Por Israel Duro Voz US Media

La salida de Cristopher Wray supone el fin de una forma de hacer política a través del FBI. A pesar de que llegó al cargo con Donald Trump en el poder, el mandato de Wray se ha caracterizado por la instrumentalización partidista de la agencia en favor de la ideología demócrata -en especial la persecución al presidente electo, los cristianos y a los activistas provida-… y por groseros errores. 

La salida de Wray tras siete años al frente del Bureau deja a la agencia en uno de sus momentos más bajos. Los estadounidenses han perdido su confianza en una institución que el imaginario de Hollywood convirtió en leyenda. En la última encuesta de Gallup sobre las agencias federales, del pasado año, más de la mitad de los encuestados cuestionó el buen hacer de la agencia. 

El sondeo, además, dejó claro el sesgo partidista del FBI: mientras que los demócratas le dan una nota de 70 sobre 80, los republicanos apenas le otorgan un 26. Asimismo, los conservadores pedían mayoritariamente un cambio de dirección en su gestión.

Persecución a los rivales políticos e ideológicos de la Administración Biden

Y es que, si algo ha caracterizado la dirección de Wray durante el mandato de Joe Biden ha sido el descarado uso de la agencia al servicio de los intereses partidistas e ideológicos de la Administración demócrata. Su persecución a activistas cristianos, a quienes agentes detuvieron como si fueran terroristas armados en sus domicilios y en presencia de sus hijos. 

Tampoco salió bien parado el FBI de las conclusiones de informe Durham sobre la presunta colusión rusa en las elecciones presidenciales de 2016. La investigación del inspector general del Departamento de Justicia reveló que “altos cargos del FBI mostraron una grave falta de rigor analítico hacia la información que recibían, especialmente la recibida de personas y entidades afiliadas políticamente”. 

De la colusión rusa a la computadora portátil de Hunter Biden

Además, Durham que denunció la agencia “ignoró repetidamente requisitos importantes” para obtener órdenes especiales de la FISA para espiar la campaña de Trump, al tiempo que reconoció que no “creían genuinamente que hubiera causa probable” de que la campaña hubiera coludido con Rusia. Wray llegó al cargo en 2017, pero el informe apunta a las irregularidades cometidas con él ya al mando.

También quedó claro que el FBI colaboró en desacreditar la aparición de información sensible en un portátil de Hunter Biden abandonado en un taller de reparaciones. En un  informe, el Comité Judicial de la Cámara de Representantes señaló que “el mismo personal del FBI que advertía a las empresas de medios sociales sobre una posible operación rusa de ‘hackeo y filtración’ de cara a las elecciones de 2020 sabía que el portátil perteneciente a Hunter Biden no era desinformación rusa”. 

“Después de que el New York Post publicara una historia basada en el contenido del portátil sobre tráfico de influencias de la familia Biden, el FBI tomó la decisión institucional de negarse a responder a preguntas directas de las empresas de medios sociales sobre la autenticidad del portátil, a pesar de los meses de constante intercambio de información hasta ese momento. En pocas palabras, después de que el FBI condicionara a las empresas de medios sociales a creer que el portátil era el producto de una operación de hackeo y volcado, la Oficina dejó de compartir información, lo que permitió a las empresas de medios sociales concluir que la historia del New York Post era desinformación rusa”.

Errores groseros, centralismo y represalias

Además, durante el mandato de Wray la agencia ha quedado retratada en numerosos y groseros fallos y abusos que han puesto en duda su eficacia, como hurgar en los registros bancarios de los estadounidenses sin orden judicial y colaborar con el Departamento de Justicia para espiar sin orden judicial la supervisión del Congreso sin informar a los tribunales de sus objetivos previstos.

El liderazgo de Wray también fue muy cuestionado por no ser capaces los agentes de evitar un tiroteo en un club nocturno a pesar de que el tirador estaba siendo vigilado, o por una oleada de acosos sexuales contra mujeres agentes y empleadas de la agencia, el uso de pruebas de fuego políticas como el apoyo a Trump y las opiniones sobre la Segunda Enmienda durante las revisiones de las autorizaciones de seguridad o por las represalias de la dirección contra los denunciantes que señalaron problemas que debían ser corregidos.

Como gestor, se le critica especialmente por el centralismo impuesto en la agencia, en la que tenía más importancia el cuartel general que las investigaciones de campo. Además, varios exagentes y legisladores le acusan de rodearse de jefes que “han corrompido sus objetivos”, y que deberán ser purgados para recuperar el prestigio de la agencia.

Trump aplaude su renuncia

El anuncio de su renuncia fue aplaudido por el hombre que le situó en el puesto, y que ya anunció a Kash Patel como su reemplazo para su segundo mandato. Además de señalar que su adiós “es un gran día para EEUU”, Trump se preguntó qué que le ha pasado al hombre al que una vez encargo dirigir una de las principales entidades de seguridad publicas federales.

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