Por Celeste Caminos – Mundo Libre diario

Un alto funcionario argentino, el Ministro del Interior Guillermo Francos, se reunió ayer con Eduardo Cardoza Mata, embajador de El Salvador, para hablar principalmente sobre las políticas implementadas por el gobierno de Nayib Bukele para frenar las olas de delincuencia e inseguridad.

«Me reuní con el embajador de El Salvador @EduardoCardozaM, con quien dialogamos sobre las políticas implementadas por el presidente @nayibbukele para llegar a una solución rápida ante la inseguridad que afrontaba su país, de las cuales es importante tomar nota», expresó el funcionario en la red social X.

Además, agregó que dialogaron sobre la situación de los salvadoreños residentes en Argentina e iniciativas vinculadas a visas, estudios y trabajo.

El efecto Bukele

El Salvador pasó de ser uno de los países más peligrosos del mundo a ser uno de los más seguros en muy poco tiempo y bajo la gestión del presidente Bukele.

Una vez que el gobierno de Bukele decidió instaurar un régimen de excepción en el país, las pandillas que se hallaban enquistadas en los barrios, a merced de aumentar los homicidios cuando quisieran, comenzaron a perder terreno.

Adicionalmente, emplazó el Centro de Confinamiento del Terrorismo (CECOT), una mega prisión que se ha ganado la reputación de ser una de las más duras del mundo. Recientemente, se permitió a los periodistas ingresar por primera vez y observar las condiciones de vida dentro de este penal ubicado a 74 kilómetros de San Salvador. La prisión se caracteriza por una muralla de 11 metros de altura y 2.1 kilómetros de extensión, la ausencia de señal telefónica, y una única vía de acceso y salida. Además, las cámaras de vigilancia monitorean constantemente la prisión.

Dentro del CECOT, las reglas son estrictas, con los reclusos necesitando autorización para hablar y sin actividades recreativas. Las celdas de castigo son oscuras y vacías, y no se permite la visita de familiares.

El centro penitenciario alberga a miembros de las temibles pandillas MS13 y la pandilla 18, y aunque tiene la capacidad de alojar a 40.000 presos, en la actualidad cuenta con alrededor de 12.000. Los reclusos están sometidos a rutinas diarias de revisión de celdas y medidas de control, con solo dos comidas al día y prácticamente ningún contacto con el exterior, excepto las audiencias con los tribunales, que se realizan por videoconferencia desde un salón interno.

Por el contrario, en Argentina, las políticas laxas contra los delincuentes han hecho que aumenten los crímenes en las calles.

Incluso si fueran encarcelados, los tratos que reciben en prisión son hasta mejores que en sus casas, ya no tienen que trabajar pero les permiten tener Internet, celulares, computadoras y hasta pileta para refrescarse. Este último hecho se ha hecho viral en las redes sociales.

Esto ha indignado a la sociedad argentina, especialmente en la provincia de Buenos Aires donde la delincuencia es mayor. Así como Bukele tiene más del 90% de aprobación con sus políticas y enfatiza que los llamados «derechos humanos» deben ser para las personas de bien y no para los delincuentes (como piden las organizaciones internacionales), seguramente la mayoría de la gente de bien en Argentina también estará de acuerdo en endurecer las penas para los criminales.

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