La historia de la estrella de OnlyFans ilustra cómo la pornografía ha normalizado el sexo en las mentes jóvenes.

Traducido de Life Site News por TierraPura

Por Jonathon

En mis presentaciones sobre pornografía para padres, siempre enfatizo un hecho clave: si no les enseñan a sus hijos sobre sexo y sexualidad saludables, internet lo hará. En la cultura digital hipersexualizada actual, donde las imágenes e información sexual son casi omnipresentes, debemos educar a nuestros hijos, o los pornógrafos lo harán.

Una entrevista reciente de la BBC con la infame estrella de OnlyFans, Lily Phillips , quien se dio a conocer gracias a escenas desgarradoras y horribles, como acostarse con más de 100 hombres en un solo día, lo deja meridianamente claro una vez más. Las estadísticas del Reino Unido indican que la edad promedio de la primera exposición a la pornografía es entre los 11 y los 13 años, y muchos la experimentan mucho antes. Philips no fue la excepción.

The Smartphone Battle is *the* most important battle for parents today. If you don’t have the strength to keep smartphones out of your kids’ hands in the face of tremendous pressure, don’t bother even getting married.pic.twitter.com/q34bx8JZU0

— Eric Sammons (@EricRSammons) April 11, 2025

“Probablemente vi pornografía por primera vez cuando tenía unos 11 años”, dijo Phillips. “Así que siempre lo supe. Siempre supe que existía y siempre pensé que era muy normal verlo”.

“Claro”, respondió Victoria Derbyshire de la BBC. “Pero si empezaste a verlo a los 11, bueno… ¡es muy joven!”.

“Sí”, respondió Phillips sonriendo.

—Y dices que es normal —continuó Derbyshire, intentando disimular su sorpresa—. ¿Puedes describir cómo te ha influido en tu mente y en tu perspectiva sobre el sexo?

“¿Sabes qué? De hecho, me dio mucha confianza sexual y aprendí un montón de cosas”, respondió Phillips. “Bueno, así es como aprendí principalmente: a través de la pornografía. Y creo que tiene un efecto positivo en mí, simplemente porque me permite comprender un poco mejor las cosas”.

“Cierto”, dijo Derbyshire. “Pero como sabemos, lo que vemos en la pornografía en línea no es… puede ser extremo, no es normal”.

—Sí, sí —dijo Phillips riendo—. Depende del tipo de pornografía que veas. Eso es lo que yo diría.

“Y cuando miras atrás y reflexionas sobre el hecho de que tuviste acceso a esta pornografía y la veías desde los 11 años, y no solo tú, sino cualquier miembro de la Generación Z con un teléfono inteligente, ¿te sugiere eso que tal vez tu generación ha sido defraudada por los políticos, las empresas tecnológicas o incluso los padres?”, preguntó Derbyshire.

“Creo que es difícil porque el sexo es parte de la vida y no creo…” comenzó Phillips.

“¡Pero no cuando tengas 11 años!”, intervino Derbyshire.

“Pero creo que deberías aprender de ello desde esa edad”, insistió Phillips. “Lo creo. Porque es entonces cuando empiezas a pensar en cosas así”.

“¿Pero aprender mediante la pornografía?”, insistió Derbyshire.

“Quizás no, sí, quizás no aprender de la pornografía”, dijo Phillips. “Pero creo que comprenderlo mejor a esa edad sería útil”.

Derbyshire finalmente planteó la pregunta: “¿Existe un vínculo directo entre ver pornografía mientras crecías y las decisiones que tomaste para hacer lo que haces ahora?”

“Creo que tal vez”, admitió Phillips. “Es decir, no conozco una vida sin pornografía, así que tal vez”.

Léanlo de nuevo, porque Phillips habla por toda su generación: No conozco una vida sin pornografía . Es cierto que no todos acabaron en OnlyFans como consumidores o prostitutas digitales, pero millones de jóvenes han sido moldeados por la pornografía de diferentes maneras, desde sus perspectivas sobre el sexo y las relaciones hasta la sexualidad y la violencia sexual.

¿Y por qué? Porque, como insinuó Victoria Derbyshire, todos les fallaron. . Los políticos y juristas que decidieron que la licencia para adultos, la lujuria y la perversión eran un bien social superior a proteger la inocencia de los jóvenes. Las empresas tecnológicas y los pornógrafos que promocionaron sus productos entre los jóvenes, sabiendo que les harían daño. Los padres que les dieron a sus hijos acceso a todo el mundo digital, en la mayoría de los casos sin darse cuenta de a qué les estaban dando acceso.

Como señalé antes, la historia de Lily Phillips es una razón más contundente por la que deberíamos prohibir la pornografía, porque creamos el mundo que la creó a ella: