El uso temprano de teléfonos inteligentes deja secuelas en la salud mental

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Traducido de The Defender por TierraPura

Por el Dr. Joseph Mercola

Un creciente cuerpo de investigación global está trazando una línea directa entre el uso de teléfonos inteligentes durante la infancia y los problemas de salud mental a largo plazo en la edad adulta.

Las tendencias más preocupantes se observan en aquellos que recibieron dispositivos antes de la adolescencia, con patrones de inestabilidad emocional, autoimagen distorsionada y dificultad para afrontar el estrés que los siguen hasta la edad adulta temprana.

El acceso temprano y sin restricciones a plataformas digitales basadas en algoritmos expone a los niños a un mundo en línea para el cual no están preparados en su desarrollo. Esto ocurre durante una etapa en la que su capacidad para regular las emociones, desarrollar un sentido de identidad saludable y tomar decisiones acertadas aún se está formando.

El resultado es una mayor vulnerabilidad a contenidos dañinos, a la comparación social y a tipos de experiencias (como el acoso cibernético o las relaciones familiares fracturadas) que dejan profundas huellas emocionales.

Estos hallazgos trascienden los debates sobre el tiempo frente a la pantalla y se adentran en el ámbito de la salud y la resiliencia a lo largo de la vida. Comprender cómo el momento de adquirir un teléfono móvil influye en el desarrollo emocional y cognitivo es clave para abordar los desafíos de salud mental que enfrentan los jóvenes adultos de hoy, y proporciona un punto de partida claro para la prevención.

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La posesión temprana de teléfonos inteligentes transforma la salud mental de los adultos jóvenes en todo el mundo

Una investigación publicada en el Journal of Human Development and Capabilities analizó datos del Global Mind Project, que incluyó a más de 100.000 personas de entre 18 y 24 años en 163 países.

El objetivo era determinar cómo la edad en la que se posee el primer teléfono inteligente afecta la salud mental y el funcionamiento general en la edad adulta temprana.

En este estudio, la “salud mental” fue más allá de las medidas convencionales de depresión y ansiedad y abarcó 47 áreas de función emocional, social, cognitiva y física.

Los propietarios más jóvenes se asocian sistemáticamente a peores resultados 

El análisis mostró una tendencia clara: cuanto más joven era alguien que poseía un teléfono inteligente, peor era su puntuación de salud mental en la adultez joven. En el Cociente de Salud Mental, quienes tuvieron su primer teléfono inteligente a los 13 años obtuvieron una puntuación media de 30, mientras que quienes lo consiguieron a los 5 años obtuvieron una puntuación media de tan solo 1.

Esta caída en la puntuación refleja una disminución sustancial del funcionamiento general, con síntomas más graves y menos capacidades positivas.

Los síntomas de alto riesgo se agrupan en los primeros propietarios 

Los problemas más pronunciados entre los primeros propietarios incluían pensamientos suicidas , agresión, sentimientos de desapego de la realidad e incluso alucinaciones.

Por ejemplo, el 48% de las mujeres que recibieron su primer teléfono inteligente a los 5 o 6 años reportaron pensamientos suicidas graves, en comparación con el 28% de quienes recibieron su primer teléfono inteligente a los 13 años. Entre los hombres, las tasas fueron del 31% y el 20%, respectivamente.

La pérdida de resiliencia emocional y autoestima es común 

Ser propietario de un teléfono inteligente a una edad más temprana se asoció con una menor autoestima, confianza y resiliencia emocional en las mujeres. Los hombres de la misma categoría mostraron menor estabilidad, autoestima y empatía.

Estos no son cambios de personalidad menores: representan cambios a largo plazo en cómo las personas manejan el estrés, establecen relaciones y se ven a sí mismas.

El acceso a las redes sociales surge como una vía clave

Una de las explicaciones más contundentes de este deterioro de la salud mental fue el acceso más temprano a las redes sociales. Los niños con teléfonos inteligentes antes de los 13 años eran más propensos a unirse a estas plataformas años antes de lo recomendado, lo que aumentaba las probabilidades de sufrir ciberacoso, tensiones familiares y trastornos del sueño.

El estudio encontró que en los países de habla inglesa, el acceso temprano a las redes sociales explicaba hasta el 70% de los efectos negativos en la salud mental relacionados con la posesión temprana de teléfonos inteligentes.

El ciberacoso, los vínculos familiares deficientes y la alteración del sueño amplifican el daño

Los datos mostraron que las malas relaciones familiares explicaron el 13% del deterioro observado en la salud mental, el ciberacoso el 10% y la interrupción del sueño el 12%. En muchos casos, estos problemas fueron efectos secundarios del acceso temprano a las redes sociales .

Por ejemplo, el 68% del daño vinculado a las malas relaciones familiares y el 63% vinculado al acoso cibernético se remontan al uso temprano de las redes sociales .

El acceso temprano desencadena desajustes en el desarrollo

Los investigadores enfatizaron que estos daños ocurren porque los niños están expuestos a entornos digitales complejos y manipuladores antes de que sus cerebros estén preparados.

La corteza prefrontal —la región cerebral responsable de la toma de decisiones, el control de impulsos y la evaluación de riesgos— no madura completamente hasta mediados de los 20 años. La exposición temprana altera el desarrollo de la regulación emocional y la resiliencia durante importantes años de crecimiento.

Las regiones de habla inglesa enfrentan mayores riesgos 

La anglosfera central —países como Estados Unidos, Reino Unido, Canadá y Australia— tuvo edades promedio más tempranas para el acceso a teléfonos inteligentes (11 años) y a las redes sociales en comparación con otras regiones (de 14 a 16 años).

Estos países también reportaron una mayor exposición a contenido dañino, hipersexualizado y explotador, que era más probable que se promoviera algorítmicamente en espacios en línea en inglés. Esto contribuyó a mayores tasas de abuso sexual en mujeres con acceso temprano a las redes sociales.

Los efectos parecen ser acumulativos y duraderos. 

El patrón fue consistente en todas las regiones y culturas estudiadas, y los impactos más graves se observaron en las personas de entre 18 y 20 años, es decir, que eran más jóvenes durante la pandemia de COVID-19.

Esto sugiere que la posesión temprana de un teléfono inteligente interactúa con otros factores estresantes a lo largo del tiempo, agravando la carga de salud mental en lugar de desaparecer a medida que los niños crecen.

Las recomendaciones de políticas se centran en retrasar el acceso 

Basándose en sus hallazgos, los autores recomiendan restringir la posesión de teléfonos inteligentes y el acceso a las redes sociales para los niños menores de 13 años.

También abogan por la alfabetización digital obligatoria antes de conceder el acceso, así como por la responsabilidad corporativa en la aplicación de las restricciones de edad. Argumentan que estas medidas podrían reducir el sufrimiento mental grave en adultos jóvenes hasta en un 8,5 % y la tasa de pensamientos suicidas hasta en un 20 %.

Cómo proteger tu salud mental retrasando la exposición al teléfono inteligente

Si desea proteger su salud mental (o la de su hijo), comience por abordar un factor importante: la exposición a los teléfonos inteligentes y a las redes sociales impulsadas por algoritmos antes de que el cerebro esté preparado para ello.

La investigación demuestra que la propiedad temprana está estrechamente relacionada con dificultades emocionales, cognitivas y sociales a largo plazo. Esto significa que las decisiones que tomas ahora sobre el acceso, los límites y los hábitos diarios tienen un impacto duradero en la resiliencia emocional, la autoestima y la estabilidad en la edad adulta.

1. Retrasar la adquisición de un teléfono inteligente personal hasta al menos los 13 años: si usted es padre, este único paso reduce drásticamente el riesgo de que su hijo sufra acoso cibernético, interrupciones del sueño y exposición a contenido dañino.

En lugar de un teléfono inteligente totalmente funcional, proporcióneles un teléfono básico que sólo permita hacer llamadas y enviar mensajes de texto hasta que alcancen una edad más apropiada para su desarrollo.

Si bien la evidencia más sólida apoya retrasar la propiedad en el caso de los niños menores de 13 años, también hay evidencia creciente de que extender las medidas de protección al rango de edad de 14 a 18 años podría salvaguardar aún más la salud mental.

2. Restrinja el acceso a las redes sociales hasta que las habilidades de regulación emocional sean más fuertes: si es un adulto que reflexiona sobre sus propios hábitos o está guiando a una persona más joven, evite abrir cuentas en las redes sociales antes de los 13 años al menos.

Para quienes ya lo usan, establezcan límites estrictos y elijan plataformas que ofrezcan controles de privacidad más estrictos y menos feeds algorítmicos. Esto reduce la exposición a contenido dañino y minimiza los patrones de desplazamiento adictivos.

3. Haga que la alfabetización digital sea un paso indispensable antes de acceder a dispositivos o cuentas: si desempeña un rol docente o parental, exija que completen un curso de alfabetización digital antes de permitir actividades en línea sin supervisión. Estos programas deben abarcar cómo reconocer contenido manipulador, evitar interacciones inseguras y comprender cómo funcionan los algoritmos para influir en el comportamiento.

4. Crea y aplica zonas diarias de no usar el teléfono: si tienes dificultades para dormir, concentrarte o estrés, establece horarios y lugares claros donde no se permiten los teléfonos , como durante las comidas, en las habitaciones por la noche o en las aulas. Esto no solo reduce la exposición dañina a las pantallas, sino que también fortalece las relaciones en la vida real y las habilidades sociales en persona.

5. Descansa regularmente de todos los dispositivos conectados para reducir la exposición a los campos electromagnéticos (CEM). Si ya sufres de ansiedad, falta de sueño o fatiga mental, incorpora las horas sin teléfono a tu rutina diaria. Aprovecha ese tiempo para actividades al aire libre, pasatiempos o ejercicio. Alejarte del teléfono también reduce tu exposición a los CEM , lo que favorece una mejor salud general y te permite relajarte por completo.

Preguntas frecuentes sobre la adquisición anticipada de un teléfono inteligente

P: ¿Cómo afecta la posesión temprana de un teléfono inteligente a la salud mental en la edad adulta?

R: Recibir un teléfono inteligente antes de los 13 años se relaciona con un deterioro significativo de la salud mental en etapas posteriores de la vida. Quienes tuvieron un teléfono a temprana edad muestran tasas más altas de pensamientos suicidas, agresividad, desapego de la realidad, alucinaciones y menor autoestima, en comparación con quienes recibieron su primer teléfono más tarde.

P: ¿Por qué los efectos son peores para las mujeres?

R: Las mujeres muestran un mayor impacto negativo según los datos, incluyendo que casi la mitad de los primeros dueños reportan pensamientos suicidas graves. También experimentan mayores pérdidas de resiliencia emocional, autoimagen y confianza, lo que afecta sus relaciones, perspectivas profesionales y calidad de vida en general.

P: ¿Qué papel juegan las redes sociales en estos problemas?

R: La adquisición temprana de un teléfono inteligente suele implicar un acceso más temprano a las redes sociales. Esto aumenta las probabilidades de sufrir ciberacoso, exposición a contenido dañino, trastornos del sueño y tensiones en las relaciones familiares. En países angloparlantes, el uso temprano de las redes sociales explica hasta el 70 % del deterioro de la salud mental observado en los primeros usuarios de teléfonos.

P: ¿Hay regiones más afectadas que otras?

R: Sí. Los países angloparlantes tienden a dar a los niños acceso a teléfonos inteligentes y redes sociales antes que otras regiones. También están más expuestos a contenido en línea dañino y explotador, que es más probable que se promocione en plataformas en inglés.

P: ¿Qué medidas puedo tomar para protegerme a mí mismo o a mi hijo?

A: Retrasar la posesión de teléfonos inteligentes personales hasta al menos los 13 años, restringir el acceso a las redes sociales hasta que las habilidades de regulación emocional sean más fuertes, exigir educación en alfabetización digital antes de permitir el acceso sin supervisión, crear zonas diarias sin teléfono y tomar descansos regulares de los dispositivos conectados para reducir tanto el estrés relacionado con la pantalla como la exposición a los campos electromagnéticos.

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