Fuente: Gan Jing World

Según las leyes del universo, en algo positivo subyace algo negativo y viceversa. Por eso se dice que para ganar hay que perder. Esta historia antigua nos ilustra este concepto. 

Un comerciante de arroz en China quería obtener más beneficios, así que invitó a un calibrador de balanzas a la tienda y le pidió que la ajuste a su beneficio. 

Como le pagó extra, el calibrador olvidó su ética y aceptó el trabajo. Su nuera, que escuchó la conversación, habló con el calibrador y le pagó el doble para que vuelva a ajustar la balanza, pero esta vez en beneficio de los clientes. 

Después de un tiempo, el negocio empezó a crecer y prosperar. Un día el comerciante reunió a toda la familia y con orgullo les dijo que iba a confesarles el éxito de la tienda. Nuestra balanza pesa más y de esta manera obtenemos beneficios extra. 

Muchos familiares elogiaron al anciano por su inteligencia. En ese momento su nuera se puso de pie y le dijo Tengo algo muy importante que decirle, pero antes quisiera pedirle perdón. Así les contó a todos cómo pagó dinero extra al calibrador para reajustar la balanza. 

Al final dijo, lo hicimos con total honestidad, sí, hemos obtenido menos beneficio por la balanza, pero vendimos más arroz. 

El anciano reflexionó toda la noche y al otro día decidió dejarle la administración del almacén a su nuera. La cultura antigua china habla de la virtud como un tipo de materia que se obtiene con el sufrimiento y por hacer obras buenas, y ésta se intercambia luego en partes iguales por beneficios que se obtienen en la vida. 

Bajo el complemento de yin y yang, en algo positivo subyace algo negativo y viceversa. De allí la norma de que para ganar hay que perder. 

Los gramos de arroz que perdió el comerciante le sirvieron para ganar más clientes y la honestidad de su nuera le sirvió a ella para ganar virtud y obtener luego el puesto de administradora.

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