Unai Cano – La Gaceta de la Iberosfera
Una niña ha sido expulsada de Bilton School, escuela secundaria ubicada en el pueblo de Bilton (Warwickshire, Inglaterra), por defender la cultura británica durante el «Día de la Diversidad Cultural», una jornada organizada por el centro para celebrar las distintas herencias culturales del alumnado. Según ha denunciado su padre, Stuart Field, en una publicación viral en redes sociales, su hija de 12 años fue obligada a abandonar las actividades tras presentarse con un vestido con la bandera del Reino Unido y preparada para leer un discurso en defensa de las tradiciones británicas.
«La están haciendo esperar sola en la recepción hasta que yo la recoja», escribió Field. «El motivo: celebrar la cultura británica no es válido en esta jornada, porque según los docentes, ella ya ‘vive’ esa cultura todos los días».
La indignación del padre ha crecido tras conocer que la niña no sólo fue excluida de los actos, sino que tampoco se le permitió leer el texto que había preparado con entusiasmo. En su discurso, la menor hablaba de tradiciones como el té de la tarde, el humor británico, el respeto, Shakespeare o la monarquía, y subrayaba que «ser británico también es una cultura y debe ser celebrada como cualquier otra». La niña pedía que se reconocieran todas las culturas, incluidas las locales, «porque todas importan».
Las imágenes compartidas por la familia muestran a la joven vestida con orgullo con los colores de su país y visiblemente afectada tras ser apartada de la jornada. «No se le permitió decir ni una sola palabra. Su mensaje era hermoso e inclusivo, pero la izquierda ‘woke’ que domina este tipo de actos no soporta ver a una niña blanca orgullosa de su país», denunció el padre.
La escuela Bilton School había informado previamente en una carta enviada a las familias que el «Día de la Cultura» estaba destinado a celebrar «la rica diversidad cultural de la comunidad escolar», animando a los alumnos a vestir ropa tradicional relacionada con sus raíces y a compartir discursos sobre su herencia. Sin embargo, según la familia, en la práctica esto excluyó a quienes querían representar la cultura británica.
La situación ha reabierto el debate sobre hasta qué punto ciertos enfoques de inclusión cultural terminan discriminando a los propios ciudadanos del país anfitrión. «Ser británico no debería ser motivo de vergüenza ni de exclusión. Mi hija tiene tanto derecho como cualquier otro estudiante a expresar su identidad», concluyó Stuart Field.