Por Marcelo Duclos – Panampost.com

Por fin, luego de un día de polémicas, Julio Garro fue despedido de la subsecretaría de Deportes de la Nación. El gobierno de Javier Milei confirmó la salida mediante un comunicado de la cuenta de la Oficina de Presidencia. En las escuetas líneas, se advierte que “ningún gobierno puede decirle qué comentar, qué pensar o que hacer” a la selección multicampeona ni a ningún otro argentino.

Todo comenzó en la mañana de este miércoles, cuando el ahora exfuncionario comentó en una entrevista radial que el capitán del equipo que acaba de consagrarse bicampeón de América debería pedir disculpas por cantar la canción de la hinchada en contra de Francia. “Nos deja mal parados como país”, advirtió sobre el supuesto mal comportamiento de Lionel Messi y sus compañeros de equipo.

Las palabras de Garro cayeron mal ante el nutrido grupo de “tuiteros” oficialistas, que pidieron la cabeza del funcionario durante toda la jornada. Llegando la noche, se supo la noticia predecible y se confirmó que el subsecretario de Deportes había sido desafectado del gobierno.

Desde los medios kirchneristas se cuestionó la iniciativa y se advirtió que la gestión gubernamental estaría manejada por los influencers oficialistas de las redes sociales, conocidos como “los gordos de Twitter”, supuestamente liderados por “el gordo Dan”.

Sin embargo, la cuestión es más compleja que la presión que pueden llegar a ejercer un grupo de partidarios inorgánicos. La salida del funcionario, celebrada por buena parte del electorado oficialista, obedece a un cambio de época: el final de la dictadura de lo políticamente correcto. Ese comportamiento inapelable, que solía manejar los hilos de la política argentina y decretaba qué se podía decir y qué no.

Garro, como todos los argentinos, sabe muy bien que detrás de la canción y de los cánticos de la parcialidad nacional no hay racismo ni nada que se le parezca. Sin embargo, ante una periodista crítica del gobierno y vocera de todos los lugares comunes progresistas, decidió “ponerse el cassette” de la política tradicional. Avalar este comportamiento, para el gobierno habría sido un claro retroceso.

Milei y su equipo plantean un cambio de época y esto tiene que ver con un universo más amplio al de las políticas públicas y las reformas económicas. Se trata de una batalla cultural, en la que el oficialismo no puede ceder un ápice. Eso es lo que esperan los votantes del espacio libertario y eso es lo que hizo el gobierno, al decretar la oportuna salida de Garro.

No se trata de ningún autoritarismo de pensamiento único, mucho menos de un gobierno cooptado por sus populares “gordos de twitter”. Se trata de ser consecuente con el proyecto de un cambio verdadero, que necesita, entre tantas otras cosas, dejar culturalmente atrás las costumbres de los “políticos profesionales”, que tanto daño le hicieron a la Argentina.

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