Por Santiago Ospital – voz.us
El FBI se encuentra inspeccionando a Hone Capital, un fondo de capital de riesgo estadounidense, por sus lazos con China. El grupo, uno de los inversores tecnológicos más importantes en Estados Unidos, seríaun “tren directo” entre la tecnología de punta de Silicon Valley y el régimen comunista chino. Entre uno y el otro, Shan Xiangshuang: inversor multimillonario, exfuncionario y actual miembro del Partido Comunista.
Así lo informó el Financial Times, sirviéndose de documentos y testimonios de personas cercanas al caso. El FBI, de momento, no ha comentado el caso. Según el periódico, Xiangshuang dirige el grupo de capital de riesgo Science & Merchants Investment Management Group (CSC). Este último habría financiado, vía Shanghai y las Islas Caimán, varios fondos en suelo estadounidense, entre ellos Hone Capital.
Hone habría invertido en 360 nuevas empresas, incluyendo al menos una fabricante de coches autónomos (Cruise) y una de aviones supersónicos (Boom, “la joya” de Hone). Algunas, con contratos con el Gobierno estadounidense. La pesquisa de los investigadores federales se centra en si el fondo con sede en California otorgó secretos comerciales a CSC y Pekín.
“Las acusaciones de que el Grupo CSC, su presidente o cualquiera de sus filiales, incluida Hone Capital, se han apropiado indebidamente de secretos comerciales carecen por completo de fundamento y no se basan más que en insinuaciones y especulaciones alimentadas por el sentimiento antichino”, sostuvieron representantes legales de Shan en palabras recogidas por el FT.
Además, apuntaron contra dos ex altas ejecutivas que demandaron a ambas compañías por, presuntamente, deberles dinero. Una de ellas, Veronica Wu, acusó a sus antiguos empleadores de intentar eludir tanto leyes estadounidenses como chinas. Afirmó, asimismo, que le pusieron una cuota para la cantidad de empresas “con propiedad intelectual crítica” que debía introducir en el mercado chino.
Las informaciones se conocen en medio de una escalada de tensiones entre Pekín y Washington. Uno de estos frentes de preocupación son las inversiones chinas, que buscarían ganar peso en las empresas estadounidenses para influir en la toma de decisiones y robar información y avances tecnológicos.