Por Gabriela MorenoPanampost

Esa rivalidad entre el expresidente boliviano Evo Morales y el actual jefe de Estado de la nación cocalera, Luis Arce, por el liderazgo del Movimiento al Socialismo (MAS) —así como la candidatura presidencial de la tolda— ya no luce tan creíble. De hecho, estas “peleas” de ambos quiebran al país en dos propuestas con dirigentes que se ven distanciados, pero al mismo tiempo ensombrecen cualquier otra candidatura que pueda surgir desde las filas de la oposición, centrando al electorado solo en ellos.

Las dudas crecen sobre la veracidad de las disputas públicas por el liderazgo del partido. En primer lugar, Morales sumará cuatro meses en la clandestinidad el próximo 16 de febrero, tras la emisión de una orden de captura en su contra, por supuesta trata de personas. Ningún cuerpo de seguridad ha logrado aprehenderlo. Arce, por su parte, sostiene que desconoce su paradero, aunque su ministro de gobierno, Eduardo Del Castillo, reveló que Evo está “en una especie de detención domiciliaria al interior de la radio Kawsachun Coca, en el trópico de Cochabamba, para eludir la orden de aprehensión emitida en su contra”.

Desde ese lugar, Morales parece más útil para los intereses de la izquierda boliviana, la cual se ha encargado de promover sus diferencias con Arce en cualquier medio, con el fin de mantener al sector atento, activo, pero sobre todo, comprometido para la jornada de agosto, encasillando su voto en alguna de estas dos vertientes.

Sospechas razonables: ¿Viene un engaño al estilo Hugo Chávez?

Las hipótesis en torno a que haya un acuerdo previo entre ambos no son descabelladas. Más, cuando el chavismo practicó en Venezuela esta estrategia en las elecciones presidenciales del año 2000, al fingir una rivalidad entre Hugo Chávez y Francisco Arias Cárdenas, otro militar golpista del 4F y alto dirigente del entonces Movimiento V República.

Este supuesto “enfrentamiento” evitó el ascenso de otro candidato que pudiera hacerle contrapeso a Chávez en la jornada electoral en aquel momento. Aquello funcionó. Chávez, obtuvo una victoria holgada con más del 53 % de los votos, mientras Arias Cárdenas ocupó el segundo lugar con una cifra cercana al 38 %. No dejaron para nadie más.

Si la jugada de los socialistas bolivianos es aplastar a la disidencia que brotó en los últimos años, el plan para lograrlo está en desarrollo. Por un lado Morales insiste en que dedicará sus días a fundar o cazar a un partido político ya constituido para postularse como candidato al Palacio Quemado, luego de que un fallo judicial dejara a su “ala evista” fuera de la cúpula del MAS.

Sin embargo, las condiciones son adversas para concretar la adopción por parte de una organización o crear una en la víspera del inicio del calendario comicial. Es necesario tomar en cuenta que en el país hay 13 partidos con personería jurídica y cinco toldas campesinas, a las que le tocaría convencer de su popularidad.

El tiempo lo tiene en contra, si ello es realmente lo que pretende. Le tocaría llamar desde el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), el Frente Revolucionario de Izquierda (FRI), a la Unidad Cívica Solidaridad (UCS) hasta la Nueva Generación Patriótica (NGP) con los plazos encima.

Sin condiciones para presentarse como candidato

Ya el Tribunal Supremo Electoral estableció que el trámite de una personalidad jurídica es de al menos 120 días, previos a la convocatoria de la elección y antes, se deben colectar 107.000 firmas y registrarlas, en al menos cinco de las nueve regiones de Bolivia.

Al estar Evo Morales escondido, esto luce imposible. El Movimiento Tercer Sistema (MTS), liderado por Félix Patzi, quien fue su ministro de Educación y renunció al MAS por falta de apoyo, le negó el ingreso a las filas. Frente a esta medida, sus organizaciones sociales leales tienen en agenda un congreso a finales de marzo, con el fin de formalizar el relanzamiento de una opción política.

Para Morales, lo más factible sería una alianza, la cual podría cerrar después de la convocatoria para las elecciones que se hará en abril. Una con Arce no sería sorpresa. Las reconciliaciones políticas ocurren.

Además, Morales sabe que existe una sentencia constitucional emitida en diciembre de 2023, donde se precisa que la reelección es posible solo una vez, de forma continua o discontinua y no es un derecho humano. Ya él gobernó en tres ocasiones consecutivas (2006-2009, 2010-2015 y 2015-2019), valiéndose de la aprobación de una nueva Constitución en 2009, así como también de una interpretación del Tribunal Constitucional en 2016 sobre la reelección como un derecho humano, fallo que le permitió medirse en 2019.

Esto daría como conclusión que el otrora dirigente del MAS —en teoría— está inhabilitado para presentarse como candidato a la presidencia en las elecciones de 2025, según esta interpretación de la Constitución.

Oposición en persecución

Lo único claro es que las disputas entre Morales y Arce eclipsan a la oposición en Bolivia, cuyas aspiraciones de romper con dos décadas de socialismo son reprimidas por la justicia afín a la izquierda, considerando que los tribunales reactivaron un juicio de 2019 contra el expresidente boliviano Jorge Quiroga, quien se perfila como candidato.

¿Es una maniobra para inhabilitar su postulación? Quiroga responde que sí. “Esto es una tramoya“, denuncia. Insiste en que el único propósito es “inhabilitar a la voz opositora, al liderazgo alternativo que ofrece y garantiza un cambio total para salvar a Bolivia”.

Las irregularidades que rondan el proceso le dan la razón, especialmente, cuando el juzgado del Tribunal Departamental de Justicia de La Paz lo citó a comparecer durante un viaje que hacía a Estados Unidos y le impedía presentarse para conocer los nuevos alegatos de la querella interpuesta por el Banco Unión hace 15 años.

En aquel momento, Quiroga acusó a la entidad financiera de “lavandería de corrupción”, luego del robo y asesinato del empresario Jorge O’Connor D’Arlach, quien intentó ingresar 450.000 dólares en efectivo a la casa de unos familiares del entonces presidente de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB), Santos Ramírez.

Si bien la audiencia se postergó para el próximo 13 de febrero, Quiroja suscribió un acuerdo junto a Samuel Doria Medina, Carlos Mesa y hasta Luis Fernando Camacho, gobernador de Santa Cruz, detenido en el penal de Chonchocoro, acusado de conspiración contra Evo Morales, para participar como bloque opositor en los comicios presidenciales.

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