Por Bigeng – Minghui

A lo largo de su vida, el emperador Kangxi fue diligente y prudente, y trabajó duro para practicar el buen gobierno. Con gran sabiduría y previsión, gobernó la dinastía Qing durante 61 años, en los que aplicó políticas benévolas y extendió la bondad por todas partes. Fue un periodo en el que la gente disfrutó de paz y felicidad y el país resplandeció de prosperidad.

Kangxi, el monarca con más logros y mejor juicio del último sistema imperial chino, fue también el más diligente a la hora de educar a sus descendientes. Como resultado, la mayoría de sus hijos y nietos tenían talento tanto en literatura como en asuntos militares.

Para continuar con la tradición educativa de Kangxi, su hijo Yongzheng, que le sucedió como emperador, recopiló las enseñanzas diarias de Kangxi en un libro, Tingxun Motto, que dio a las generaciones posteriores una idea de la integridad de Kangxi y de la forma en que se dedicaba a dirigir el país y los asuntos de su casa. También podemos ver lo meticuloso que era a la hora de educar a sus hijos.

Rectificando su propia conducta

Kangxi concede gran importancia a la integridad del comportamiento de los príncipes y se opone a que los padres mimen demasiado a sus hijos, diciendo que si un niño está demasiado mimado, no sólo sufrirá trastornos alimentarios sino que tampoco podrá soportar el frío o el calor y terminaría siendo tonto cuando creciera.

El propio Kangxi se abstuvo de fumar y beber. Dijo: “Esto no significa que no sepa fumar. De hecho, cuando era joven fumaba bastante en casa de mi madre adoptiva. Ahora que prohíbo fumar a otros, ¿cómo puedo fumar yo mismo? Por eso nunca volveré a fumar”.

También dijo: “Originalmente, el vino se usaba para adorar a los dioses, proveer a los ancianos, entretener a los invitados y traer alegría. Por tanto, es indispensable. Sin embargo, está absolutamente prohibido beber sin moderación”.

“Puedo beber, pero no lo haré, porque mi negativa a beber proviene de mi corazón. En términos generales, si eres adicto al alcohol, tu mente se confundirá o enfermarás. Beber no le hace ningún bien a una persona. … Por lo tanto, les digo sinceramente que nunca se entreguen a la bebida. Nada hace más daño a la salud y a la mente que beber en exceso”, advirtió Kangxi.

Con respecto a la comida y la ropa, Kangxi dijo que uno debe “estar siempre contento [con lo que ya tiene]”. Les dijo a sus hijos: “Aunque soy el emperador, mi único requisito en cuanto a la ropa es que luzca apropiada y me quede bien; aunque gobierno vastas tierras, sólo tengo las comidas diarias habituales y sólo necesito un tipo de carne en cada comida, excepto cuando ofrezco recompensas”.

Kangxi siempre enseñó a sus hijos con el ejemplo en lugar de hablar de teorías vacías.

También advirtió a sus príncipes que no dijeran malas palabras, porque en cuanto lo hicieran perderían la virtud. “Incluso si dices malas palabras de manera casual, el daño es enorme”.

En cuanto a la cuestión de la apariencia, Kangxi exigió a sus descendientes “que no miren hacia atrás ni entrecierren los ojos mientras caminan, están de pie, sentados o acostados”. Continuó explicando que los ojos son la ventana del alma y que si uno los entrecierra con frecuencia, la gente tendría la sensación de que no es decente y carece de integridad.

Kangxi enseñó a sus hijos en cada detalle y les pidió que actuaran virtuosamente y con amabilidad. “No te burles de las personas con discapacidades”, “Nunca te pares debajo de un árbol grande cuando hay fuertes lluvias y truenos” y “Manténte limpio cuando estés fuera de casa”.

Guiando sus estudios

Kangxi prestó gran atención a los estudios académicos de los príncipes. Él personalmente seleccionó maestros que fueran “maduros y prudentes”, “excelentes en conocimientos” o que, aunque no tuvieran un conocimiento profundo, tuvieran buen carácter, sin importar si eran de etnia manchú o han. También reservó una habitación en el lado sureste del Palacio Qianqing como salón de clases para poder inspeccionar y supervisar sus estudios fácilmente.

Creía que “a uno se le debe enseñar a ser bueno desde una edad temprana”. Los príncipes tenían que levantarse antes del amanecer y estudiar hasta altas horas de la noche. No tenían días libres y estudiaban una amplia gama de cosas, incluyendo caligrafía y pintura, música, geometría, astronomía, equitación y tiro con arco, natación y armas de fuego, etc., además de los clásicos chinos.

Kangxi creía que los niños estaban naturalmente predispuestos a aprender, por lo que promovió la educación temprana, diciendo que cuando las personas eran jóvenes, sus mentes estaban enfocadas y agudas; cuando crecieran, sus pensamientos estarían más dispersos. También señaló que “lo más importante al estudiar es entender los principios. Una vez que comprendan los principios, sabrán qué hacer y podrán distinguir lo correcto de lo errado, y el bien del mal por sí mismos”.

Hoy en día, las escuelas en China bajo el control del PCCh (Partido Comunista Chino) simplemente están adoctrinando mentes jóvenes con la cultura del Partido, dejando a los estudiantes incapaces de pensar de forma independiente. Sin el conocimiento de los valores tradicionales como base, los niños tienden a ser egocéntricos y llegar a los extremos, y han perdido la capacidad más básica de decidir qué está bien y qué está mal y qué es lo bueno y lo malo.

Kangxi señaló la importancia de estudiar los poemas antiguos, los clásicos y la historia, y aconsejó a sus descendientes que no leyeran cualquier publicación. “No se debe permitir que los niños pequeños lean novelas, ya que estos libros son en su mayoría divagaciones sin objetivo y no ofrecen nada sustancial. Cuando la gente los lee, puede que tomen lo que leen como verdad, y aquellos que son rebeldes incluso hacen lo mismo en su conducta”.

Lo que describió es muy similar a la situación actual en la que los niños son adictos a los cómics, la animación, los videojuegos, etc.

En cuanto al entrenamiento de habilidades, Kangxi alentó a sus descendientes a ser valientes y diligentes; “Si uno tiene una determinación inquebrantable y es valiente y diligente, firme e inquebrantable, ¿cómo es posible que no tenga éxito?”.

La forma de Kangxi de educar a los jóvenes le resultó ser muy exitosa. Entre sus descendientes se contaban no sólo emperadores tan destacados como Yongzheng y Qianlong, sino también muchos artistas, científicos, generales y funcionarios concienzudos.

Cultivando sus propias mentes

La bondad es lo más importante para un ser humano. Kangxi creía que mientras uno hiciera buenas obras, estaría protegido por la Divinidad.

“Actuar con amabilidad es de suma importancia. Los sabios del pasado nos han dejado muchos dichos que instan a las personas a ser amables. Las enseñanzas de los dioses y los budas también se centran en guiar a las personas con bondad”.

“Si puedes vivir según las cinco normas morales y dedicarte a hacer buenas obras, entonces la Divinidad te bendecirá y te recompensará con buena fortuna”.

Kangxi también abogó por la resistencia: “No hay nada en el mundo que uno no pueda superar. Aguanta un rato y luego sentirás que no es nada”.

Él mismo demostró una gran resistencia. Por ejemplo, no usaba ventiladores ni se quitaba la gorra ni siquiera durante el intenso calor de junio.

Kangxi enseñó a los príncipes a controlar y rectificar sus pensamientos en todo momento. Creía que “cualquier pensamiento, por mínimo que sea, se basa en los principios del cielo o en los deseos humanos”. Por lo tanto, deben “reprimir los malos pensamientos desde el principio para que las emociones no los confundan”.

“Cuando dejas de lado continuamente los pensamientos y deseos malos y egoístas, tus pensamientos se alinearán con el Dao. Sólo cuando la mente no está esclavizada por los oídos, los ojos, la boca y la nariz puedes estar en paz”.

Kangxi dijo: “Es sólo cuestión de un instante entre un mal y un buen pensamiento. Uno sabrá si un pensamiento es recto al instante y podrá rectificar lo que no es correcto. De esta manera, uno no se desviará demasiado del Dao”.

Mantener una fe recta

Hoy en día, muchas personas adoran a dioses y budas para obtener bendiciones, evitar desastres, aprobar exámenes, enriquecerse o tener un hijo, etc.

Pero hace cientos de años, Kangxi advirtió a sus descendientes: “La razón por la que respetamos a los dioses no es para buscar la buena fortuna o evitar la desgracia, sino para mantener nuestro propio sentido de rectitud… Desde que subí al trono cuando era niño, siempre he sido muy sincero y fiel al ofrecer sacrificios a dioses y budas.

“Todo aquel que tenga pensamientos bondadosos será bendecido por el Cielo y recompensado con el bien. Hoy en día, la gente cuenta hilos de cuentas mientras canta el nombre de Buda porque quiere hacer buenas obras. Pero si no eliminan los malos pensamientos, ¿de qué sirve contar cuentas de oración? El respeto a los dioses y a los Budas debe surgir del mismo corazón”.

Epílogo

El emperador Kangxi era un sabio de corazón y un emperador en la vida pública. Con su extraordinaria sabiduría y profundo conocimiento de la cultura tradicional, comenzó la educación de sus descendientes a una edad temprana, enseñándoles principios para rectificar sus mentes, refinándolos con habilidades y fortaleciéndolos físicamente. Él personalmente utilizó las formas tradicionales chinas de educación, poniéndolas en práctica e integrándolas con la cultura divinamente inspirada de China. De hecho, el lema de Tingxun ofrece una profunda inspiración para revivir los principios de la educación tradicional.

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