Fuente: La Revista Integral
Cinco reglas para la longevidad
El valle de Hunza, al norte del Pakistán (Gilgit-Baltistán), es conocido como el oasis de la juventud en todo el mundo. Allí la gente parece desafiar todas las «probabilidades médicas».
Esta pequeña maravilla está en una zona montañosa no demasiado conocida. Llegar por carretera es toda una hazaña: Karimabad, la capital de Hunza, está a más de 2.000 metros de altura. Para llegar a ella hay que recorrer 500 kilómetros desde Islamabad, y se tarda dos días en llegar.
Sin embargo, el trayecto merece la pena con tal de ver este espectáculo de la naturaleza. No solo es por su paisaje, sino por los habitantes que pueblan sus aldeas, las tribus de los burusho y los wakhi, que durante siglos viven y prosperan allí, trabajando los campos sin ningún tipo de ayuda mecánica.
Los hunza
Cuentan con los servicios mínimos y las infraestructuras sanitarias son muy rudimentarias. A pesar de ello, sus habitantes son conocidos por la increíble vida que llevan, quienes según los estudios llegan en promedio a los 100 años con una apariencia muy joven.
La longevidad de los hunza ha suscitado interés desde que, en la década de 1920, un médico escocés llamado Robert McCarrison los estudiara durante siete años. El explorador siguió su dieta y encontró que ninguno de ellos padecía de dolencias «que fueran comunes al resto de los seres humanos del planeta; su longevidad es sorprendente».
Una joven fotógrafa estadounidense decidió comprobar por sí misma si las afirmaciones de McCarrison tenían algo de cierto. «Mi marido nació y creció en Hunza, y pertenece a la comunidad indígena burusho. Después de casarnos, me fui de Estados Unidos y nos establecimos en la parte central del valle», cuenta Samantha Shea, la fotógrafa. De esas vivencias, escribió un artículo donde relata algunos «curiosos hábitos» que ayudan a los habitantes de Hunza a vivir más años.
1. Los albaricoques
La alimentación de los hunza es eminentemente vegetariana, e incluye en un lugar muy especial el albaricoque, tanto fresco como seco. El albaricoquero es uno de los cultivos locales más importantes del valle y todas las familias tienen al menos uno. «Esta fruta tiene un alto poder antiinflamatorio y antioxidante, que ayuda a prevenir el envejecimiento celular que provocan los radicales libres y las enfermedades degenerativas», dice Samantha.
El aceite de albaricoque. Además de comer la fruta, de su semilla se extrae un aceite muy preciado que se usa para cocinar, para las lámparas y para el cuidado de la piel. Casi todos los platos tradicionales de los hunza incluyen aceite de albaricoque. «Mi suegra me contó que hace 50 años era lo único que se utilizaba para cocinar. Las versiones secas de la fruta también ayudan a combatir el mal de altura y se hierven para hacer sopa en invierno».
2. Nunca dejan de moverse
«Aquí la gente está sana y activa toda la vida, hasta bien entrada la vejez. Es muy común ver a gente de más de 80 años fuera, incluso en invierno. Los miembros mayores de la familia siguen pastoreando sus vacas y ovejas, recogiendo leña y realizando otras tareas domésticas», explica la estadounidense. También participan en actividades comunitarias como el ‘rajaki’, que consiste en limpiar los canales de agua elevados cuando llega la primavera. Lugareños de todas las edades montan en bicicleta, patinan y practican a diario deportes como el fútbol y el críquet.
3. Beben agua de glaciar
Hunza está llena de docenas de glaciares, todos los cuales se derriten durante el verano. «El agua de Hunza, un líquido brillante de color gris oscuro, ha despertado desde hace tiempo el interés de los científicos. A diferencia de otras fuentes de agua, esta agua glaciar está filtrada de forma natural por capas de hielo y roca y contiene minerales como el cuarzo que en su cultura son potentes antioxidantes», comenta Samantha.
4. Rara vez comen alimentos procesados
Prácticamente todos los (pocos) pedazos de carne que se comen en Hunza, aunque muchos sean vegetarianos, proceden de animales recién sacrificados en la zona. «La gente rara vez come alimentos procesados, y desde luego aquí no encontrará ningún sitio de comida rápida. Las comidas suelen prepararse frescas en casa todos los días, y casi todos los hogares cultivan algún tipo de verdura. Las espinacas son especialmente populares, y otras favoritas como los tomates y las patatas se cultivan local y orgánicamente.
5. Tienen fuertes valores comunitarios
«Los barrios y pueblos están muy unidos y los habitantes de Hunza se cuidan unos a otros, sobre todo los más ancianos. Aquí no existen las residencias de ancianos. Los ancianos son muy respetados y atendidos por sus familias», cuenta la fotógrafa.
Además, cuenta con una delincuencia prácticamente nula: «Los niños pasean solos, incluso a edades tempranas. Es probablemente uno de los últimos lugares donde se juega más al aire libre que con el iPad. Después de haber vivido aquí durante los dos últimos años, puedo decir felizmente que nunca había tenido el privilegio de experimentar una sociedad tan colectiva como ésta».
En resumen: ejercicio, agua pura y comida sin carne
En su opinión, la vida sana, el ejercicio físico obligado por la orografía, el agua que beben (proviene directamente de los glaciares) y una dieta escasa en carne han llevado a que la población sea de interés para los científicos por su llamativo buen estado de salud, sobre todo de la gente anciana.