Fuente: Panam Post

Por Oriana Ribas

Unos 30 adolescentes de Corea del Norte fueron ejecutados por ver dramas surcoreanos, aseguran medios de comunicación como Korea JoongAng Daily. No es la primera vez que pasa. El comunismo juche se ha encargado de usar los excesivos castigos para prohibir a la población cualquier contacto con el mundo exterior.

Las memorias USB que contenían el material, “habrían sido enviadas en globos por grupos de desertores norcoreanos desde Seúl el mes pasado”, según el reporte. Pero no quedó allí, la ejecución habría sido pública para fomentar el pánico entre la población de Corea del Norte.

Aunque el Ministerio de Unificación de Corea del Sur se negó a confirmar el informe, un funcionario bajo condición de anonimato recordó que “es ampliamente conocido que las autoridades norcoreanas controlan estrictamente y castigan duramente a los residentes basándose en las tres leyes llamadas ‘malvadas’, incluida la Ley de Rechazo de la Ideología y la Cultura Reaccionarias”.

La amenaza del K-pop según Kim Jong-un

La ley que menciona el funcionario fue aprobada en el año 2020, la cual castiga con la muerte el hecho de ver o distribuir entretenimiento surcoreano. Hay varios relatos que comprueban esos castigos. Por ejemplo, un desertor comentó en el pasado a BBC que lo obligaron a presenciar “cómo mataban a tiros a un hombre de 22 años”. Agregó que el hombre fue acusado “de escuchar música surcoreana y de haber compartido películas con su amigo”.

Lo cierto es que los 76 años que tiene vigente el adoctrinamiento en Corea del Norte, a manos del comunismo, no garantiza que sus ciudadanos estén dispuestos a ser controlados. La filtración de productos de otros países se volvió común entre las personas que no tienen libertad de pensamiento, de culto, en la forma de vestir y ni siquiera en la manera de peinarse en el país más hermético del mundo.

Tal como declaró a la cadena británica el director ejecutivo del Instituto para el Desarrollo del Sur y del Norte (SAND, por sus siglas en inglés), Choi Kyong-hui, Pyongyang ve la difusión de los K-dramas y el K-pop como un peligro para su ideología. “La admiración por la sociedad surcoreana puede conducir pronto a un debilitamiento del sistema… Esto va en contra de la ideología monolítica que hace que los norcoreanos veneren a la familia Kim”.

Otro caso sirve para reafirmar la represión que padecen los norcoreanos: en enero de este año trascendieron imágenes de dos jóvenes de 16 años esposados ​​frente a cientos de estudiantes en un estadio al aire libre. El régimen de Kim Jong-un los castigó a cumplir trabajos forzados por ver y distribuir K-dramas (nombre que reciben novelas y series creadas en Corea del Sur). Según el reporte, el vídeo se distribuyó por el país “con fines educativos y para advertir a los ciudadanos de que no vean ‘grabaciones decadentes’”. Otra muestra más del miedo que tiene el Estado totalitario a perder súbditos y por ende, ver socavado su poder, fundado mediante la coacción y el control ideológico.

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