Por Santiago Ospital – voz.us
La Administración Trump prometió desmantelar el complejo industrial de la censura, la denominación con la que los republicanos bautizaron a la alianza de academias, ONG y redes sociales que ayudaron al Gobierno de Joe Biden a censurar discursos conservadores.
“Estoy jod******* asustado”, reconoció recientemente un profesor experto en desinformación a Político. El periódico no reveló su nombre ni su cargo, “por miedo a represalias”. Incluso aseguró que, de cumplirse sus temores, se iría del país.
De acuerdo con el mismo reportaje, varias universidades abandonaron o cambiaron el enfoque de sus grupos de investigación sobre desinformación. Algunos investigadores, asegura también, buscaron amparo en la Research Support Consortium, una organización que ofrece consejos ante “campañas coordinadas de intimidación y acoso en respuesta a su importante labor de cara al público”.
Estas investigaciones habrían servido para sustentar las políticas de la Administración, como explicó recientemente OpenTheBooks: “Aunque gran parte de esta investigación es académica, a menudo pretende sentar las bases de intervenciones públicas”. El grupo de monitoreo del Estado reveló que la Casa Blanca gastó $267 millones en investigar la desinformación.
Aunque durante su primer mandato Donald Trump aumentó estas subvenciones (mucho menos que Biden), durante su segundo podría servirse de él para cumplir su promesa sobre la censura.
Como revelaron una serie de correos electrónicos internos publicados por el Comité Judicial de la Cámara de Representantes, el Gobierno presionaba a las redes sociales para que eliminaran contenidos tildados por investigadores académicos o estatales como desinformación. Twitter (ahora X) fue uno de los primeros en sonar la alarma cuando Elon Musk adquirió la empresa. El último fue Mark Zuckerberg, quien se arrepintió públicamente de haber cedido a las intimidaciones de la Administración.
“Un guerrero por la libertad de expresión”
La elección de Brendan Carr como presidente de la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC), a quien Trump definió como “un guerrero por la libertad de expresión”, parece ser el primer paso de su política de libertad de expresión.
Carr, un veterano de la agencia que actualmente es el principal miembro republicano de la FCC, fue nominado por primera vez para la comisión por Trump en 2017. Durante su gestión como comisionado de la FCC, realizó una cruzada pública contra TikTok, calificándola como una amenaza a la privacidad de los usuarios estadounidenses. También criticó duramente a las Big Tech, afirmando que sus políticas restrictivas eran equiparables a las de un cartel tecnológico.
En una entrevista a FOX tras su nombramiento, sostuvo que su primer objetivo es “acabar con el cártel de la censura”. El segundo, los medios: “Mira a Jeff Bezos. Recientemente hizo un artículo de opinión donde dijo que la confianza en los medios está en su punto más bajo. Y hay mucho que la FCC puede hacer allí para asegurarse de que los organismos de radiodifusión son, de hecho, servir al interés público”.
Hace una semana envió una carta a los directores ejecutivos de Alphabet, Microsoft, Meta y Apple para que le remitieran información sobre su colaboración con sobre su colaboración con la “Orwelliana” organización NewsGuard, “una empresa con fines de lucro que opera como parte del cartel de la censura más amplia”.
El volantazo de las redes sociales
Las plataformas cambiaron su tono típicamente confrontativo con Trump. El ida y vuelta durante su primer mandato culminó después del 6 de enero cuando Twitter, Facebook, Instagram, Snapchat, entre otras, cerraron cuentas del expresidente o asociadas a él.
El cambio más evidente ocurrió en Twitter. Musk, quien llegó a la compañía prometiendo “liberar al pájaro“, entregó documentos internos a periodistas que revelaron las tendencias progresistas de la red social en lo que se conoció como los Archivos de Twitter. Poco después se fue acercando a Trump, hasta hacer campaña por él, participar de su círculo íntimo, encabezar un departamento en su Gobierno e incluso celebrar juntos el Día de Acción de Gracias en Mar-a-Lago.
Meta también ha intentado enfriar los ánimos. Tras su mea culpa público, el mismo Zuckerberg que bloqueó la cuenta de Facebook de Trump intentó despegarse de la política. Adoptar un perfil neutral y, como aparentemente dice él mismo, “libertario”. Esta nueva postura incluyó conversaciones telefónicas con el republicano y un mano a mano esta misma semana, aunque vale la pena recordar que durante la campaña Trump le advirtió que si volvía a “hacer trampa” podría “pasar el resto de su vida en prisión”.
Los dueños de las grandes tecnológicas parecen estar apostando a que mejorar sus relaciones personales con el republicano puede servir para amortiguar o hasta evitar el golpe de su política anticensura. En la recta final de la carrera presidencial, el presidente electo dijo que había hablado por teléfono con los CEO de Google y Apple, Sundar Pichai y Tim Cook. CNN reveló también una conversación con Andy Jassy, consejero delegado de Amazon.