Traducido de The People’s Voice por TierraPura

El gobierno australiano está dando pasos importantes hacia la vigilancia y el control digital total con el proyecto de ley de identificación digital, que combina 128 documentos personales e “indicadores” en un sistema gubernamental centralizado.

Este sistema está diseñado para agilizar la identificación en diversos sectores, como la banca y el crédito, y potencialmente extenderse al seguimiento del uso de carbono y las puntuaciones de crédito social en el futuro.

A principios de esta semana, el gobierno australiano también implementó regulaciones estrictas con respecto al acceso a las redes sociales . Los niños menores de 16 años ahora tendrán prohibido el acceso a las redes sociales , lo que muchos ven como un precursor de prohibiciones más generalizadas para los usuarios de todas las edades.

Los críticos advierten que esto podría servir como un medio para controlar aún más el discurso en línea al permitir al gobierno restringir el acceso a las plataformas de redes sociales a su discreción.

Puntuaciones de crédito social

El Sistema de Identificación Digital del Gobierno Australiano (AGDIS) ampliado se implementará en cuatro fases durante el próximo año, que pueden superponerse o estar precedidas por pruebas piloto.

El proyecto de ley de identificación digital fue aprobado por el Senado australiano en abril de este año y los críticos advierten que el creciente impulso a favor del seguimiento del carbono y las calificaciones de crédito social en Australia presentan amenazas importantes a las libertades civiles y la privacidad.

Los puntajes de crédito social, que rastrean el comportamiento de los individuos en diversos aspectos de la vida (incluidas las transacciones financieras, las interacciones sociales y la presencia en línea), plantean una amenaza obvia a la libertad de expresión y la privacidad.

El sistema funciona evaluando a los ciudadanos en función de sus actividades, tanto en línea como fuera de línea, y castigando potencialmente a aquellos cuyas acciones u opiniones no se alinean con los estándares aprobados por el Estado.

En China ya se ha implementado un sistema de crédito social y se ha discutido ampliamente sobre su potencial abuso. Los ciudadanos de ese país enfrentan consecuencias que van desde la prohibición de viajar hasta el ostracismo social si sus puntajes caen demasiado bajos.

El riesgo es que se puedan utilizar medidas similares en Australia, donde el gobierno podría restringir el acceso a servicios, viajes o incluso empleo en función de la puntuación de crédito social de un individuo; el seguimiento infringe la privacidad personal, ya que cada acción e interacción se convierte en un punto de datos utilizado para evaluar el “valor” de un individuo a los ojos del Estado.

Seguimiento del carbono

El seguimiento del uso de carbono introduce otra capa de control gubernamental potencial. Si bien el objetivo de reducir la huella de carbono para combatir el cambio climático puede parecer noble, vincular el uso de carbono con la libertad personal puede volverse problemático. Si un gobierno puede rastrear y restringir las emisiones de carbono de un individuo, podría comenzar a regular el comportamiento personal de maneras que afecten la vida cotidiana. Por ejemplo, podría imponer sanciones o restricciones a la cantidad de energía que usa en su hogar, el tipo de transporte que usa o incluso sus elecciones dietéticas, todo en función de la cantidad de carbono que se considere que está emitiendo.

Esto podría conducir a una “puntuación de crédito social” vinculada no sólo al comportamiento sino al impacto ambiental, donde las personas que superen un determinado umbral de carbono podrían enfrentar restricciones o sanciones.

La implementación de tales medidas obligaría efectivamente a las personas a cambiar su estilo de vida para cumplir con las cuotas ambientales impuestas por el gobierno, socavando la autonomía personal.

Si no se cuestionan estas medidas, disminuirán radicalmente las libertades personales, sofocarán el disenso y, en última instancia, conducirán a una sociedad en la que la autonomía individual quedará subyugada al control gubernamental autoritario.

A medida que estos sistemas se implementan en Australia, representan un recordatorio escalofriante de que el equilibrio entre los beneficios sociales y las libertades personales debe mantenerse cuidadosamente, o corremos el riesgo de vivir en un futuro en el que cada una de nuestras acciones será rastreada, calificada y regulada por el Estado.

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