Fuente: Voz Media
Por Leandro Fleischer
La Universidad de Harvard, emblema de la élite intelectual global, ha sido históricamente un bastión de ideas progresistas y de izquierda. Desde su recepción entusiasta de figuras como Fidel Castro hasta su apoyo matizado a movimientos como el liderado por Ho Chi Minh en Vietnam, el interés por la China maoísta y, más recientemente, la causa palestina, Harvard ha albergado debates y posturas que han generado controversia.
Fidel Castro en Harvard
En abril de 1959, apenas meses después del triunfo de la Revolución Cubana, Fidel Castro, entonces un joven líder de 32 años, visitó Estados Unidos en una gira que buscaba proyectar una imagen de apertura. Su parada en Harvard el 25 de abril fue uno de los momentos más destacados. Ante la imposibilidad de albergar a la multitud en un auditorio, el discurso se trasladó al estadio de fútbol americano de la universidad, convertido en un anfiteatro improvisado. Más de 10.000 personas, entre estudiantes, profesores y residentes de Boston, se congregaron para escuchar al revolucionario, presentado por el decano McGeorge Bundy, quien incluso bromeó sobre haber rechazado la solicitud de ingreso de Castro años antes.
El discurso de Castro, de 90 minutos y en un inglés limitado, fue una mezcla de celebración de su revolución y críticas al imperialismo. Habló de la opresión bajo el régimen del derrocado presidente Fulgencio Batista y defendió la necesidad de reformas en Cuba, ganándose el aplauso efusivo de la audiencia. Los estudiantes, muchos de los cuales veían a Castro como un libertador romántico que había derrocado a un dictador corrupto, lo recibieron con entusiasmo. Sin embargo, cuando se le preguntó por las ejecuciones sumarias en Cuba, Castro negó cualquier irregularidad.
Este episodio refleja la debilidad de Harvard por líderes de izquierda, especialmente en un contexto donde el antiimperialismo resonaba entre los estudiantes de los años 50 y 60. Sin embargo, menos de dos años después, Castro se declararía marxista-leninista, alineándose con la Unión Soviética, lo que transformó la percepción de muchos en Harvard y en Estados Unidos. La visita, que inicialmente simbolizó esperanza, se convirtió en un recordatorio de cómo las narrativas románticas pueden ocultar realidades autoritarias.
Ho Chi Minh y la Guerra de Vietnam: la izquierda estudiantil en acción
Durante la Guerra de Vietnam, Harvard se convirtió en un epicentro de protestas contra la intervención estadounidense, y Ho Chi Minh, líder del movimiento comunista y nacionalista Viet Minh y presidente de Vietnam del Norte hasta su muerte en 1969, fue visto por muchos estudiantes como un símbolo de resistencia anticolonial. Aunque no visitó Harvard, su figura inspiró a los movimientos estudiantiles de los años 60 y 70, como los Students for a Democratic Society (SDS), que organizaron ocupaciones y manifestaciones en el campus, a pesar de las atrocidades cometidas por el líder comunista.
Profesores como el izquierdista Noam Chomsky, aunque basado en el MIT, influían en los círculos progresistas de Harvard con discursos y escritos que defendían a Vietnam del Norte y sólo apuntaban contra la operación estadounidense, minimizando las persecuciones, torturas y asesinatos de disidentes y religiosos que no se alineaban con el régimen.
Esta percepción de Ho como un reformador agrario reflejaba una idealización común en la izquierda académica, que a menudo pasaba por alto las políticas represivas del régimen norvietnamita.
Las críticas a esta postura señalaban que Harvard, al dar espacio a estas ideas, contribuía a romantizar movimientos que, en la práctica, restringían libertades.
La China maoísta: fascinación académica y estudiantil
En las décadas de 1960 y 1970, la Revolución Cultural china, iniciada por el dictador Mao Zedong, captó la atención de algunos sectores de Harvard. Aunque el apoyo no fue institucional, la universidad albergó debates y cursos que exploraban el maoísmo como un modelo alternativo al capitalismo.
John King Fairbank, un prominente sinólogo de Harvard, lideró estudios sobre China moderna, aunque su enfoque era más analítico que ideológico. Entre los estudiantes, sin embargo, el maoísmo atraía a quienes buscaban una ruptura radical con el orden establecido.
Esta fascinación no estaba exenta de críticas. La represión durante la Revolución Cultural, que causó millones de víctimas, generó escepticismo incluso entre los progresistas.
Más recientemente, las preocupaciones sobre la influencia del Partido Comunista Chino en los campus estadounidenses han puesto a Harvard bajo escrutinio.
En 2021, el profesor Charles Lieber, nanocientífico principal de Harvard, fue condenado por ocultar sus vínculos de investigación con China, un caso que resaltó los riesgos de la apertura académica frente a intereses geopolíticos.
La causa palestina: apoyo al terrorismo
El apoyo a los palestinos ha sido uno de los temas más controvertidos en Harvard. Desde los años 70, grupos estudiantiles han defendido la así llamada causa palestina, criticando a Israel. En las últimas décadas, el Comité de Solidaridad con Palestina de Harvard ha generado titulares por su activismo, especialmente tras la masacre del 7 de Octubre perpetrada por Hamás en Israel en 2023. Algunas declaraciones de estudiantes, que parecían justificar la violencia indiscriminada contra israelíes, desataron acusaciones de antisemitismo y de apoyo implícito y explícito al terrorismo palestino.
Estudiantes radicalizados en Harvard suelen adoptar posturas más extremas, equiparando el terrorismo palestino, impulsado por motivaciones raciales, religiosas y genocidas, con movimientos anticoloniales históricos. Esta polarización ha intensificado las críticas hacia Harvard, con el Gobierno de Trump en 2025 señalando a la universidad como un ejemplo de extremismo de izquierda y antisemitismo en la academia, lo que derivó en una disputa entre el presidente y la institución académica.
La Administración Trump ha acusado a Harvard de no haber hecho lo suficiente para combatir los numerosos casos de antisemitismo que han tenido lugar dentro de sus instalaciones, iniciados después de los barbáricos atentados del 7 de Octubre. De hecho, Trump decidió congelar toda nueva subvención a la universidad. No obstante, la situación parece encaminarse hacia un acuerdo entre las partes.
Anteriormente, la presidente de la Universidad de Harvard, Claudine Gay, renunció a su cargo el 2 de enero de 2024, tras solo seis meses en el puesto, debido a acusaciones de plagio y a una reacción negativa por lo que algunos consideraron una respuesta inadecuada al antisemitismo en el campus, ya que durante una audiencia con el Comité de Educación de la Cámara de Representantes de EEUU, se negó a afirmar que llamar al genocidio de los judíos, tal como sucedía en Harvard durante su presidencia, violaba la política de acoso en la institución académica.
Harvard disfraza de libertad académica la difusión de ideas de izquierda
La trayectoria de Harvard como epicentro de ideas progresistas, desde la recepción de Fidel Castro en 1959 hasta las recientes manifestaciones pro-Hamás, revela una tensión estructural entre su aspiración a la excelencia intelectual y su susceptibilidad a la instrumentalización ideológica. Si bien la universidad se enorgullece de ser un bastión de debate libre, su historia sugiere una inclinación recurrente hacia la amplificación de narrativas de izquierda que, en ocasiones, sacrifican el escrutinio crítico en favor de la empatía política. Esta dinámica no sólo ha alimentado polarización, sino que también plantea interrogantes sobre la coherencia de Harvard en defender la libertad académica cuando las ideas que cobija chocan con valores democráticos o generan consecuencias divisivas.