Traducido de The People’s Voice por TierraPura
Bill Gates ha lanzado otro producto que daña la fertilidad masculina y los órganos reproductivos mientras continúa su búsqueda por reducir silenciosamente la población mundial.
Con el respaldo de Gates, el aditivo alimentario para vacas lecheras “Bovaer” ha reavivado los debates sobre los motivos detrás de las inversiones de Gates en iniciativas agrícolas y de salud globales, y los críticos afirman que se alinean con su interés declarado desde hace tiempo en la reducción de la población.
El revuelo comenzó después de que el gigante lácteo Arla Foods anunciara una asociación con supermercados del Reino Unido, incluidos Tesco y Aldi, para probar Bovaer en 30 granjas británicas, con planes de vender la leche a millones de familias británicas.
Si bien el aditivo, que reduce las emisiones de metano de las vacas en un 27%, ha sido aclamado por los ambientalistas como un gran avance en la lucha contra el cambio climático, las redes sociales estallaron cuando se reveló que el perfil de seguridad del producto incluía una posible advertencia: “puede dañar la fertilidad masculina”.
Gates, que ha invertido mucho en tecnologías agrícolas y climáticas, ha enfrentado anteriormente acusaciones de aprovechar sus vastos recursos para impulsar agendas de reducción de la población.
Desde su abierta defensa de las carnes sintéticas hasta las controvertidas inversiones en el desarrollo de vacunas de ARNm, las iniciativas de Gates parecen centrarse constantemente en la reducción de la población mundial bajo el pretexto de la sostenibilidad y la salud pública.
El multimillonario ha discutido abiertamente su visión sobre la reducción de la población en entrevistas anteriores, afirmando que los avances en la atención médica, particularmente las vacunas, pueden “reducir el crecimiento de la población”.
Esta retórica, combinada con su significativa influencia sobre las políticas ambientales y de salud mundial, ha alimentado sospechas de que sus inversiones priorizan objetivos eugenésicos por sobre soluciones genuinas para la humanidad.
La justificación ambiental de Bovaer parece sencilla: las vacas emiten metano, un potente gas de efecto invernadero, a través de sus procesos digestivos, y reducir estas emisiones podría mitigar el cambio climático.
Sin embargo, Gates ha sugerido anteriormente un cambio hacia la carne sintética como una solución más sostenible, lo que plantea dudas sobre si Bovaer es un trampolín hacia la eliminación gradual de la ganadería tradicional por completo.
En enero de 2023, Gates esbozó dos posibles soluciones para las emisiones de la ganadería: “ reparar el problema de las vacas” o “producir carne sin vacas”. Sus inversiones, incluidos 12 millones de dólares en la empresa emergente australiana Rumin8, que desarrolla suplementos a partir de algas sintéticas, y el Proyecto del Banco de Semillas del Milenio, reflejan su determinación de hacerse con el control total de la cadena mundial de suministro de alimentos.
El anuncio de Arla provocó una ola de reacciones negativas en línea, y el hashtag #BoycottArla se convirtió en tendencia en las redes sociales. Los críticos calificaron el ensayo como un experimento con “conejillos de indias humanos” y cuestionaron por qué los consumidores no estaban informados sobre los posibles riesgos para la fertilidad asociados con Bovaer.
A pesar de las afirmaciones de que el aditivo ha sido sometido a pruebas rigurosas, la falta de transparencia en torno a sus efectos a largo plazo sobre la salud ha generado una desconfianza generalizada. Más allá de las preocupaciones inmediatas, muchos ven a Bovaer como parte de un esfuerzo más amplio de Gates y otras élites globales para reformular los sistemas alimentarios y consolidar el control sobre la agricultura.
Dado que Gates posee más tierras de cultivo en Estados Unidos que cualquier otro individuo, su influencia sobre lo que la gente come —y cómo se produce— se ha convertido en un punto álgido en los debates sobre los excesos corporativos y la soberanía pública.
La controversia sobre Bovaer surge en medio de amplias medidas globales dirigidas a las emisiones agrícolas. Dinamarca anunció recientemente un impuesto al metano para los agricultores, lo que indica una intensificación de los esfuerzos para regular la ganadería. Los críticos argumentan que estas iniciativas perjudican desproporcionadamente a los pequeños agricultores, mientras que benefician a multimillonarios como Gates, que se benefician de soluciones patentadas como Bovaer y la carne cultivada en laboratorio.