayan realizado todos estos pasos para decir que se aisló el virus con este gradiente, físicamente y que así se pudo definir desde la bioquímica, desde su genética.  Tampoco se hicieron los estudios biológicos para demostrar que eso que se aisló, inyectado en un animal de laboratorio, replica el cuadro del cual se lo hace responsable. Todo eso no se ha hecho.

Los mismos primeros papers como el del virólogo alemán Christian Drosten (quien desarrolló los test para el covid-19 mediante PCR), reconocen que la PCR se hizo en base simplemente a información cargada en bases de datos con sistemas de computación (bioinformáticos) en donde se secuencian pedacitos de genoma de una muestra y una vez que esa secuencias se cargan en bases de datos, hay sistemas bioinformáticos que reconocen las secuencias y las ensamblan. Así te dicen que hay tal probabilidad de que por las secuencias que se encontraron esté el genoma de este virus. Pero es un programa bioinformático, de computación. La gente que dijo que sacó esas muestras de los primeros pacientes con neumonía en Wuhan, lo que hizo fue secuenciar el material genético total que encontraron en las muestras respiratorias de esos pacientes, cargar esas secuencias en bases de datos y programas bioinformáticos, que ensamblando y comparando con secuencias de coronavirus previos, dijeron esto es el genoma de un coronavirus. Así se determinó que era una nueva variante de la familia de los coronavirus.

A partir de esa secuencia definida por un programa de computación es que se hizo el primer protocolo de PCR, que lo hizo Drosten de la Charité en Alemania, muy criticado por un montón de expertos a nivel mundial. Drosten en su paper reconoce -y de hecho lo pone como una hazaña- haber podido tan rápidamente generar un kit de diagnóstico simplemente diseñando los cebadores -que son unos reactivos que se necesitan para hacer la PCR- en base a las secuencias publicadas en esa base de datos. A partir de ahí empieza ya un arrastre de errores científicos que es muy difícil para los que estamos de este lado entender cómo se sigue manteniendo este relato entre personas con doctorados, másters, personas especializadas y personas muy formadas, que están totalmente alineadas con ese discurso, en el ámbito de la virología, de la epidemiología, de las estadísticas.

– Este arrastre de errores nos lleva a tener una idea equivocada sobre qué es lo que está pasando. Hay quienes piensan que el virus no existe pero al mismo tiempo hay personas que enferman y de un modo distinto a otras enfermedades ya conocidas ¿Cuál es su visión al respecto?

– Yo tengo más dudas que teorías. Sí creo que hay algo circulando que es lo que se detecta en el laboratorio. Es decir, separo lo que es la clínica y los problemas de salud y la carga de morbimortalidad en el sistema de salud, de lo que pasa en el laboratorio. Por experiencia personal y porque yo lo ví. Hay algo que está circulando y que está generando brotes de detección de esa secuencia. Cuando empezó toda esta historia y nos encerraron acá en Argentina, cuando casi no había casos y se empezó enseguida a hacer la PCR para detectar el SARS-CoV-2, empezamos a procesar muchísimas muestras de todo tipo: personas con síntomas respiratorios, sin síntomas, muestras de los “kiosquitos” que ponían en una esquina y se ponían a hisopar al que pasaba -sin ningún tipo de criterio clínico ni epidemiológico-. Todo ese tipo de muestras nosotros las empezamos a procesar y sistemáticamente la PCR nos daba resultado negativo. Desde marzo y hasta julio aquí en Tucumán cuando saltaba un caso positivo y uno se iba a rastrear la ficha clínica de ese paciente, era un paciente que venía de viaje de algunos de los lugares donde había “circulación viral” activa, o sea que cerraba epidemiológicamente que en un muestreo de más de 95% de muestras negativas, de golpe saltaba un positivo y ese positivo era una persona que venía de viaje, del hemisferio norte en esa época. Después empezaron a haber casos en Buenos Aires, en provincia de Buenos Aires y acá en Tucumán empezaron a aumentar los casos positivos y cuando íbamos a ver la ficha epidemiológica eran personas que venían de Buenos Aires o de algún país limítrofe donde se había detectado algún brote. Hasta que acá en Tucumán a finales de julio explota un brote en un barrio que se llama Lastenia y ahí empezó a aumentar la curva de positividad terriblemente. Eso a mí me lleva a pensar que hay algo que no se estaba detectando y que de golpe se empezó a detectar. O que la PCR no detectaba algo y, cuando detectaba y daba positivo era algo que traía una persona que había estado en un lugar donde había circulación de “eso”… podría decir circulación de una secuencia, porque no sé qué es. Es lo que detectamos en el laboratorio.

La correlación que tiene eso con la clínica es muy ambigua. Entonces como indicador de salud el resultado de la PCR nunca fue validado porque todos sabemos que daba positivo a un montón de gente que no tenía un solo síntoma. Daba positivo y luego nunca desarrollaba ningún síntoma. Pero si las personas tienen síntomas inespecíficos y yo estoy buscando un solo virus pero no busco un montón de otros agentes que también podrían dar los mismos síntomas no puedo decir que porque busqué uno y encontré uno ese el responsable de esa sintomatología. Por lo tanto, lo que siempre tuve muy claro es que lo que se detectaba en el laboratorio no tenía una clara correlación con lo que pasaba con las personas que se enfermaban. Y que la enfermedad claramente es un combo multifactorial y que -como después se evidenció gracias a las autopsias- la enfermedad no es la típica enfermedad producida por un agente infeccioso. Es una enfermedad trombótica, inflamatoria, con una respuesta exacerbada del organismo y que en uno de los primeros estudios donde evaluaban la terapéutica vieron que el único tratamiento que mostraba efectividad por sí mismo eran los corticoides. Los corticoides solos nunca se dieron en ninguna enfermedad infecciosa porque supuestamente en una enfermedad infecciosa tenés que atacar el agente con un antibiótico, un antiviral, etc. Y el corticoide se da para apaciguar la respuesta exacerbada del organismo. Acá se vio que el corticoide solo era el que mayor efectividad terapéutica tenía. Con lo cual, eso no se correlacionaba clínicamente con una típica enfermedad infecciosa o producida por un agente infeccioso.

A mí me pasó de tener casos de pacientes que desde la clínica el médico decía es un caso covid y le hacíamos repetidas PCR y daban negativas. Entonces había algo que estaba enfermando a esas personas, que el médico decía es covid -porque se comportaba como lo que había sido definido como el covid grave- y resulta que la PCR daba negativa. Esa es otra prueba más de que la PCR como indicador de la enfermedad nunca fue validada.

– ¿Pero entonces que podría llegar a ser, viendo las características que menciona? ¿Un virus creado artificialmente, algo distinto a un virus?

– Ha habido grandes voces, como Luc Montagnier, e inclusive ha habido publicaciones muy tempranas en donde se hablaba que la estructura genómica de este virus no era la de un virus natural y eso siempre fue tapado. La sospecha de que sea algo artificial siempre estuvo. Poniéndonos en esa postura de que se trate de un virus artificial, yo no creo en absoluto que sea el único responsable de los cuadros covid. Hay científicos que creen que es multifactorial y por eso mismo las personas que han tenido un desenlace fatal o un cuadro grave, son personas que tenían patologías de base. Otra cosa que hay que tener presente es que ha habido mucha mala praxis. En muchos casos que han muerto “por covid” en realidad han muerto por la mala praxis, por las intubaciones que se han hecho siguiendo un protocolo y que claramente lo único que lograban era el pase de ida. Hay muchos profesionales médicos que consideran que cantidades de intubaciones han sido totalmente prematuras y no indicadas.

– ¿Qué otras cuestiones le generaron dudas?

– Algo que me llamó mucho la atención al principio fue escuchar que íbamos a tener que dejar de hacer todos los otros diagnósticos que hacíamos en pos de destinar todos los recursos del laboratorio para hacer covid. Todas las otras patologías que uno estaba haciendo antes -yo trabajaba por ejemplo en el diagnóstico de neurovirus, como meningitis- se iban a dejar a un costado. De golpe todo lo otro no existía más o era menos importante. Si el paciente se moría de una meningitis era menos importante que si moría por covid. Algo que no tenía criterio ni sentido. Y también estaba toda esta cuestión de tratar de despertar esa duda que tenía yo sobre todo lo que se hacía, todas las bajadas de línea,  cómo se estaba comportando el mismo Malbrán, en referencia a los kits de diagnóstico, a los falsos positivos, a la falta de indicaciones sobre cómo proceder en el laboratorio para evitar los falsos positivos… siempre sentí que las cosas no se estaban haciendo bien y, sobre todo, que no se estaban interpretando bien, que se estaba mal utilizando una técnica como la PCR.

– ¿A qué atribuye este modo incorrecto de proceder?

– Quiero creer que es por ignorancia, pero no ignorancia intelectual porque de hecho mis colegas están tan o más formados que yo, pero sí tiene que ver con una pérdida del sentido crítico y del sentido común. No lo veo como una intención maliciosa en lo que respecta a mi ámbito cercano, al que puedo evaluar. Al contrario, conozco colegas muy comprometidos con el trabajo y que trabajan muchísimo y que están convencidas de que este modo de operar fue el correcto. Y que hacer la mayor cantidad de PCR posibles, aun a los asintomáticos, era la conducta correcta.

– ¿Renunció porque no podía seguir trabajando en el error?

– Sí. Ya había cosas que no me cerraban de antes de la pandemia, de cómo se estaba haciendo la vigilancia epidemiológica de virus respiratorios. Esto lo llevó a agravar. Y es una línea que claramente tiende a seguir. Porque van a seguir saliendo las variantes de coronavirus, van a salir las nuevas variantes de influenza, va a seguir habiendo rinovirus y si yo me pongo a diseñar PCR para detectar variantes de rinovirus voy a empezar a encontrar variantes de rinovirus, si diseño PCR para detectar variantes de adenovirus vamos a encontrar variantes de adenovirus y eso asociado a un relato pandémico y de miedo en la gente, que no tiene por qué saber lo que es encontrar una secuencia, puede prolongarse hasta el infinito. Una línea con la que en absoluto coincido en que represente y sea un beneficio para la salud pública, sino al contrario.

– ¿Casi tres cuartas partes de los casos son falsos positivos?

– Sí, eso es en personas asintomáticas. Por supuesto que en sintomáticos debe pasar otro tanto. Pero hago referencia a un trabajo del Colegio Americano de Medicina Interna que ellos ven que de los pacientes sin síntomas cuando le hacen una PCR y le da positivo, el 75% nunca desarrolla enfermedad. Esos son falsos positivos de diagnóstico.

– Pero en la contabilización que se hace en el país no es posible distinguir cuántos de los denominados “casos” por tener un PCR positivo realmente llegaron a tener algún síntoma.

– Exactamente. No se puede distinguir porque nunca estuvo la intención de separar claramente con síntomas o sin síntomas. Y además porque aún dentro del grupo de los con síntomas la sintomatología es totalmente inespecífica. El mayor porcentaje de casos covid son pacientes con enfermedad respiratoria leve. Y son pacientes en los que no se buscó otras causas.

Todo este relato pandémico se funda en eso. La definición de caso de covid no tiene criterio científico clínico médico. Nos dicen que son necesarias ciertas estrategias para manejar la pandemia porque hay tantos casos y tantas muertes por covid, pero yo no les creo a esos números.

Si uno se remite solamente a los casos de enfermedad grave, no se justifica en absoluto vacunar a toda la población mundial, cuando claramente las causas principales de muerte a nivel mundial son las cardiovasculares, las oncológicas… se está moviendo toda la salud pública alrededor de un virus cuando las principales causas de mortalidad son otras.

Además, lo que se quiso hacer en este escenario fue reemplazar la inmunidad natural y la inmunidad colectiva que se genera cuando un agente empieza a circular. Se intentó poner en standby a nuestro sistema inmune que viene evolucionando desde antes que seamos humanos, encuarentenando a las personas y encerrándolas y reemplazar la protección de manera artificial. Eso no está comprobado por ningún estudio en la historia que sea efectivo a nivel poblacional.

– Otra de las “modas” que impuso esta pandemia fue el hisopado compulsivo en adultos y niños. ¿Por qué eso es un error?

– En parte por lo que comentaba, que la técnica de PCR se tiene que aplicar en un contexto clínico determinado. No para buscar por las dudas. Hoy ya hay estudios que demuestran que el hecho de que la PCR dé positiva no quiere decir que tengas partículas virales (porque de hecho la PCR no detecta partícula viral), sino que detecta un pedacito de genoma con lo cual lo único que puedo decir cuando la PCR me da positiva,  suponiendo que no esté contaminada, que se haya hecho bien y que realmente sea desde lo técnico un verdadero positivo, es que encontré una secuencia de unos 200, 300 nucléotidos que pertenecen a un genoma de un virus. Es fundamental saber eso.  Es decir que, si nos vamos a basar en una PCR para estimar que ese chiquito o esa persona tiene partículas virales, ya es un error. Y la proporción de ese error va a depender de un montón de factores. No puedo decir con una PCR positiva que la persona tiene covid y es contagiosa. No se puede hacer la correlación, ese es el error.

– Como científica ¿se siente defraudada por la ciencia en esta pandemia?

– Tengo un desencanto con las personas que representan la ciencia, reconocidas por todas las instituciones del más alto rango, tengo un desencanto con esa ciencia. A mis 47 años pienso que he estado engañada mucho tiempo porque desde que salimos de la facultad uno va a ejercer su profesión confiando en que lo que uno adquirió durante su formación académica, y después en las residencias y especializaciones, es lo correcto, es lo que hay que hacer, que las líneas que se bajan es porque están realmente probadas y son las eficaces. Encontrarse con esta cuestión, las contradicciones en estas pequeñas cosas y empezar a rastrear para atrás permite advertir que no es tan nuevo… En realidad, todas estas contradicciones y esta ciencia oficial ya hace décadas que viene ocurriendo. Lo que pasa es que ha sido sistemáticamente escondido.

Es como cuando uno encuentra una hojita salida y al levantar la alfombra uno se encuentra que tiene toda la suciedad de la casa debajo de la alfombra. Esa sensación tengo yo con la ciencia. Hemos estado dentro de un sistema de creencias dentro de la ciencia que evidentemente no es tan así.

– ¿Qué proyecta que pasará en los próximos meses?

– El curso de las cosas va a seguir igual. La gente se va a seguir enfermando, pero por el estrés los problemas económicos, por todos los efectos postpandémicos o peripandémicos que no tienen nada que ver con una infección viral. Me parece que lo que veremos en los próximos meses es peor que lo que hemos visto hasta ahora en cuanto a la carga de enfermedad y de muerte de las personas.

– ¿Cree que la gente comenzará a despertar?

– Sí, para mí es inevitable.  Pero no sé cuánto vamos a tardar en que una masa crítica se dé cuenta y reaccione ante lo que está pasando.

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