Traducido de Natural News por TierraPura
Durante décadas, los huevos fueron vilipendiados como el enemigo público número uno en la lucha contra las enfermedades cardíacas. Agencias de salud, médicos convencionales y gurús de la dieta advirtieron que sus yemas, ricas en colesterol, obstruían las arterias y disparaban los niveles de LDL. Ahora, una investigación pionera de la Universidad del Sur de Australia revela la impactante verdad: el verdadero villano no fueron los huevos, sino las grasas saturadas desde el principio.
En un estudio que revoluciona décadas de dogmas dietéticos, investigadores descubrieron que comer dos huevos al día como parte de una dieta baja en grasas saturadas en realidad redujo el colesterol LDL en comparación con dietas que evitaban los huevos, pero sí consumían mucha mantequilla, carnes grasas y lácteos enteros. Los hallazgos, publicados en el American Journal of Clinical Nutrition , exponen la trágica mentira nutricional que satanizó uno de los alimentos más ricos en nutrientes de la naturaleza, mientras exculpaba a los verdaderos culpables de la dieta.
Puntos clave:
- Comer 2 huevos al día redujo el colesterol LDL en aproximadamente 6 puntos, pero sólo cuando la ingesta de grasas saturadas era baja.
- La grasa saturada, no el colesterol dietético, aumentó directamente el LDL y la ApoB (un marcador clave de enfermedad cardíaca).
- La dieta de huevo aumentó las partículas LDL pequeñas y densas (vinculadas a la acumulación de placa) mientras que redujo las subespecies beneficiosas de HDL, lo que revela compensaciones complejas.
- Estudio financiado por la industria del huevo, pero los investigadores insisten en que los hallazgos fueron independientes y se alinean con la ciencia emergente que absuelve al colesterol dietético.
La gran mentira del colesterol: cómo culparon a los huevos
Desde la década de 1960, las directrices dietéticas insistían en un mensaje: evitar alimentos ricos en colesterol como los huevos o correr el riesgo de sufrir enfermedades cardíacas. Los médicos aconsejaban a los pacientes que eliminaran las yemas, las escuelas eliminaron los huevos de los menús de las cafeterías y los estadounidenses, aterrorizados, optaban por unos insípidos revueltos de claras de huevo, irónicamente ahogándolos en mantequilla o aceites procesados.
Pero la ciencia nunca cuadraba. Como confirma este estudio, el colesterol en sangre responde mucho más a las grasas saturadas (presentes en carnes grasas, lácteos y aceites tropicales) que al propio colesterol dietético. Aun así, las instituciones insistieron en la narrativa anti-huevo, ignorando culturas del mundo real como la japonesa, donde un alto consumo de huevos coexiste con bajas tasas de enfermedades cardíacas. El equilibrio es importante, pero eso significa incorporar alimentos integrales ricos en nutrientes, en lugar de comidas reconfortantes y grasosas.
«El miedo a los huevos fue una distracción», afirma Jon Buckley, investigador principal. «Las grasas saturadas alimentaron la crisis silenciosamente mientras culpábamos a un alimento inocente».
La trampa de las grasas saturadas: por qué la mantequilla, el queso y las carnes grasosas son el problema
¿La revelación más contundente del estudio? Los participantes que evitaron los huevos, pero consumieron grasas saturadas altas, no experimentaron mejoras en el colesterol LDL , mientras que quienes consumieron huevos con dietas bajas en grasas saturadas sí lo hicieron. He aquí la razón: las grasas saturadas (como el ácido palmítico presente en la carne y los lácteos) alteran el metabolismo hepático, obligándolo a producir más LDL. Los huevos, en cambio, contienen colina y omega-3, que pueden contrarrestar los efectos del colesterol cuando se minimizan otras grasas. Si bien estos alimentos pueden consumirse de forma equilibrada, para los pacientes cardíacos, una pequeña cantidad puede ser excesiva.
La conclusión:
- Cocine los huevos en aceite de oliva o aceite de aguacate, no en mantequilla.
- Olvídate del tocino grasiento y la salchicha. Combínalos con aguacate o espinacas.
- Elija lácteos bajos en grasa, leche cruda o alternativas sin lácteos. La leche entera y el queso, si bien aportan beneficios para la salud, son los verdaderos culpables de la grasa saturada añadida.
No es un pase libre: las desventajas ocultas de la dieta del huevo
Si bien el estudio desmiente mitos, también expone matices: el consumo de huevos aumentó las partículas LDL pequeñas y densas (el tipo más dañino para las arterias) y redujo el HDL4 (un subtipo protector).
¿Significa esto que los huevos son peligrosos? No, porque el contexto importa. Para la mayoría de las personas, el efecto reductor del colesterol LDL supera el desplazamiento de partículas si se mantienen bajos los niveles de grasas saturadas. Sin embargo, los pacientes cardíacos deben vigilar atentamente sus reacciones. Además, los huevos escalfados o cocidos son mejores que los fritos.
Durante años, las grandes farmacéuticas y los gigantes de la alimentación procesada se lucraron gracias a la culpa que se atribuyó a los huevos. Ahora, la ciencia corrige la situación, pero advierte: los huevos no son mágicos. Se desarrollan mejor en una dieta equilibrada que evite las grasas saturadas y priorice los alimentos integrales .
«Los huevos han vuelto», dice Buckley. «Pero esta vez, cómelos con inteligencia».