Por Marcelo Duclos – Panampost

En medio del escándalo de la “variante Ómicron”, de la que todavía no se conoce su capacidad de daño, el primer ministro griego manifestó que los ciudadanos mayores de 60 años deberán vacunarse obligatoriamente. Si se niegan, Kyriakos Misotakis aseguró que deberán pagar una “tasa” todos los meses. Y la suma no es un vuelto. 100 euros mensuales deberán pagar los “rebeldes” todos los meses.

“No es un castigo, yo diría que es una tasa sanitaria”, manifestó el premier. A diferencia de los impuestos, las tasas presuponen una contraprestación. Sería importante que Mosotakis le cuente a la opinión pública cuál sería la contraprestación a la que hace referencia. Al día de hoy, en Grecia el 83 % de los mayores de 60 años ya han sido vacunados, pero el Gobierno espera conseguir cifras como la de Portugal, que supera el 98%.

Según una investigación publicada por un periodista en un medio local, aproximadamente 100 mil griegos habrían buscado sobornar a los encargados de efectuar la inyección. La idea era recibir suero fisiológico en lugar de las dosis tradicionales que buscan reducir el impacto del coronavirus. Es que la presión (extorsión, mejor dicho) para que la gente se vacune en Grecia vienen ya desde hace tiempo.

Desde hace ya dos semanas, en el país europeo, los no vacunados no podrán ingresar a lugares cerrados como restaurantes, gimnasios, cines o museos, ni siquiera con una prueba negativa de PCR al día. No importa la voluntad del propietario del establecimiento privado. Decide el Estado. Hasta principios de noviembre, con un resultado no reactivo las personas podían acceder a estos lugares, pero las restricciones fueron incrementándose, hasta el absurdo actual de la multa para los adultos mayores. Para las autoridades locales, por estos días Grecia enfrenta lo que denominan una “pandemia de los no vacunados”.

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