Fuente: La Gaceta de la Iberosfera

Se esta celebrando en Suiza el Foro de Davos, el evento organizado por el Foro Económico Mundial y que reúne a más de 100 gobiernos, a las principales organizaciones internacionales y a cerca de 1.000 empresas, así como a líderes de la sociedad civil, destacados expertos, jóvenes agentes del cambio, emprendedores sociales y medios de comunicación.

Esa es la definición del Foro sobre el papel, pero en la práctica el Foro de Davos es una reunión de millonarios en la que estos dan a los líderes políticos, sobre todo europeos, las instrucciones de las políticas a aplicar en sus respectivos países, sobre en todo en materia de «cambio climático«.

Para los organizadores, Davos 2024 debe servir para reflexionar sobre los «desafíos clave del mundo», como las tensiones geopolíticas, la descarbonización y la inteligencia artificial. Y es evidente que marcar estrategias respecto a los conflictos existentes en varias partes del globo así como una legislación que regule el avance de las nuevas tecnologías puede tener sentido. Sin embargo, que quienes se transportan a Davos en sus jets privados emitiendo miles de toneladas de CO2 a la atmósfera ordenen al resto de humanos no viajar en avión, enviar sus coches de gasolina al chatarrero o no comer carne «en defensa del medio ambiente» no lo tiene.

En 2023, Greenpeace reveló que, según una investigación realizada por la consultora ambiental holandesa CE Delft, durante la semana de la cumbre, «1.040 vuelos de aviones privados llegaron y partieron de los aeropuertos que sirven a la lujosa estación de esquí suiza de Davos», generando emisiones equivalentes a las de unos 350.000 autos promedio en una semana.

«Dado que el 80 % de la población mundial nunca ha volado, pero sufre las consecuencias de las emisiones de la aviación que dañan el clima y ​​que el FEM afirma estar comprometido con el objetivo climático de París de 1,5 °C, este auge anual de aviones privados es una desagradable clase magistral de hipocresía«, denunció entonces la organización climática en un comunicado.

Sin embargo, no sólo las emisiones se congregan durante estos días en Davos; el Foro ejerce un efecto de atracción para las prostitutas de lujo, que durante esta semana se trasladan a la ciudad alpina.

En 2020, una investigación de The Times destapó el escándalo al revelar que al menos 100 prostitutas viajan a Davos anualmente para la celebración de la asamblea. Desde entonces, otros medios de comunicación han recogido los testimonios de estas trabajadoras sexuales en ediciones posteriores.

Así, se sabe que los servicios de estas prostitutas ascienden a unos 700 dólares la hora y a unos 2.500 la noche, que se alojan en los hoteles elegidos por la organización del evento donde también se quedan el resto de invitados y que «se visten como ejecutivas» para pasar desapercibidas.

Para muchos, que quienes también discuten sobre «igualdad de género» durante esta semana paguen a mujeres a cambio de sexo es igual o más hipócrita que su lucha contra el cambio climático desde el asiento de cuero de un Boeing valorado en millones de euros.

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