Fuente: Infovaticana

El Vaticano sigue obsesionado con seguir avanzando en sus dos ejes principales: sinodalidad y cambio climático.

Son los mantras que repiten incansablemente hasta la saciedad. En Roma cada vez se habla menos de Dios y de los sacramentos. Ahora parece que solo importa gastar dinero en políticas medioambientales acientíficas y en desarrollar una nueva teología basada en la sinodalidad. Lo de hablar del Evangelio y sus derivados ya si eso para otro día.

Y es que la Santa Sede, además de mostrar cuáles son sus temas preferidos a los que dar voz y centrar sus esfuerzos, también muestra su simpatía con esos países cuyos gobiernos están en manos de tiranos de corte socialcomunista.

Esto es precisamente lo que ha ocurrido esta semana en el Palacio San Calisto en el seminario ecologista organizado por las embajadas de Bolivia, Cuba y Venezuela ante la Santa Sede. El Papa, aunque no estuvo presente, envió un mensaje a este foro haciendo proselitismo de la religión climática. Quienes sí estuvieron presentes de cuerpo y alma fueron importantes personalidades del Vaticano como Robert Prevost, prefecto del Dicasterio de los Obispos y presidente de la citada Comisión Pontificia; el cardenal Peter Appiah Turkson, canciller de la Academia Pontificia de las Ciencias; monseñor Vincenzo Paglia, presidente de la Academia Pontificia para la Vida; Paolo Ruffini, prefecto del Dicasterio para la Comunicación.

El Papa Francisco afirmó en su mensaje que Los signos del cambio climático «no se pueden ocultar ni disfrazar», ni tampoco «contenerse en pocas palabras», ya que provoca «fenómenos extremos» que afectan sobre todo a las «naciones más pobres».

Placas solares y coches eléctricos, los «gestos» del Vaticano

El cardenal Prevost fue el encargado de abrir el encuentro con un saludo en el que subrayó la urgencia de pasar «de la palabra a la acción» ante el supuesto agravamiento de la crisis medioambiental. Un desafío, afirmó, que requiere una respuesta arraigada en la Doctrina de la Iglesia.

El «dominio sobre la naturaleza» delegado por Dios al hombre no debe ser «déspota», sino que es un «administrador que debe dar cuenta de su trabajo» en una relación de «reciprocidad» con el medio ambiente. “Por lo tanto, nuestra misión es tratarlo como lo hace su Creador”, dijo Prevost, condenando “acciones tiránicas que benefician a unos pocos”.

Entre las señales concretas, el cardenal Prevost citó la instalación de paneles solares y la transición a los vehículos eléctricos (que ya disponen de puntos de recarga en la entrada del Dicasterio para la Doctrina de la Fe) definidos como «gestos significativos» que demuestran la voluntad de la Iglesia de contribuir a la protección del medio ambiente.

El ‘peligro’ de grupos negacionistas

El cardenal Turkson fue quien tuvo una intervención más agresiva contra los que no tragan con la agenda climática. El cardenal ghanés dijo que es urgente un cambio de dirección «en el sentido del progreso humano, en la gestión de la economía y en nuestros estilos de vida».

Para Turkson, el cambio climático es «un desafío» cuyos efectos recaen sobre las personas más vulnerables. Esto representa, según Turkson, «un ejemplo trágico y flagrante de pecado estructural». El cardenal aprovechó su intervención para alertar sobre los ‘peligros’ de los movimientos negacionistas, que denuncian el «alarmismo», calificándolos de «falsos», llevando a la comunidad mundial a «no hacer nada». Quedarse quietos cuando, en realidad, «hay mucho por hacer». La emergencia climática, de hecho, no pertenece a «un futuro hipotético», sino que es algo que hoy ya «vivimos de primera mano», con efectos «presentes y consecuentes», añadió el cardenal.

Por su parte, Paolo Ruffini habló sobre la desinformación en relación a la llamada «crisis climática» y señaló que la avalancha de noticias «no siempre ciertas, muy a menudo falsas y casi siempre contadas de forma confusa», ha llevado a la humanidad al borde de «un punto sin retorno». Ruffini ha remarcado que es necesario llamar las cosas por su nombre, como hizo el Papa Francisco con respecto a la crisis climática, definiéndola como «indiscutible».

Aunque Dios mandó al hombre que sometiera la Tierra, el arzobispo Vicenzo Paglia volvió a lanzar el llamamiento a no sentirse «dueños» de la Tierra: «Este es también el sentido del Jubileo: cada 25 años todos empezamos de nuevo, desde el punto de partida». Y así, también en cuestiones medioambientales.

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