Fuente: Publicaciones VCS

Durante la dinastía Song del Norte (960-1127), vivía un arquero excepcionalmente hábil llamado Chen Yaozi. Su destreza con el arco y la flecha era tan legendaria que la gente de todas partes venía a verlo demostrar su arte. Sus disparos eran precisos y certeros, alcanzando siempre el blanco con una facilidad asombrosa. Chen Yaozi se había ganado una gran reputación y era respetado por su maestría en el tiro con arco. sus alumnos le dieron el apodo de «arquero mágico». Chen estaba muy orgulloso de su habilidad y creía que era el mejor arquero del mundo. 

Un día, Chen Yaozi estaba realizando una demostración pública en una concurrida plaza. La multitud se había reunido para verlo y aplaudían cada uno de sus disparos impresionantes. Su destreza era tal que podía partir una hoja en dos a una gran distancia o acertar en el ojo de una aguja. La gente lo observaba con asombro, maravillada por su precisión y habilidad.

Entre la multitud, había un viejo vendedor de aceite que observaba con calma, sin mostrar el mismo entusiasmo que los demás. El anciano, conocido como el Viejo He, tenía un carrito cargado de jarras de aceite y herramientas para su venta diaria. A pesar de su apariencia modesta, había algo en su mirada que denotaba una profunda sabiduría y experiencia.

Después de que Chen Yaozi terminara su demostración, notó al viejo vendedor de aceite y se acercó a él. Curioso por la falta de reacción del anciano, le preguntó:

— Buen hombre, ¿no te impresionan mis habilidades con el arco? La multitud vitorea, pero tú pareces indiferente.

El Viejo, sonriendo tranquilamente, respondió:

— Tu habilidad es ciertamente impresionante, joven, pero no es nada fuera de lo común. Con suficiente práctica, cualquiera puede lograr lo que tú haces.

Ofendido por el comentario y con el orgullo herido, Chen Yaozi desafió al anciano a demostrar su punto. El viejo vendedor de aceite, sin inmutarse, aceptó el desafío y comenzó su demostración.

Colocó una moneda con un pequeño agujero cuadrado en el centro sobre la parte superior de una botella de aceite. La multitud, ahora intrigada, se acercó más para observar. Luego, levantó una cuchara grande llena de aceite y, con mano firme y sin titubear, comenzó a verter el aceite en la jarra, haciendo que el líquido pasara por el agujero de la moneda sin derramar ni una gota sobre la moneda.

La multitud quedó asombrada por la precisión del viejo. La demostración era simple pero increíblemente difícil de realizar con tanta exactitud. Chen Yaozi, sorprendido y humillado, admitió:

— No pensé que alguien pudiera hacer algo tan impresionante con una tarea aparentemente tan sencilla. Has demostrado una habilidad extraordinaria.

El viejo vendedor de aceite sonrió con sabiduría y dijo:

— No es nada especial, joven arquero. Es simplemente el resultado de años de práctica y dedicación. La práctica da lugar a una gran habilidad. Lo que tú ves como una hazaña increíble es simplemente el fruto de la perseverancia y la repetición constante.

Las palabras del anciano vendedor hicieron que Chen se sintiera avergonzado por su actitud arrogante. A partir de entonces, se volvió más humilde y se dedicó con mayor diligencia a su práctica de tiro con arco. Pronto, se le conoció no solo por su destacada habilidad, sino también por su carácter amable.

Con el tiempo, la gente comenzó a usar el dicho “la práctica da lugar a una gran habilidad” para resaltar la importancia de la práctica constante.

MIRA EL VIDEO:

Envía tu comentario

Subscribe
Notify of
guest
1 Comentario
Más antiguos
Recientes
Inline Feedbacks
Ver todos los comentarios

Últimas