Fuente: La Gaceta
Por Agustin Benito
Nicole Shanahan, la ex del cofundador de Google, Sergey Brin, y donante extraordinaria de todo tipo de ONG, ha denunciado a toda la «mafia de esposas tecnológicas» de Silicon Valley, asegurando en un explosivo podcast que han sido manipuladas por el globalismo.
«No creo que muchas de las esposas de la mafia tecnológica se den cuenta… de que han sido utilizadas para generar el campo de cultivo para lo que Klaus Schwabb llama El gran reinicio». Y continúa: «Su dinero ha sido canalizado a través de una red de asesores de ONG, Hollywood, Davos y sus propias empresas. Están usando a un reducidísimo grupo de personas completamente ciegas sobre cómo sus recursos se están empleando para dar paso a políticas del gran reinicio».
Luego pasa a explicar el proceso psicológico en el que se ha basado este astuto esquema: «Estas mujeres encontraban sentido a sus vidas mediante la filantropía. Yo misma estaba convencida de estar ayudando a la dignificación de las comunidades negras e indígenas”. Pero los resultados le abrieron los ojos. «Los problemas no han hecho más empeorar. La delincuencia se ha agravado. La salud mental ha empeorado. El modelo entero está roto».
El Santo Grial que les queda a estas adeptas de la filantropía telescópica es el «cambio climático», pero la propia Brin está convencida de que las más alarmantes “cuestiones climáticas” son realmente cuestiones de geoingeniería. “Fuimos las idiotas útiles”, concluye Brin.
Después de hacerse eco de las palabras de Brin el escritor francés Renaud Camus en su cuenta de X, otra mujer de poder norteamericana, Desiree Fixler, alta ejecutiva bancaria y filántropa arrepentida, confirma plenamente la acusación de Brin en su cuenta de la red social mencionada.
«Ayudé a construir el ‘gran reinicio’ del FEM desde dentro», confiesa Fixler. «El FEM vendió el ‘gran reinicio’ como un modo de ‘volver a construir mejor’: acción climática, ESG [Equidad, Social y Gobernanza], inclusión y PPP [Proyectos Público-Privados]. En la práctica, transfirió el poder de los votantes a las ONG, las élites corporativas y los tecnócratas no electos«.
“La política fue reetiquetada como ‘ciencia» para silenciar el debate”, sigue Fixler. “Los mercados fueron distorsionados por las puntuaciones ESG, los impuestos al carbono y la regulación burocrática. Las corporaciones se convirtieron en ejecutoras de ideologías. Como revela Nicole Shanahan, las comunidades no fueron elevadas: la riqueza y el poder fueron impulsados hacia arriba”.
Y concluye: “Tuvimos facturas de energía más altas, dinero devaluado, una crisis de asequibilidad, menos empleos y un control sigiloso sobre cómo vivimos y hablamos. Lo cuestioné. Luego me retiré. Y he estado alzando la voz desde entonces”.









