Somos hoy, en este contexto, los únicos que estamos movilizados. Todos los sábados durante la cuarentena, nos juntamos aquí, en el obelisco. Nos han dicho que el Obelisco es símbolo de la derecha argentina. La verdad no lo podíamos creer, no teníamos la más mínima idea de lo que nos hablaban, lo averiguamos rápidamente y es así, la Plaza de Mayo es simbólicamente popular. No queremos quedar pegados a ningún signo político, simplemente porque ninguno nos representa. Sinceramente no tenemos ningún problema en caminar hasta el Ministerio de Salud y juntarnos ahí.

Somos ciudadanos autoconvocados. Somos pocos, pero creemos que deberíamos ser muchos más. Porque un proyecto de vida le lleva a la persona años de construcción y sostenimiento, décadas de trabajo, para que se lo borren de un plumazo en una interminable cuarentena de dudosa efectividad y no integrada a la vida real de las personas. No podemos permitir, ni dejar que limiten gran parte de nuestras vidas de esta forma. Esto fácilmente puede volver a pasar en algunos años otra vez y las sociedades deberíamos tener herramientas para reaccionar de otra forma ante estas imposiciones extremas de parte de los gobiernos. 

Nuestro movimiento es desmerecido y ridiculizado. Pero es evidente también que nosotros traemos un mensaje, que por disonante no debe concebirse como absurdo. Nos denominan los anti-cuarentena y nos muestran como a un grupo de freaks, totalmente disociados de la realidad. Inclusive, muchas personas comunes y algunos que ocupan altos cargos públicos, comentan que somos los responsables del aumento de contagios y de que el AMBA no pueda salir de la cuarentena por tal motivo. Tal vez seamos pocos manifestándonos y, seguramente, nos falte organización. Es así, pues no estamos organizados bajo ningún signo partidario o sectario.

Somos libres pensadores, todos llegamos por diferentes caminos y construimos un pensamiento por fuera de las doctrinas históricamente establecidas, pero sí nos inscribimos en tradiciones culturales y construimos una perspectiva y no una visión con pretensión totalizadora y homogénea como la que se está instituyendo en nuestro presente. Lo que vemos y venimos a comunicar es una construcción en base a experiencias propias, y al relato verídico de miles y miles de testimonios de personas que se han curado de enfermedades crónicas y terminales, que los organismos internacionales encargados de impartir las normas y protocolos vigentes a nivel sanitario global, se han esmerado en ocultar, censurar, prohibir y perseguir este tipo de tratamientos que ha salvado la vida de miles de personas en todo el planeta. Algunos de nuestros carteles hacen referencia a esto: OMS Genocida, porque es una organización que lleva adelante un plan sistemático y premeditado, con el objetivo de sostener el negocio de la industria farmacéutica a costa de la salud y la vida de millones de personas. Esto es denunciado hace décadas por muchas instituciones y organizaciones independientes, por personas prestigiosas y profesionales de la salud que han dado su vida en la búsqueda de alcanzarles a las personas la posibilidad de autogestionar su propia salud, de mantenerla en un estado óptimo y poder cursar sus vidas sin transformarse en rehenes del sistema sanitario, por las condiciones de cronicidad que brindan muchos de sus tratamientos. Estás denuncias son visibilizadas en las marchas “anti-sistema” que se han realizado en todas partes del mundo bajo distintas consignas.

En este contexto, los denominados “anti-sistema” se constituyen en un actor político fundamental a nivel mundial. Somos los únicos que estamos movilizados, porque comprendemos los entramados políticos y los intereses sectoriales que participan en la construcción de los fenómenos /problemas sanitarios a nivel global. Estos fenómenos sociales que contienen como núcleo central el tema de la salud se encuentran revestidos por el manto de sacralidad que otorga el conocimiento científico. Este manto de cientificidad le otorga la objetividad y la ilusión de estar desprovisto de intencionalidades políticas. Por lo cual, cualquier objeción o crítica a los postulados establecidos son fácilmente derrotados por la apelación a su cientificidad. En este caso en particular del brote por Covid-19 a escala mundial se vuelve a poner en evidencia que no es la enfermedad la que mata a la persona infectada sino los protocolos que se utilizan en el intento de rescatar al enfermo.

Existen diversos tratamientos de muy bajo costo y de fácil acceso a la población, para abordar un enorme abanico de patologías, que abren un nuevo horizonte hacia la autogestión de la salud. Y esto atenta directamente al sentido e intencionalidad de la industria farmacéutica. Entre esos tratamiento, de casi nula toxicidad y alto valor terapéutico, existe uno especialmente eficaz para tratar el virus que provocó el confinamiento en casi todo el planeta. Esto lleva muchas décadas siendo ocultado. Andreas Kalcker (Biofísico), nacido en Alemania, es el investigador que lleva adelante la difusión y armado de los protocolos adecuados en el uso de esta sustancia.

Todos los sábados nosotros nos reunimos en el obelisco con la intención de visibilizar esto para la mayor cantidad de personas posible. Los pocos periodistas que están presentes en la manifestación se acercan con el objetivo de ridiculizarnos. Los otros medios de información ni siquiera se asoman. La información que compartimos circula por las redes resonando cada día con más personas. El nivel de censura que hubo sobre los contenidos que publicamos no tiene antecedentes en esta época. Las razones que exponen para legitimar dicha censura son falsas, no corroboran ni se investiga nunca lo que decimos, simplemente responden a intereses mayores. Este mecanismo restrictivo operó en distintos órdenes de la realidad, las cuarentenas aplicadas por los gobiernos de turno caló en lo profundo de la psiquis de millones personas, los daños no se podrán medir, la crisis no es solo de orden económico, principalmente es del orden ontológico y pone en juego la integridad humana.

Muchas personas están aquí con nosotros cada sábado en el obelisco, cada una trae su historia y su reclamo. Cuando el periodista abre el micrófono y comienzan a hablar cuentan algo de todo eso que les pasa. Y atrás habla otro y otro más. Es cierto que el mensaje no se entiende, menos aún si la línea periodística viene con esa intención de parodiarlo todo. Esos, y todos los reclamos, son hoy tan válidos como las muertes por la supuesta causa del coronavirus, pero también fueron silenciados por el gobierno de turno. Entonces cuando la cámara se apaga y el periodista se va, nosotros hacemos una gran ronda, no mantenemos la distancia social, nos tomamos de las manos y escuchamos a cada persona que necesita hablar y contar el motivo que la trajo hasta aquí. En esta ronda se ve que somos seres humanos autoconvocados, que padecemos las innumerables injusticias y abusos por parte del sistema establecido.

Esto es el reverso de lo político, somos los sintomáticos, pero no por covid-19, somos los sintomáticos que va dejando este sistema corrupto. La paradoja es que hoy muchas miles de personas se sumaron a este grupo, al menos momentáneamente durante el encierro impuesto, gran parte de la sociedad padece de este síndrome por la extensión desmedida de la cuarentena.

Es necesario que el ciudadano común, que así lo vea, participe de alguna forma y los que así lo sienten salgan a manifestarse.

“Nuestro Libre Albedrio es intocable, porque es Ley Universal, y protocolo exopolítico” -dice una de las pancartas-.

Si lograríamos juntar 5000 personas en cualquier lugar de la ciudad, hasta podríamos corroborar que el contagio en los espacios abiertos es casi nulo. De esta forma, empíricamente, parte de la desmedida amplificación de los temas referentes a esta pandemia se irían cayendo por peso propio. Sabíamos que muchas de las pérdidas que se aproximaban eran imposibles de sortear, pero otras son innecesariamente buscadas o provocadas por abuso de poder, como país y como personas debíamos poder mantener nuestros recursos y así atravesar de mejor manera esta situación tan complicada.

Pero el discurso político se radicalizó y muchas de las medidas de restricción se mantuvieron innecesariamente. Los bancos de plaza siguen ahí, los expertos nos han hablado de ellos como posibles trasmisores del virus. ¿Cómo lo absurdo adquirió verosimilitud? Nadie se va a contagiar de nada por sentarse en un banco de plaza. Las personas que viven en ciudades costeras tienen prohibido el acceso a las playas, siendo exactamente esos lugares los mejores que tenemos en el planeta Tierra para pasar una situación así, el virus no puede subsistir en el agua de mar, aunque los expertos quizá aconsejen investigar cada grano de arena para ver cómo es que se comporta allí. Esto viene siendo así hace muchas décadas, solo que ahora lo vemos aumentado y replicado constantemente. La información oficial y los mensajes que circulan son de un calibre perverso.

Esta llamada es para todos. El sistema entero está crujiendo. Mucho de lo que nosotros denunciamos son hechos que quizá no pueden ser investigados a nivel local, el movimiento “anti-sistema” está globalizado, estos temas son de orden planetario y le corresponde a toda la humanidad decidir cómo queremos seguir. Quizá es tiempo de revisar algunos contratos, nada más, y permitirle a las personas y al planeta respirar en paz y libertad. La autogestión de la salud es verdad y posible, ahora, y en un futuro sistema que respete la biodiversidad de las especies y los recursos a nivel planetario. Todos comemos del sistema, los “anti-sistema” también, somos muy conscientes de ello, por eso nos manifestamos a favor de la verdad, la salud y la paz mundial.

Una supuesta pandemia de origen dudoso, de protocolos y modos preventivos que mutan cada 2 o 3 semanas, de expertos que poco saben o participan y son cómplices de esos intereses, de periodistas empecinados en replicar millones de veces lo mismo, todo eso nos está atravesando en este momento como sociedad. Pronto va a pasar y será recordado como otra coyuntura más. Pero el calibre de lo vivido dejará huellas, como todo, y son verdaderamente lamentables todas las pérdidas innecesarias que estamos sufriendo. Porque la Sociedad Argentina en su conjunto mostró un grado inmenso de madurez, corroborados en el nivel de acatamiento de todas las nuevas disposiciones vigentes durante las primeras 4 semanas de confinamiento en todo el país, incorporando las nuevas formas de conducta social.

El martillo* golpeó fuerte al comienzo y estuvo bien. La Sociedad y el Gobierno necesitaban un tiempo para prepararse. Las primeras 4 semanas de confinamiento fueron la clave suficiente y razonable. Parecía que la mayoría sabíamos cómo empezar a danzar*, pero no nos dejaron salir, nos tomaron como a niños de jardín infante. Y es una lástima, porque hoy la gran mayoría de las personas se mueve con miedo y preocupación, algunos danzamos igual, otros están paralizados por ignorancia.

El Ciudadano No Ilustre

Movimiento Argentino Global y Pacífico “Anti-Sistema”

IG@cabezadeserpiente

Facebook: ElCiudadano NoIlustre

(*) Tomas Pueyo  “El Martillo y la Danza”

Artículo publicado el 22 de marzo del 2020 en médium.com

Las opiniones expresadas en este artículo corresponden al autor y no necesariamente reflejan la línea editorial de TierraPura.org

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