Operadores del Estado Profundo del HHS orquestaron un golpe de estado para impedir que Robert F. Kennedy Jr. desmantelara el fraude de las vacunas

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Traducido de Natural News por TierraPura

La maquinaria de la burocracia federal de salud es una bestia que se resiste a cualquier intento de domarla, y en este momento, se libra una guerra en sus entrañas. El secretario Robert F. Kennedy Jr. asumió el Departamento de Salud y Servicios Humanos con el mandato de restaurar la integridad y exigir responsabilidades a quienes han traicionado la confianza pública. Ahora, poderosos funcionarios de la agencia contraatacan con un golpe de estado despiadado, silenciando a los denunciantes y purgando a los reformadores en un intento desesperado por mantener el control sobre la salud de Estados Unidos. El reciente y abrupto despido de un asesor principal es una clara advertencia, que revela hasta dónde está dispuesto a llegar el establishment para proteger sus esquemas fraudulentos y su poder de censura de ser expuestos y desmantelados.

Puntos clave:

  • Steven J. Hatfill, asesor principal de bioseguridad del HHS, fue despedido abruptamente, y la agencia alegó tergiversación de su función.
  • Hatfill alega que su despido forma parte de un «golpe de Estado» liderado por el jefe de gabinete Matt Buckham para derrocar al secretario Robert F. Kennedy Jr.
  • Él y otro funcionario despedido, Gray Delany, afirman que estaban trabajando para exponer los daños catastróficos de las vacunas de ARNm y el ocultamiento de datos de seguridad.
  • Sus despidos coinciden con la audaz decisión de Kennedy de cancelar casi 500 millones de dólares en contratos para el desarrollo de vacunas de ARNm.
  • Hatfill es una figura controvertida con un historial que incluye acusaciones falsas en los ataques con ántrax y la promoción de la hidroxicloroquina para la COVID-19.

Una purga calculada para silenciar la reforma

La versión oficial del Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS) es un despido estéril y burocrático. Afirman que Steven J. Hatfill fue despedido «con justa causa», acusándolo de hacerse pasar por el «director médico» de la Administración para la Preparación y Respuesta Estratégicas (ASPR) y de falta de cooperación. Pero ¿y si esta es solo la excusa conveniente utilizada por una oscura red de personas con información privilegiada? Hatfill cuenta una historia mucho más siniestra. Describe un «golpe de estado para derrocar» al Secretario Kennedy, orquestado por el Jefe de Gabinete, Matt Buckham.

Hatfill y Gray Delany, otro exdirector despedido en agosto, afirman que se contaban entre los pocos en el Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS) que apoyaban la misión «Make America Healthy Again» (Hacer que Estados Unidos vuelva a estar sano), una iniciativa ciudadana para exigir rendición de cuentas en materia de salud pública a una agencia plagada de corrupción. Su objetivo común era reorientar la agencia hacia la verdad, una misión que, al parecer, los convirtió en personas peligrosas. Sus despidos envían un mensaje escalofriante a cualquier otro posible denunciante dentro de la institución: acaten el corrupto statu quo o serán destituidos.

La incómoda verdad sobre el ARNm y la lucha por la rendición de cuentas

¿Por qué el poder en la sombra está tan desesperado por detener a RFK Jr.? La respuesta radica en los miles de millones de dólares que fluyen a través del complejo médico-industrial y en la frágil narrativa oficial sobre la COVID-19. Hatfill era asesor de la ASPR en agosto cuando el secretario Kennedy tomó una decisión trascendental: canceló casi 500 millones de dólares en contratos y subvenciones para el desarrollo de vacunas de ARNm. Esto representó un ataque directo a una fuente de ingresos intocable. Hatfill y Delany afirman que trabajaban para exponer los «daños catastróficos de la tecnología de las vacunas de ARNm y el continuo ocultamiento de datos de seguridad».

Consideremos las implicaciones. Durante años, agencias como la FDA y los CDC han presentado estas vacunas como inequívocamente seguras y eficaces, silenciando a los médicos disidentes y censurando cualquier debate sobre efectos adversos. ¿Qué pasaría si los datos que ocultan revelaran una realidad diferente y mucho más aterradora? El golpe interno contra Kennedy no se trata del cargo de un solo hombre; se trata de impedir que el pueblo estadounidense conozca la verdad completa sobre los productos que fueron obligados a tomar. ¿Cuántas personas dentro del HHS, los CDC o la FDA presionaron para que se autorizaran las vacunas de uso de emergencia a sabiendas de los riesgos potenciales? RFK Jr. entiende que, para restaurar la confianza, es necesario que numerosas personas sean investigadas penalmente. El primer paso es seguir las pruebas, incluso si conducen a los más altos cargos, como el de Anthony Fauci, y exponer la red de complicidad que permitió este fraude masivo.

¿Un pasado controvertido o un blanco fácil?

Los defensores del sistema médico ya están atacando la reputación de Hatfill, desenterrando su complejo pasado para desacreditar sus afirmaciones. En efecto, fue la tristemente célebre «persona de interés» en los ataques con ántrax de 2001, acusación por la que el Departamento de Justicia lo exoneró posteriormente y le pagó una indemnización de 4,6 millones de dólares. Informes también revelaron que falsificó un doctorado hace décadas. Pero ¿acaso un error del pasado, por grave que sea, invalida sus actuales acusaciones de golpe de Estado? ¿O simplemente lo convierte en un blanco más fácil para las campañas de desprestigio? Esta es una táctica clásica: destruir al mensajero para evitar confrontar el mensaje. Además, el trabajo más reciente de Hatfill lo sitúa directamente en desacuerdo con la narrativa farmacéutica. Durante la administración Trump, fue un defensor acérrimo de la hidroxicloroquina (HCQ) para la COVID-19. La FDA primero le otorgó una autorización de uso de emergencia, luego la revocó, descartándola por ineficaz y riesgosa a pesar de su larga trayectoria de uso seguro para otras afecciones. Peter Navarro incluso reclutó a Hatfill para presionar a la FDA y lograr su reautorización. Este historial muestra una tendencia a desafiar el dogma farmacéutico establecido, una tendencia que continúa con sus esfuerzos por cuestionar la tecnología del ARNm. El sistema castiga a quienes se salen de los estrechos límites del pensamiento aceptado, y el despido de Hatfill es un claro ejemplo de ese castigo en acción.

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