A pocos meses de haber empezado esta pandemia, y sin necesitar de un revisionismo histórico, podemos asegurar que nos encontramos ante la presencia del virus más misterioso de la historia de la humanidad. El tan famoso coronavirus es muy peligroso, porque se expande rápidamente. Los expertos enseguida nos hablaron de la tasa de incidencia y del alto riesgo de contagio. Eso llamó la atención de todas las personas, a partir ahí es que comenzamos a vislumbrar las características principales de este misterioso virus.
Ya vimos que es peligrosamente veloz, viaja en aviones, en cruceros de lujo, pero también lo encontramos en barcos pesqueros chinos. Primero flota en el aire, luego caen al suelo sus partículas más grandes, y las más pequeñas quedan suspendidas durante horas o incluso días. Anda por todos lados, rapidísimo, pero puede tardar hasta 14 días en incubar cuando entra al cuerpo de una persona.
Otra característica llamativa es cómo desaparece cuando hay grandes agrupaciones de personas, con pancartas y banderas, gritando y vociferando a viva voz sus reclamos. Pero si vamos a un concierto, al cine, al teatro, algún evento deportivo, o a la esquina a juntarnos con amigos nos atacará con toda su furia.
Si vamos a un negocio de venta de ropas lo traemos pegado en la piel, pero en la panadería no y allí podemos comprar tranquilos. Pero ni se nos ocurre la idea de ir a comprar un par de zapatos porque seguro viene adherido a la suela del zapato nuevo. No pasa nada cuando nos cruzamos todos juntos en el pasillo del subte, pero tenemos que mantener 2 metros de distancia con la otra persona para no contagiarnos en cualquier otra situación.
Primero se dijo que el virus venía pegado en los paquetes de fideos y en los envases de todo tipo de productos. Pero pronto descubrimos que parece no estar dentro de los supermercados. ¡Pero cuidado! Que ya empezó a observar nuestras compras, y si compramos más de una botella de vino se cabrea, o la vecina nos denuncia por ser sospechosos asintomáticos portadores de covid. Es impresionante como rebrota en los gimnasios del barrio, en las clases de yoga, en los partidos de futbol y especialmente en los partidos de tenis. Pero no sobrevive en las grandes cadenas de farmacias.
El virus lo contagia el peluquero, el estilista, el masajista, la depiladora y el kinesiólogo, pero no lo contagia el cajero del banco, ni los cajeros automáticos que dan a la vereda. El virus es tan audaz que no contagia a las primeras 10 personas que entran a determinado lugar, pero si a algunos de nosotros le toca ser el número 11 se jodió, y lo entran en aislamiento por 14 o 21 días. Atrás nos jodimos todos y nos entran también en aislamiento preventivo por caso sospecho. Así que es mejor que contemos bien cuántas personas hay antes de entrar a cualquier lugar.
El coronavirus es uno de los virus más peligrosos de la historia, pero si cualquiera de nosotros se lo pesca se cura en 10 días sin tomar nada. Hay una parte menor de la población que debe cuidarse, pero los demás podemos seguir conociendo de cerca los movimientos y las formas de este misterioso virus, que tiene confundidos a los mejores científicos del mundo, porque se parece a un resfriado pero es un poco más fuerte.
En ciertos lugares de trabajo y de recreación no hay medida ni norma capaz de detenerlo, por eso no habilitan a esas actividades. Tampoco podemos visitar a nuestros seres queridos, la tasa de contagio en ese tipo de encuentros podría ser altísima dentro de 3 meses, es mejor para la población no correr ese riesgo.
Pero hay actividades esenciales y esas podemos realizarlas, allí con solo usar un tapaboca y la empleada con un par de guantes roñosos estamos protegidos. Sabemos que el contagio del virus podría ser letal en los bancos de plazas, en las playas, y que cobra mayor virulencia por la noche. Pero se mueve de otra forma cuando una persona se infecta y su pareja conviviente no.
Los expertos nos confirman estos datos, pero ninguno de ellos sospecha lo que nosotros afirmamos, que éste virus es el más misterioso y raro de la historia de la humanidad.
Idea tomada de la red de cibernautas lúcidos
y remasterizado por:
El Ciudadano No Ilustre
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