Fuente: La Gaceta
Suecia, durante décadas símbolo de orden y estabilidad, atraviesa la peor crisis de seguridad de su historia reciente. Estocolmo figura ya entre las ciudades más peligrosas de Europa, con 55 tiroteos registrados hasta agosto y nueve muertos. En todo el país, se han contabilizado 113 incidentes con armas de fuego en lo que va de año, dejando 33 fallecidos.
Las estadísticas reflejan un vuelco histórico: en 2022, Suecia ocupaba el tercer lugar en homicidios con armas de fuego en Europa, sólo por detrás de Montenegro y Albania. Un dato impensable en la tierra del llamado «Estado del bienestar nórdico».
El crimen no se concentra sólo en la capital. Malmö, Gotemburgo y Uppsala también son escenarios habituales de tiroteos, atentados con bombas y ajustes de cuentas entre grupos rivales. En abril, tres jóvenes fueron ejecutados en una peluquería de Uppsala; en agosto, un hombre fue asesinado a tiros frente a una mezquita en Örebro.
La policía advierte que los líderes de las bandas operan desde el extranjero, enviando órdenes mediante redes sociales y aplicaciones encriptadas. Los sicarios son cada vez más jóvenes: niños de 12 y 13 años reclutados con dinero y falsas promesas de estatus. El fenómeno ha obligado al Gobierno a rebajar la edad penal de 15 a 13 años para poder juzgar a menores implicados en asesinatos y atentados.
El temor entre la población es palpable. Casi una de cada tres mujeres de entre 16 y 29 años admite que evita salir de noche por miedo a sufrir ataques, según recoge The European Conservative.
Arvid Hallén, director del think tank conservador Oikos, lo resume sin rodeos: «Este nivel de violencia es único en Europa. Y es consecuencia directa de décadas de políticas de inmigración irresponsables». Según Hallén, Suecia no tendría esta crisis si la inmigración hubiera procedido de países europeos vecinos: «El problema es que se ha importado masivamente población del norte de África, Oriente Medio y el Cuerno de África, con graves dificultades de integración».
La situación ha convertido a Suecia en un caso de advertencia para toda Europa. Europol alerta de que la violencia iniciada allí se está propagando como un reguero de pólvora hacia otros países del continente.
Pese a un leve descenso de homicidios en 2024 gracias a nuevas medidas de vigilancia, el país sigue registrando cifras alarmantes: 45 muertes por armas de fuego ese año. Aún peor es la escalada de atentados con explosivos, que pasaron de 149 en 2023 a 317 en 2024. Sólo en enero de 2025, Estocolmo sufrió más de 30 bombazos en un mes, la mayoría vinculados a extorsiones.
El desastre sueco ha saltado al debate político europeo. El primer ministro húngaro, Viktor Orbán, ha señalado a Suecia como prueba de los efectos devastadores de la inmigración masiva: «Sus ciudades arden con violencia y bombazos, mientras aquí tenemos 0 ilegales y 0 explosiones».