Por  Rafa Gómez-Santos Martín – Gateway Hispanic

N del E: la noticia fue actualizada y se modificó parcialmente el título original “TRUMP DESTRUYE EL DEPARTAMENTO DE EDUCACIÓN. El presidente se dispone a firmar una orden ejecutiva para eliminarlo de inmediato.”. Aunque ya no es noticia, el artículo conserva el valor del análisis que realiza el autor del artículo.

El presidente Donald Trump firmó una orden ejecutiva que borra del mapa al Departamento de Educación de Estados Unidos, devolviendo el control de la educación a los estados, donde, según los republicanos, siempre debió estar.

El mundo conservador está celebrando una victoria monumental.

Trump firmó esta orden luego de que a partir del 6 de marzo, dirigiendo a la secretaria de Educación, Linda McMahon tomó todas las medidas necesarias para cerrar el departamento.

Este movimiento no solo cumple una promesa de campaña, sino que también enciende una furia justificada contra las políticas progresistas que han convertido las escuelas en centros de adoctrinamiento izquierdista.

Desde su creación en 1980 bajo el presidente Jimmy Carter, el Departamento de Educación ha sido un blanco constante de críticas conservadoras.

Con un presupuesto de $268 mil millones en 2024, el departamento supervisó programas federales, préstamos estudiantiles y ayuda a escuelas necesitadas, pero también ha sido acusado de imponer agendas progresistas, como políticas de diversidad, equidad e inclusión (DEI) y programas de préstamos estudiantiles que, bajo el gobierno de Joe Biden, generaron críticas feroces de los republicanos.

Trump, fiel a su visión de reducir el tamaño del gobierno, ha llamado al departamento un “gran engaño” y prometió eliminarlo en su primera presidencia, un objetivo que ahora concreta.

La izquierda, como era de esperarse, está en pánico.

Grupos como la Asociación Nacional de Educación (NEA), que representa a 2.8 millones de maestros, advierten que cerrar el departamento sería “catastrófico” para estudiantes de bajos ingresos y eliminaría protecciones contra la discriminación.

Pero, ¿de verdad? Esta narrativa ignora cómo las escuelas públicas, bajo la supervisión federal, han sido invadidas por ideologías radicales que priorizan la “teoría crítica de la raza” y el género por encima de la excelencia académica.

Eliminar el departamento podría reducir inequidades raciales al cortar fondos que perpetúan sistemas fallidos, pero la izquierda lo pinta como un ataque a los pobres, un argumento hipócrita que oculta su agenda de control centralizado.

Los detalles del plan son claros y audaces. El WSJ reporta que Trump instruirá a McMahon, confirmada como secretaria el 3 de marzo de 2025, para desmantelar el departamento, aunque cerrar una agencia de nivel de gabinete requiere aprobación del Congreso.

Sin embargo, Trump ya está moviendo piezas: Funcionarios han discutido (y están concretando) órdenes ejecutivas que mueven funciones como los préstamos estudiantiles al Departamento del Tesoro y las protecciones de derechos civiles al Departamento de Justicia.

Esto no es solo una reforma; es una revolución educativa que pone fin al monopolio federal que ha sofocado la libertad local.

Elon Musk, jefe del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), ha respaldado públicamente esta iniciativa, declarando que el departamento “ya no existe” .

Este respaldo de un visionario como Musk resalta la urgencia de cortar la burocracia federal que ha engordado innecesariamente.

Mientras tanto, la izquierda, con su discurso llorón, insiste en que esto dañará a los estudiantes vulnerables, pero olvidan que los estados, con sus gobiernos locales, pueden responder mejor a las necesidades reales de sus comunidades, libres de la interferencia de Washington.

Las reacciones de nuestros lectores, reflejan el entusiasmo conservador. Desde Gateway Hispanic, celebraromos cómo Trump cumple promesas mientras la izquierda se rasga las vestiduras.

Por el contrario, los medios progres lamentan que esto deje a la población “desinformada” y vulnerable a teorías conspirativas, una afirmación ridícula que solo demuestra su desprecio por la libertad individual y la educación basada en valores tradicionales.

La oposición progresista, como siempre, es un caos. Tratan de meter miedo y advierten que los estados no están preparados para asumir el control, pero esto suena más a excusas que a argumentos sólidos.

Los conservadores hemos visto cómo los gobiernos estatales manejan mejor la educación cuando se les da la oportunidad, sin las cadenas de regulaciones federales que priorizan ideología sobre resultados.

La izquierda, con su obsesión por el control centralizado, teme perder su influencia sobre las aulas, donde han promovido narrativas que dividen en lugar de unir.

Este movimiento no solo es un golpe a la burocracia, sino una bofetada a las políticas fallidas de la izquierda.

Eliminar el departamento podría cortar $18 mil millones en fondos Title I, pero también liberaría a las escuelas de la presión de programas que benefician a las élites progresistas en detrimento de los estudiantes comunes.

La idea de devolver la educación a los estados es un regreso a los principios fundacionales de Estados Unidos, donde la libertad local prevalece sobre el control federal.

Y qué decir de Linda McMahon, una líder empresarial con visión, frente a los burócratas de carrera que han defendido el statu quo.

Su compromiso, expresado en su audiencia de confirmación, de mantener fondos para escuelas necesitadas mientras se desmantela el departamento, demuestra un enfoque pragmático que la izquierda desprecia.

Mientras los progresistas lloran por la “pérdida” de su juguete ideológico, Trump y sus aliados avanzan con decisión.

Este histórico paso de Trump para eliminar el Departamento de Educación es una victoria resonante para los valores conservadores: menos gobierno, más libertad y educación basada en la verdad, no en la agenda progresista.

La izquierda, con su drama habitual, se retuerce en indignación, gritando que el fin del mundo está cerca, pero solo demuestran su pánico ante la pérdida de su máquina de indoctrinación.

¡Que sigan llorando mientras los conservadores celebramos este golpe maestro y nos reímos de su desesperación! ¡Adiós, Departamento de Educación, y hola, libertad educativa!

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