Fuente: La Tribuna del País Vasco

Según relata el digital cubano 14ymedio, dirigido por Yoani Sánchez, el artista Erik Ravelo no puede olvidar el día en que, en quinto o sexto de primaria, su maestro sacó a los niños de clase para llevarlos a un acto de repudio salvaje en El Vedado. “Una señora anciana, madre de un opositor, fue agredida, golpeada y prácticamente linchada delante de mí. Le rajaron la cara con un casco de constructor. Le reventaron los espejuelos (anteojos).
Sangrante, se la arrebataron a la masa enardecida y la metieron en una patrulla. Y se la llevaron”.
Así lo contó el propio artista en sus redes sociales, cuando presentó su obra Doctrina, en la que contrapone una imagen de un niño uniformado en una cruz formada por los brazos de Fidel Castro.

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Ravelo cuenta al periódico digital 14ymedio que la pieza es su manera de solidarizarse con lo que “por desgracia están teniendo que vivir en Cuba” muchos de los que hoy se atreven a expresarse libremente.

“Como explico en el texto sobre mi propia experiencia, es una seria falta con la infancia exponer a niños a la violencia directa como a la que se les expone cuando les llevan a un mitin de repudio”, refiere.
Como él mismo denuncia en su post: “Hay mucha gente que me ha dicho ‘pero en Cuba no hay niños descalzos oliendo cola en los semáforos, limpiando coches y zapatos por la calle, durmiendo en las veredas’. Y sí, eso puede ser verdad, pero esta obra quiere demostrar que hay muchas maneras de violencia infantil. No es solamente el abandono y la pobreza extrema, pues el férreo adoctrinamiento político al que un niño viene expuesto en Cuba en mi opinión es también violencia. Y extrema”.

De aquella vivencia de infancia, incluso recuerda la canción que cantaban todos a coro: “No los queremos más, no los queremos más”

De aquella vivencia de infancia, incluso recuerda la canción que cantaban todos a coro: “No los queremos más, no los queremos más, no los queremos más, que se vayan pal carajo y que no jodan más”.

¿Por qué?, se pregunta. “¿Fue para inculcarnos el amor a la patria? No. ¿Fue para enseñarnos a defender a nuestro país, dándole golpes a una viejita? No ¿Fue para hacernos mejores hombres? No. Fue simplemente para inculcarnos el miedo”.

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Ravelo señala que le impresionaron los comentarios que ha suscitado la obra. “Uno escribió: ‘Yo fui también ese niño’. Yo le respondí: ‘Sí, tigre, por desgracia todos fuimos ese niño’”.

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