Por Williams Perdomo – voz.us
Amnistía Internacional publicó un informe en el que reveló que estudiantes de China en otros países (entre ellos Estados Unidos) son vigilados por el régimen comunista chino. Por ello, viven con miedo bajo la intimidación, el hostigamiento y la vigilancia de las autoridades chinas, que tratan de impedir que se involucren en temas de carácter político durante su estancia en el extranjero.
Se trata de personas que estudian en Europa y América. Fueron entrevistadas para el informe En la universidad, tengo miedo. En ese sentido, explicaron que las habían fotografiado y seguido durante las protestas que se hicieron en el país al que emigran. Además, muchas de ellas declararon que sus familiares en China habían sido objeto de ataques y amenazas policiales debido al temor al activismo estudiantil en el extranjero.
“Los testimonios recogidos en el presente informe exponen los métodos intimidatorios con los que los gobiernos de China y Hong Kong tratan de silenciar a la población estudiantil, incluso a miles de kilómetros, lo que la lleva a vivir con miedo”, dijo Sarah Brooks, directora de Amnistía Internacional para China.
Una estudiante, que fue identificada como Rowan para mantener su nombre real en el anonimato, describió que, a las pocas horas de asistir a una conmemoración de la represión que tuvo lugar en la plaza de Tiananmen en 1989, le comunicaron que agentes de seguridad se habían puesto en contacto con su padre en China para pedirle que regañara a su hija le pidiera a su hija que no asistiera a ningún acto que pudiera dañar la reputación de China en el mundo.
“Rowan no había indicado su nombre real a nadie implicado en la protesta ni había divulgado su participación en Internet, por lo que le sorprendió la rapidez con la que las autoridades chinas la identificaron como participante, localizaron a su padre y se valieron de él para advertirle que se abstuviera de participar en todo acto de disidencia. Rowan declaró a Amnistía Internacional que el mensaje era claro: ‘Te estamos vigilando y, aunque estemos en el otro extremo del planeta, podemos llegar hasta ti'”, explicó Amnistía Internacional.
Y es que, además, la persecución no es solo a los estudiantes. Muchos denunciaron que sus familia en China también ha recibido amenazas.
“Entre las amenazas proferidas a sus familiares en China se contaban la revocación del pasaporte, el despido laboral, la imposibilidad de acceder a ascensos y prestaciones de jubilación e incluso la limitación de la libertad física. La Policía china también presionó a las familias residentes en China o les dio instrucciones de que cortaran la ayuda económica a sus descendientes en el extranjero como medida de coacción para que guardaran silencio en al menos tres casos”, resaltó Amnistía Internacional.
Asimismo, los entrevistados indicaron que evitan hacer comentario en público por miedo a represalias de las autoridades chinas. La mayoría afirmó que limitaba su participación en las aulas de clases debido al posible riesgo de que se denunciaran sus comentarios y opiniones ante las autoridades estatales chinas. Un tercio de la población estudiantil comunicó que ese riesgo la había llevado a replantearse sus estudios o a descartar una futura carrera en el mundo académico.
Más de la mitad de la población estudiantil entrevistada declaró tener problemas de salud mental derivados de los temores, desde estrés y traumas hasta paranoia y depresión. En un caso, tales problemas habían requerido hospitalización. Ocho estudiantes indicaron a Amnistía Internacional que habían cortado el contacto con su familia en China para protegerla de los ataques de las autoridades chinas, lo que había intensificado sus sentimientos de aislamiento y soledad.
Entre tanto, casi la mitad de las personas entrevistadas declararon tener miedo de volver a casa. Otros estudiantes afirmaron que no veían más opción que solicitar asilo político al terminar sus estudios, debido a que creían que serían objeto de persecución si regresaban a China.
“Estudiantes indicaron a Amnistía que, durante su estancia en el extranjero, creían que estaban bajo vigilancia de las autoridades chinas o de sus agentes. Casi la mitad afirmaron que personas que al parecer actuaban en nombre del Estado les habían hecho fotografías o vídeos en actos de protesta y de otro tipo”, agregó.
Ya en el pasado se ha denunciado en reiteradas ocasiones que China estableció varias “estaciones de servicio policial en el extranjero” para vigilar a sus ciudadanos. Se trata de decenas de comisarías repartidas por varios países del mundo, incluido Estados Unidos. En total, hay más de 50 comisarías en una treintena de países.