Fuente: La Gaceta
Un informe de Naciones Unidas, publicado este lunes, ha destapado que el régimen de Kim Jong-un en Corea del Norte ha intensificado las ejecuciones —incluidos fusilamientos públicos— contra ciudadanos cuyo «delito» es haber visto o compartido películas extranjeras.
La represión no se queda ahí: el documento denuncia un incremento en el uso de trabajos forzados, castigos colectivos y humillaciones públicas, todo ello en un intento de infundir miedo y mantener sometida a la población.
Según los testimonios recogidos, los castigos más duros se reservan para quienes introducen o distribuyen material audiovisual procedente del extranjero —películas de Hollywood, series surcoreanas o incluso música— considerados por el régimen como una amenaza mortal al control ideológico.
Varios de estos ciudadanos habrían sido ejecutados frente a multitudes, en escenas de terror que buscan escarmentar al resto. La ONU advierte de que se han recrudecido los campos de trabajos forzados, donde miles de personas, incluidas mujeres y niños, son sometidas a jornadas extenuantes, palizas y privaciones como forma de castigo político.
En las cárceles y centros de detención se registran además cánticos propagandísticos y sesiones de adoctrinamiento, acompañados de torturas físicas y psicológicas.
Corea del Norte demuestra, una vez más, la brutalidad inherente de un régimen comunista que convierte la vida cotidiana en un infierno. Lo que en cualquier sociedad libre es un derecho básico —ver una película, escuchar música, hablar sin miedo—, bajo Kim Jong-un puede costar la vida.