Fuente: La Gaceta de la Iberosfera
Durante la tarde del 20 de marzo, se dio a conocer en Chile el caso de una charla dictada para niños de 5° básico sobre «educación sexual», en un colegio de la región de Arica (ciudad norteña del país), que abordó contenido sexual explícito. La denuncia fue realizada por los padres y apoderados de los niños afectados, instalando —nuevamente— en el debate público chileno cómo se ha buscado sexualizar y vulnerar a los niños con la excusa de integrar el «Enfoque de Género» a través de la «Educación Sexual Integral», en estas temáticas.
«¿Has tenido relaciones sexuales (sexo oral, anal o vaginal) sin condón?» y «¿has tenido sexo oral y han eyaculado en tu boca?» fueron unas de las preguntas que respondieron estudiantes de 5° año de educación básica, en un colegio de la ciudad de Arica.
Tal como denuncia una madre a la Radio Bío Bío, los niños —que tienen en promedio 10 años de edad— se vieron evidentemente afectados, por el grado de explicitud de las preguntas que respondieron en un formulario. Además, la madre sostuvo que su hijo le comentó dicha «actividad» fue realizada por personas que no conocía, pues no eran profesores del colegio, lo que se puede comprobar en los folletos con los que se quedaron los niños, ya que en estos se identifica que la autoría de dichos contenidos está a cargo del Centro Comunitario CRIPAC, perteneciente a la Seremi de Salud de la Región de Arica y Parinacota.
Además, la madre declara que esta charla no fue notificada a los apoderados, es decir, se realizó sin el consentimiento de ellos. Ante la gravedad de esta situación, los padres de los afectados realizaron una denuncia a la Superintendencia de Educación. Por otro lado, las autoridades del colegio señalaron que esta charla estaría enmarcada en los programas del Ministerio de Salud, y que el contenido estipulado era sobre «higiene y autocuidado».
Tras este escándalo, la subsecretaria de Salud Pública, Andrea Albagli, sostuvo que el Ministerio de Salud «efectivamente trabajó en materia de salud integral adolescente y eso incorpora dentro de los ítems de salud sexual y reproductiva que se da en establecimientos educacionales». Acá destaca el término «integral» subrayado, ya que permite identificar la aplicación de la «Educación Sexual Integral». Sin embargo, la autoridad afirmó que dicha actividad «no siguió los protocolos» estipulados por el Ministerio de Salud, por lo que el jueves 21 de marzo solicitaron la renuncia del Seremi de Salud de Arica.
Con todo, y a pesar de esta lamentable situación, no es primera vez que se ha buscado vulnerar la dignidad de los niños chilenos, con la excusa de promover el «Enfoque de Género» y la «Educación Sexual Integral».
El 7 de junio de 2023 se conoció que en un colegio de Talcahuano (ciudad del sur de Chile), en el contexto de una charla de «educación sexual», los estudiantes, también de 5° año de educación básica, sufrieron tocamientos y fueron expuestos a contenido audiovisual explícito, justamente en una «actividad» enmarcada en los principios del Ministerio de Salud.
En mayo de 2023, se dio a conocer una guía del Ministerio de Educación del gobierno del presidente Gabriel Boric sobre «sexualidad afectiva» destinada a niños de kinder. En dicha actividad se propuso que los niños se hicieran masajes entre ellos para «expresar lo que sienten en ese momento» y que reflexionen «sobre los modelos de masculinidad y femineidad construidos a lo largo de la historia». Asimismo, se invitaba a «avanzar hacia comunidades no sexistas», acompañado de un anagrama con las siglas «LGBTQIA+».
No obstante, estos casos no son baladíes y a esta altura ya parece ingenuo sostener que son solo casos aislados. Pues, son la aplicación de la «Educación Sexual Integral», que, a pesar de haber sido rechazada en dos ocasiones en Chile, el progresismo ha buscado aplicarla a toda costa.
«Educación Sexual Integral» (ESI) en Chile
El progresismo ha argumentado que la educación sexual debe sostenerse desde, y únicamente, a través del Enfoque de Género, es decir, una perspectiva que entiende que la sexualidad y la identidad sexual son una construcción social. En consecuencia, dichas construcciones representarían imaginarios del «capitalismo neoliberal». Por este motivo invitan a cuestionar y deconstruir los imaginarios como lo que entendemos por «hombre», «mujer», o «heterosexualidad».
Lo anterior explica por qué estos sectores proponen desconocer toda naturaleza, anatomía y biología al entender que el género sería «plástico», es decir, moldeable. Es justamente a lo que Judith Butler se refiere cuando teoriza sobre la «teoría de la performatividad». Y si bien, al nutrirse de la deconstrucción, estos sectores sostienen que se abren numerosas lecturas al abolir los binarios opuestos —como el de sexos—, también trae profundos dilemas, al desconocer la esencia del ser (humano).
Quizás lo anterior puede parecer muy abstracto y teórico, pero los ejemplos de su aplicación pueden despejar cualquier duda.
En Chile, se ha sostenido que la «Educación Sexual Integral» (ESI) buscaría prevenir enfermedades de transmisión sexual (ETS), embarazos adolescentes y abusos sexuales en menores. Sin embargo, su intento de aplicación deja en evidencia que sus objetivos no apuntan a disminuir estos casos.
El primer intento de aplicación de la ESI fue el proyecto de ley titulado como «Educación Sexual y Afectiva», ingresado el 12 de septiembre de 2019. Establecía una nueva ley sobre educación sexual desde la edad preescolar, la que debería enseñarse desde un «enfoque de género» —que ignora toda noción biológica del cuerpo y sexualidad humana—; y promovía la «autonomía progresiva» —lo que implicaría eliminar la patria potestad, por lo que los padres no tendrían el derecho preferente en la educación de sus hijos—. Finalmente, esta iniciativa fue rechazada en el Congreso chileno en octubre de 2020.
El segundo intento lo encontramos en la primera propuesta de nueva Constitución, en la que los chilenos la rechazaron contundentemente en septiembre de 2022. Con todo, el artículo 40 de dicha propuesta señalaba que «toda persona tiene derecho a recibir una educación sexual integral, que promueva el disfrute pleno y libre de la sexualidad». Dicho de otro modo: toda persona —independiente de si es un niño en edad preescolar o un universitario— debe recibir una educación que promueva el «disfrute pleno» de la sexualidad. O sea, se constata que no hay un enfoque de prevención, si no de sexualización.
Por otro lado, la Cámara de Diputados aprobó en mayo de 2023 un proyecto de resolución —por lo que no es vinculante, ya que solo fue un acuerdo por los diputados sin ser visado por el Senado—, para sugerir al Ejecutivo que impulsen una educación nacional que integre el enfoque «sexoafectivo integral». Pero, y a pesar de esta iniciativa parlamentaria, la ESI no ha sido aprobada en Chile, aunque esto no ha detenido al progresismo de aplicarla, en especial que en este momento dirigen el Gobierno.
La ESI vulnera a los niños
En suma, la ESI no es una buena política para guiar la educación sexual, porque solo considera un enfoque (el de género) ignorando otros como el científico-biológico, o el respeto por la dignidad humana. Además, al analizar cómo se ha aplicado en otros países —véase los distintos casos en Argentina o España—, se ha constatado que la educación sexual con el apellido de «integral» vulnera a los estudiantes y los adoctrina.
Ezequiel Baigorria, psicólogo clínico argentino quien ha dedicado su trayectoria a tratar casos de abusos de menores, sostiene que la ESI, tal como está planteada, no apunta a disminuir ETS, embarazos adolescentes ni abusos sexuales. En este último punto conviene detenerse un momento, ya que Baigorria sostiene que hay dos tipos de abusos: los con contacto físico y los sin contacto (como las insinuaciones sexuales, ver material sexual explícito, observar actos sexuales, y similares).
Por consiguiente, los casos en que se le ha preguntado a los menores chilenos sobre si han experimentado sexo oral, anal o vaginal; si han eyaculado en la boca de ellos; que les propongan masajearse entre ellos; o que reciban tocamientos por parte de los supuestos «instructores» son casos de abuso sexual.
En conclusión, la ESI no es una enseñanza adecuada y honesta para tratar los temas de sexualidad en los menores, ya que ignora toda educación biológica y científica. Igualmente, no respeta los tiempos de maduración psicológica de los niños, los vulnera, y busca sexualizarlos. Y es justamente este último aspecto que contradice que la ESI lograría disminuir ETS y embarazos adolescentes, porque en lugar de prevenirlas fomenta el mismo acto y «placer» sexual en menores de edad, incluyendo a niños de preescolar.
Toda educación sexual debe enseñarse desde una perspectiva objetiva, que integre la biología del cuerpo humano y comprenda la importancia de la dignidad de la persona. Esto implica, también, respetar el derecho preferente de los padres ante la educación de sus hijos, en especial, en temas tan delicados como estos.