Científicos impulsan un plan para difundir la alergia mortal a la carne entre el público para combatir el cambio climático

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Traducido de Slay News por TierraPura

Científicos de la Western Michigan University están impulsando un plan para supuestamente “combatir el cambio climático” que implica la propagación deliberada de una peligrosa enfermedad transmitida por garrapatas que puede desencadenar una alergia mortal de por vida a la carne roja.

Como parte de un plan para garantizar que Estados Unidos cumpla con la agenda globalista “Net Zero”, los científicos argumentan que se debe evitar que el público coma carne para reducir drásticamente el número de ganado de Estados Unidos.

Argumentan que el ganado para la industria de la carne está causando el “calentamiento global” y debe ser eliminado.

Para impedir por la fuerza que el pueblo estadounidense coma carne, proponen utilizar garrapatas para propagar una enfermedad entre el público, lo que significa que la gente morirá si la consume.

El impactante artículo académico que describe el plan fue publicado en la revista revisada por pares Bioethics.

El artículo fue escrito por los profesores de ética médica de la Western Michigan University, Parker Crutchfield y Blake Hereth.

Crutchfield y Hereth sostienen que podría ser “moralmente obligatorio” proliferar la garrapata estrella solitaria en todo Estados Unidos.

La picadura de esta garrapata puede inyectar una molécula de azúcar llamada alfa-gal en el cuerpo humano, desencadenando el síndrome alfa-gal (AGS).

El AGS es una enfermedad grave y potencialmente mortal que puede provocar reacciones alérgicas a la carne de res, cerdo, cordero, productos lácteos, gelatina e incluso ciertos medicamentos.

Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), el AGS ha afectado a casi 450.000 estadounidenses entre 2010 y 2022.

Los casos han ido aumentando a medida que el hábitat de la garrapata estrella solitaria se expande hacia el norte.

Los síntomas pueden incluir urticaria, dolor de estómago, presión arterial peligrosamente baja y, en casos graves, anafilaxia, una reacción alérgica potencialmente mortal.

Se han documentado al menos 10 muertes vinculadas a reacciones a la alfa-gal causadas por productos médicos como el medicamento contra el cáncer cetuximab y el anticoagulante ampliamente utilizado heparina.

A pesar de la gravedad de la enfermedad y de que no existe cura ni vacuna, los autores sostienen que la propagación del AGS podría considerarse un “biopotenciador moral”.

Afirman que “salvará al planeta” de la “ ebullición global ” porque reduciría el consumo de carne y ayudaría así a alcanzar los objetivos climáticos de “Net Zero”.

“Si estamos en lo cierto, hoy tenemos la obligación de investigar y desarrollar la capacidad de proliferar AGS transmitidos por garrapatas y, mañana, llevar a cabo esa proliferación”, afirma el documento.

La propuesta sugiere abiertamente el uso de ingeniería genética para aumentar el potencial de propagación de enfermedades de la garrapata.

Una vez mordidas, las víctimas pueden desarrollar una alergia no sólo a la carne y los productos lácteos, sino también a alimentos que contienen carragenina, un espesante derivado de algas marinas, y una variedad de productos procesados y medicamentos.

Esto podría limitar gravemente la libertad alimentaria y el acceso a ciertos tratamientos.

Los críticos advierten que la idea equivale a convertir en un arma una amenaza a la salud pública contra la población bajo el pretexto de la responsabilidad ambiental.

La garrapata estrella solitaria ya está en aumento en los EE. UU., y su área de distribución se está expandiendo desde el sudeste y el medio oeste hasta estados como Nueva York y Pensilvania.

Actualmente los CDC recomiendan prevenir las picaduras mediante repelentes y ropa protectora, no fomentando la proliferación de garrapatas.

Aunque los autores presentan su propuesta como un deber ético, sus oponentes la ven como un ejemplo alarmante de cómo la política de “cambio climático” puede utilizarse para justificar medidas extremas que ponen en riesgo la salud humana y la libertad personal.

Si tales ideas ganan fuerza en los círculos de formulación de políticas, podría marcar un paso peligroso hacia el uso de los objetivos ambientales como pretexto para controlar el suministro de alimentos.

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