Fuente: La Gaceta de la Iberosfera
El régimen comunista chino puso en marcha un proyecto secreto durante el primer mandato del presidente Donald Trump para debilitar a Estados Unidos mediante el aumento de la producción de precursores de fentanilo, enviados a México y Canadá para su elaboración y posterior distribución a través de la frontera.
Así lo ha revelado Yuan Hongbing, jurista disidente exiliado en Australia, en declaraciones a The Epoch Times. El plan, conocido como Proyecto Cero, habría sido impulsado desde las altas esferas del Partido Comunista Chino (PCCh) con el objetivo de generar una ola de adicción en la población estadounidense.
Yuan afirma que sus fuentes, próximas a descendientes de altos cargos del régimen chino, le han informado de que el tráfico de fentanilo sigue siendo promovido por altos funcionarios del PCCh. La intención sería usar la epidemia de drogas como herramienta geoestratégica en el contexto del enfrentamiento comercial con Estados Unidos.
Durante el primer mandato de Trump, el entonces presidente presionó al líder chino, Xi Jinping, para que frenara el envío de fentanilo a Estados Unidos. Sin embargo, según Yuan, Xi considera la crisis de opioides como una especie de «retribución histórica», en alusión a las Guerras del Opio y culpando a Occidente de la humillación sufrida por China en el pasado. En esta visión, la decadencia de Occidente sería la prueba del ascenso de Oriente.
El fentanilo y los opioides sintéticos son ya la principal causa de muerte entre los adultos estadounidenses de entre 18 y 44 años. Sólo en 2023, más de 107.000 personas murieron por sobredosis, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades. Un informe del Commonwealth Fund confirmó que Estados Unidos tiene la tasa más alta de mortalidad por sobredosis del mundo.
China es una fuente clave de las sustancias relacionadas con el fentanilo que llegan a EE.UU., especialmente desde la ciudad de Wuhan, un centro con fuerte presencia de industria química y farmacéutica. A pesar de la prohibición oficial impuesta en 2019, las empresas chinas continuaron enviando precursores a México, donde los cárteles montan laboratorios clandestinos protegidos por redes de corrupción, según declaraciones del exagente de la DEA Aaron Graham.
Un informe de una Comisión de la Cámara de Representantes sobre el PCCh, publicado en abril de 2024, reveló que el régimen chino ha subsidiado directamente a empresas que exportan precursores de fentanilo, permitiéndoles acceder a reembolsos fiscales y beneficios monetarios. El mismo documento acusó a Pekín de permitir la venta de drogas en su red nacional —estrictamente controlada—, bloqueando contenidos dirigidos al mercado interno, pero no así los enfocados a la exportación.
«El Partido Comunista Chino nos está diciendo que quiere que entre más fentanilo a nuestro país», declaró el entonces presidente de la Comisión, el republicano Mike Gallagher, durante una audiencia en abril de 2024.
Ante esta evidencia, Trump endureció su posición. Impuso un arancel del 20% al fentanilo procedente de China, como parte de una ofensiva comercial más amplia que ha elevado al 145% la carga impositiva sobre la mayoría de productos chinos.
Pekín ha respondido con hostilidad. El Ministerio de Asuntos Exteriores del régimen declaró el 29 de abril que «luchará hasta el final» en la guerra comercial y negó estar en conversaciones con Washington, a pesar de las afirmaciones de Trump.
El temor a que se haga público el Proyecto Cero —y a que Estados Unidos exija responsabilidades legales a Xi Jinping por su implicación directa en la cadena de narcotráfico— ha contribuido, según Yuan, a que el régimen endurezca su postura.
A este temor se suma otro: la creciente presión para que China rinda cuentas por su papel en la pandemia del COVID-19. Un juez de Misuri dictaminó en marzo que el PCCh debía pagar 24.000 millones de dólares por daños relacionados con el acaparamiento de suministros médicos. Poco después, la Casa Blanca reconoció como creíble la teoría del laboratorio de Wuhan como origen del virus.
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