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Por Israel Duro – Voz US Media
El mundo es un lugar totalmente diferente al que era hace apenas 30 días. El regreso de Donald Trump ha provocado un terremoto que ha sacudido los cimientos no sólo de EEUU, sino del mundo entero, arrastrado por la vorágine de órdenes ejecutivas firmadas por el presidente desde el minuto cero de su nuevo mandato. La economía, la batalla cultural, la educación, las relaciones internacionales e incluso el deporte, todos los órdenes de la vida se han visto afectados por los dictados de la pluma del republicano.
El aluvión de órdenes ejecutivas ha conseguido sorprender a propios y extraños, ya que pocos creyeron que el presidente pudiera mantener el ritmo con el que se comprometió a arrancar la legislatura más allá de los primeros días. Sin embargo, el republicano no ha querido repetir su inicio más pausado en su legislatura anterior y ha mantenido el sprint durante todos y cada uno de los días que lleva en el Despacho Oval.
Algo que ha llevado a analistas de izquierda a lamentar que Trump no se limitara a cumplir su chascarrillo de que se convertiría “en dictador en el día 1”, sino que ha seguido arrasando durante el resto de ellos desde su jura.
Trump firmó 72 órdenes desde el 20 de enero
Hasta el 20 de febrero, el registro federal ha publicado 66 órdenes ejecutivas con la rúbrica presidencial. Esta agencia ya advierte de que siempre se produce un pequeño retraso entre la firma de una norma y su publicación oficial, que suele ser de varios días. Con las que ha rubricado en las últimas jornadas, Trump alcanza las 72, el mismo número que todas las firmadas por Biden entre 2022 y 2024 y casi las mismas que las que suscribió el demócrata durante todo 2021 (77).
Pero la influencia de Trump no se mide únicamente por el número de leyes firmadas. Sus anuncios, sus declaraciones, también han provocado que todo el mundo esté pendiente de sus palabras, situando, de nuevo a EEUU como el actor principal del tablero internacional y la potencia que obliga a al resto de países, aliados o enemigos, a bailar al ritmo marcado desde Washington.
La prioridad, lo que ocurre dentro de las fronteras de EEUU
Con todas las armas a su alcance, Trump está cumpliendo sus dos grandes eslóganes: “America First” y “Make America Great Again“. Para ello, sus pasos en la escena internacional y en la doméstica están encaminados a la vuelta a los valores americanos y la aniquilación del wokismo en la batalla cultural mientras que defiende los intereses de los estadounidenses.
Su prioridad del cierre de las fronteras y las deportaciones masivas, comenzando por los ilegales con antecedentes penales se implementaron desde el primer momento, así como la lucha contra los cárteles. Las primeras estadísticas sobre el número de encuentros y la detención de peligrosos miembros de bandas criminales sudamericanas avalan el éxito de estas iniciativas. Una de las decisiones más polémicas en este campo fue la eliminación del derecho a la ciudadanía por nacimiento, con el fin de eliminar uno de los principales puntos del efecto llamada a la inmigración ilegal. Una medida que se encuentra en los tribunales.
Aranceles y fin de la agenda verde de Biden
Su apuesta económica pasa por la vuelta y potenciación de los combustibles fósiles, acabando con la dictadura verde impuesta por Biden durante su mandato. Los aranceles, usados como parte del arte de la negociación con terceros países le permiten, además, potenciar los productos domésticos.
Fin de la tiranía woke
Para terminar con la tiranía woke, Trump ha firmado varias órdenes ejecutivas que van desde la prohibición los tratamientos trans en menores a la defensa del deporte femenino impidiendo la participación de hombres biológicos en categorías femeninas, pasando por el fin de políticas trans en las Fuerzas Armadas. Su guerra a las políticas de Diversidad Equidad e Inclusión (DEI), se ha visto secundada por agentes sociales y económicos en todo el país.
También ha cumplido su palabra de perdonar a los activistas provida detenidos por rezar frente a clínicas abortistas y ha firmado una orden ejecutiva para proteger a los cristianos de la persecución, como la que sufrieron bajo la Administración Biden.
Reducción del coste del Gobierno y fin a la instrumentalización de la Administración
No obstante, si algo le está valiendo para acaparar titulares es el DOGE, con Elon Musk al frente. La implacable detección de fraudes y abusos por parte del magnate sudafricano y su equipo, con los consecuentes recortes de miles de millones en agencias están provocando auténticos terremotos, como la eliminación de USAID. La congelación de desembolsos de las agencias está en manos de la Justicia, así como muchas de las medidas implementadas.
Dentro de la reforma del Gobierno, Trump no olvidó la lucha contra la instrumentalización del Departamento de Justicia y las agencias de Seguridad como arma política contra los adversarios políticos. Una de las primeras medidas fue despedir a los fiscales que llevaron las investigaciones de la acusación de Jack Smith contra él. Posteriormente Trump anunció la salida de todos los fiscales que trabajaron para Biden “para limpiar la casa”
Los tribunales, la última frontera
No obstante, gran parte del éxito de la frenética labor legislativa de Trump está en manos de la Justicia. La mayoría de sus medidas han sido recurridas por los fiscales generales demócratas, liderados por Letitia James, organizaciones o afectados. Una batalla judicial que, en muchos casos llegará al Tribunal Supremo.
El “nuevo sheriff” puso patas arribas el orden internacional
Si algo ha quedado claro a amigos y aliados de EEUU es que el “America First” de Trump es literal. El presidente ha dejado claro tanto con las políticas económicas (aranceles, revisión de tratados de comercio) como la postura oficial frente a los dos grandes conflicto que sufre el mundo en este momento que la prioridad de Washington está dentro de sus fronteras.
A punto de cumplirse el tercer aniversario de la invasión rusa de Ucrania, Trump ha dado un giro de 180 grados a la postura seguida por Biden y ha dejado claro que quiere cerrar el conflicto de manera rápida negociando con Rusia, ignorando a Zelenski y a los líderes europeos.
Una posición reforzada por el aviso a los socios de la OTAN de que deben aumentar sus partidas de defensa y ser capaces de defenderse por sí solos, sin esperar a que EEUU acuda a rescatarles o librar sus guerras. Algo que el propio Trump el vicepresidente Vance y el secretario de Estado Rubio han dejado claro en la cara de los aliados.
El apoyo incondicional a Israel y el anuncio de una solución en Gaza con participación estadounidense también difiere notablemente de la política ambigua de Biden en Oriente Medio.
Pero, sobre todo, Trump ha dejado claro que la política de mano blanda y titubeante, de apaciguamiento en muchas ocasiones, de la Administración anterior se ha acabado. Su “la paz a través de la fuerza” ha quedado clara en todos los pulsos que ha sostenido con los líderes de otros países como México, Canadá o Colombia, que han acabado pasando por el aro del republicano.
La defensa de los intereses estadounidenses también se reflejan en la geografía internacional. Trump advirtió de varios puntos estratégicos que considera clave, y sobre los que piensa hacer valer las necesidades nacionales. Es el caso del ahora llamado Golfo de América, el Canal de Panamá o Groenlandia.
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