Fuente: informeorwell.com

El modelo económico chino parece haber alcanzado su cúspide, según el análisis del destacado experto Derek Scissors del American Enterprise Institute (AEI). Sin embargo, el panorama que se avecina no implica un colapso inminente, sino más bien un estancamiento que podría transformarse en una declinación profunda en el mediano-largo plazo.

Scissors señala que China enfrenta desafíos tanto a corto como a largo plazo, pero la peculiaridad radica en que las herramientas para abordarlos son limitadas debido a la manipulación sistemática de estadísticas. Este aspecto estructural ha nublado la comprensión real de la magnitud de los problemas, ya que las cifras presentadas por el régimen no reflejan con precisión la situación económica, social y demográfica del país.

La manipulación de estadísticas no es un fenómeno nuevo en China, pero Scissors destaca que ahora está adquiriendo mayor relevancia. La descentralización de decisiones hacia provincias y ciudades, una premisa del modelo de apertura de Deng Xiaoping, ha generado una acumulación local de cifras infladas que solo parcialmente pueden ser corregidas a nivel central en Beijing.

Aunque algunos sostienen que el gobierno central posee estadísticas precisas en reserva, Scissors argumenta que la manipulación ha persistido y que confiar en que se tengan cifras exactas para abordar los problemas sería un error. La opacidad estadística, que se ha intensificado desde 1978, plantea desafíos significativos para la toma de decisiones informadas.

La realidad en China, según Scissors, se asemeja sorprendentemente a la Unión Soviética, donde los distintos niveles de la burocracia repetían lo que los líderes querían oír, creando una desconexión con la verdadera situación. La creencia de que la gerontocracia china había aprendido de la experiencia soviética y adoptado parámetros de mercado ahora se cuestiona a medida que se revelan ineficiencias económicas.

Ruchir Sharma, Presidente de Rockefeller International, también sostiene que las cifras de crecimiento económico publicadas por China distan mucho de la realidad.

Por su parte, otro aspecto crítico subrayado por Scissors es la exageración de metas de producción y crecimiento del PIB, que, al igual que en la Unión Soviética, generan ineficiencias y distorsionan la realidad económica. La continua construcción de infraestructuras, aunque inicialmente beneficiosa para el PIB, puede llevar a rendimientos decrecientes y costos económicos superiores a los beneficios a largo plazo. Tal como sucede con las «ciudades fantasma» que se han ido construyendo en el país; en la actualidad, al menos 50 ciudades en el país asiático reciben este calificativo.

La crisis demográfica, el elevado nivel de deuda y el cambio en el comportamiento de consumo de los hogares son desafíos adicionales. Scissors plantea la posibilidad de una «corrida demográfica», donde la percepción de inseguridad y la falta de oportunidades para emigrar podrían generar un éxodo masivo.

La falta de incentivos para las reformas estructurales y la actual «contra-reforma» liderada por Xi Jinping complica aún más la resolución de los problemas. A medida que la sociedad expresa malestar y la geopolítica enfrenta incertidumbres, el liderazgo chino enfrenta un panorama complejo que podría tener implicaciones globales importantes.

En este contexto, la economía china, que alguna vez fue considerada un competidor inminente para la economía estadounidense, ahora enfrenta desafíos que podrían afectar su crecimiento y su posición en la escena mundial. La manipulación de estadísticas emerge como una barrera para la toma de decisiones informadas, y la falta de transparencia plantea interrogantes sobre el verdadero estado de la economía china.

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