por Oriana RivasPanampost

El grupo terrorista Hezbolá vuelve a ser tema de discusión luego del ataque que su aliado, el régimen iraní, lanzó contra Israel el fin de semana. Y es que los extremistas –financiados por Teherán– se unieron a la arremetida lanzando misiles contra posiciones del ejército israelí. Sin embargo, no se trata solo de los bombardeos y de la oscura alianza entre estos dos cómplices. Hay actores occidentales que aparecen para formar una peligrosa triangulación. Se trata de los carteles mexicanos de la droga.

Para el año 2012 habían alertas sobre lo organizadas y extendidas que estaban sus operaciones en la frontera entre México y Estados Unidos. De hecho, para ese año “la entrada de grupos terroristas como Hezbolá en el negocio del narcotráfico era en gran medida un factor de inseguridad fronteriza”, advertía un estudio publicado por el grupo IHS Defense, Risk, and Security Consulting.

La alianza sirve a Hezbolá para financiar sus operaciones. Lo logran “a través de la venta de cocaína que les dan los cárteles mexicanos y colombianos”, como reveló un informe del año 2014 de la Administración de Control de Drogas de los Estados Unidos (DEA, por sus siglas en inglés).

Sumado a eso, la agencia identificó la relación del cártel de Sinaloa con grupos extremistas de África Occidental como Al-Qaeda y Hezbolá, en actividades enfocadas en el “narcoterrorismo”. Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) estarían en el medio para cerrar los acuerdos.

“Todos están conectados”

Los hallazgos tienen un hilo conductor: el financiamiento que necesita el grupo terrorista para sus actividades en Medio Oriente y otras partes del mundo. La actitud la replican también en Sudamérica con esquemas de lavado de dinero basado en el comercio en la triple frontera entre Brasil, Argentina y Paraguay o el territorio entre Venezuela, Colombia y Panamá.

Hace 14 años era evidente que los vínculos entre Hezbolá y los cárteles de la droga “habían crecido especialmente a lo largo de la frontera entre Estados Unidos y México”, alertó la entonces congresista estadounidense, Sue Myrick, en una carta enviada al Departamento de Seguridad Nacional (DHS). En la misiva agregaba que el grupo terrorista dependía “de los mismos contrabandistas criminales de armas, traficantes de documentos y expertos en transporte que el cartel de la droga”. Juntos, agregó, “dependen de los mismos facilitadores en la sombra. De una forma u otra, todos están conectados”.

Son acuerdos que unen de facto al régimen iraní, el cual tiñe de legalidad sus alianzas con dictaduras latinoamericanas para las fotos oficiales, mientras que en la oscuridad respalda todo un aparato comercial basado en el narcotráfico que a la vez termina sirviendo a sus intereses terroristas. Por eso es que su ataque a Israel no es aislado.

Hezbolá y Los Zetas 

Los acercamientos entre Irán, Hezbolá y los cárteles de la droga fueron corroborados con un famoso caso en el año 2011. Un vendedor de automóviles iraní-estadounidense que vivía en Texas, identificado como Manssor Arbabsiar, ofreció 1,5 millones de dólares a otro hombre (creyendo que este último pertenecía al cártel mexicano Los Zetas) para que asesinara al embajador de Arabia Saudita en Washington.

Al final, el supuesto miembro del cartel resultó ser un agente de la DEA mientras que el hombre la justicia de EE. UU. señaló al otro de formar parte de una división de la Guardia Islámica Revolucionaria iraní especializada en guerra asimétrica. El episodio lo reveló El Universal tras obtener una copia de la comparecencia ante el Senado del entonces subcomandante del Comando Sur, el general Kenneth Tovo.

En conclusión, la relación entre Hezbolá y carteles de la droga se convierte en una plataforma para obtener financiamiento. Por ende, el tema plantea mayores preocupaciones sobre la infiltración de la influencia iraní en Occidente.

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