Por Drieu Godifridi – voz.us
A casi nadie le importa, porque todo parece tan lejano durante el verano, pero la noticia de la semana es probablemente el colapso de China. Bienes raíces, divisas, mercados bursátiles, tecnología, demografía: todo encaja, y lo que le espera a China parece ser, en el mejor de los casos, el estancamiento.
1. Colapso del mercado inmobiliario
La caída del mercado inmobiliario chino: se estima que hay 80 millones de casas desocupadas en China. Un número enorme, incluso para un país gigante. Si bien el mercado de bienes raíces ha impulsado el crecimiento de China durante décadas, ahora están en peligro de arruinarlo. Los principales conglomerados de desarrollo inmobiliario chinos están quebrando uno tras otro. No hay solución que reviva artificialmente los “ladrillos” de China esta vez. Durante años, el régimen chino estimuló artificialmente los bienes raíces como motor económico, ¡y funcionó! Pero a veces llega un exceso de oferta, y en China, es ahora.
2. Colapso del yuan
Luego vino la marginación de la moneda china, el yuan, presentada como alternativa destinada a reemplazar al dólar. No todavía. El yuan puede o no ser débil, pero nadie lo quiere como moneda internacional porque nadie confía en la fiabilidad del régimen chino a largo plazo. Nadie quiere comprar bonos chinos. “Es muy difícil crear una moneda de reserva, sin activos de reserva atractivos. China tiene un problema. Quiere que los extranjeros compren bonos, pero estos han estado vendiéndolos desde principios de 2022”, señaló recientemente Jens Nordvig, fundador y CEO de Exante Data.
Cuando las grandes empresas chinas piden prestado en los mercados internacionales, siempre es en euro-dólares (una iteración del dólar), y ciertamente no en yuanes.
El yuan, sea débil o no, no reemplazará al dólar, ni siquiera en el sudeste asiático. Si bien el reciente fortalecimiento de los BRICS (el grupo informal que comprende Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) es un desarrollo geopolítico interesante, no hay indicios de que los otros miembros del BRICS estén listos para adoptar el yuan en sus transacciones. Sobre todo India.
Con respecto al concepto de una moneda dedicada para las naciones BRICS, los expertos han expresado su escepticismo. Danny Bradlow, miembro del Centre for Advancement of Scholarship en la University of Pretoria, Sudáfrica, puso en duda la practicidad de volver al patrón oro (no hay suficiente si todos quisieran un canje) o de usar criptomonedas. Cuestionó su fiabilidad en el comercio mundial. Hay inversores serios que consideran las criptomonedas como esencialmente una metáfora, como la manía holandesa por los tulipanes en el siglo XVII. Aunque entonces al menos tenías un bulbo de tulipán.
Al discutir las complejidades de establecer una moneda específica para los BRICS, Shirley Ze Yu, investigadora visitante principal de la London School of Economics, mencionó que la formación de dicha moneda requeriría la creación de una gama de instituciones con estándares y valores compartidos. “Estos son muy difíciles de lograr, aunque no imposibles”, señaló.
Chris Weafer, analista de inversiones especializado en Rusia y Eurasia en Macro-Advisory, calificó la propuesta de una moneda BRICS como “un proyecto fracasado desde el vamos”.
3. El colapso del mercado de valores chino
Es probable que el presidente del Partido Comunista Chino, Xi Jinping, no entienda realmente cómo funcionan los mercados. Puede haber pensado que podría multiplicar sus intervenciones arbitrarias en el mercado de valores chino sin ninguna consecuencia. Sin embargo, podría haber al menos una : pérdida de confianza. ¿Por qué alguien querría invertir en un mercado de valores que está constantemente a merced de un “príncipe” comunista y sus caprichos y predilecciones subjetivas?
De acuerdo con la nueva Ley Anti-Sanciones de China, casi todo ser un delito y el Partido Comunista puede embargar los activos de quien sea si así lo desea. El asalto a la sede de Bain & Company en Shanghai y la colonización (confiscación) del centro financiero de Hong Kong por los imperialistas chinos también tuvieron el efecto, desde un punto de vista estrictamente financiero, de vaciar el mercado chino de toda fiabilidad.
También existe el problema de que en China no hay empresas privadas: bajo la noción de “fusión civil-militar” del Partido Comunista Chino, todas las empresas pertenecen al Gobierno central y pueden ser allanadas para obtener información en cualquier momento.
4. Falta de innovación tecnológica
La radicalización beligerante de China -como el incumplimiento chino de las normas de transparencia o contabilidad de los Estados Unidos; los déficits comerciales siempre a favor de China, el robo chino permanente y sistémico de la propiedad intelectual estadounidense- a pesar de décadas de buenas relaciones, ha llevado a Estados Unidos a cuestionar su “intercambio” de tecnología de semiconductores con China. El Gobierno chino no parece haber dominado este campo todavía, posiblemente haciendo que Xi esté aún más interesado en apoderarse de Taiwán, que es un centro internacional de chips para computadoras. Las empresas chinas y su Gobierno pueden temer quedarse atrás de las compañías de Japón, Corea del Sur, Taiwán y Occidente –este es uno de los pocos puntos de convergencia en los Estados Unidos entre republicanos y demócratas- .
5. Colapso demográfico
En todos los países industrializados y en todos los continentes, con algunas raras excepciones, las curvas demográficas están colapsando. Es cierto sobre todo para China, que con una tasa de fecundidad de 1,28 hijos por mujer parece destinada a seguir los pasos de Japón. Xi parece estar tratando de revertir esta tendencia a la baja, pero sólo ha logrado acelerarla. A pesar de la terminación formal de la política del hijo único en 2016 y la introducción de beneficios financieros y reducciones de impuestos para las familias, las tasas de natalidad no han experimentado un aumento significativo.
Los datos de las Naciones Unidas indican que si bien hubo un pequeño repunte en la tasa de fecundidad del país poco después del cambio de política, desde entonces ha disminuido. Las cifras pasaron de aproximadamente 1,7 hijos por mujer, similar a las tasas en Australia y el Reino Unido, a 1,28, una de las más bajas a nivel mundial. Esta reciente disminución refleja una amalgama de diversas presiones sociales y económicas que se han acumulado en China a lo largo de los años, aunque más allá de todo una fuerza laboral menguante disminuye el potencial de crecimiento.
De lo anterior, un pronóstico: nuestros contemporáneos a menudo olvidan que el régimen chino no es el equivalente de una democracia británica, estadounidense u holandesa. El régimen chino es una dictadura en sentido estricto, la dictadura de un solo partido y, en última instancia, de un solo hombre, Xi. Entonces, si quieres derrocar a un dictador, solo puedes hacerlo por la fuerza, o si decide irse, o si su vida llega a su fin.
Xi, a pesar del fracaso de sus políticas económicas, probablemente no decidirá irse. Podría estar esperando que las próximas elecciones presidenciales en Taiwán, el 13 de enero de 2024, dejen al país en su regazo. Para atraer más comercio internacional, podría posponer cualquier agresión planificada o, por el contrario, como suelen hacer los tiranos, intensificar las hostilidades para distraer a su propio público de su crisis económica, no como un preludio del ‘siglo chino’, sino como una maniobra desesperada de un hombre desesperado.
Xi ya le ha dicho a sus militares que “se preparen para la guerra” y que “luchen y ganen”. Ha volado globos espías sobre los sitios militares más sensibles de Estados Unidos y enviado “cientos de hombres chinos en edad militar” para que ingresen a los Estados Unidos a través de su abierta frontera sur, presumiblemente para interrumpir una contraofensiva estadounidense en caso de que invadiera Taiwán, para sabotear aeropuertos, redes eléctricas, sistemas de comunicaciones, suministros de agua, puentes, puertos, carreteras, túneles y otra infraestructura estratégica estadounidenses.
Xi puede ver que su “ventana de oportunidad”, durante una Administración Biden que posiblemente esté comprometida, se está cerrando. Y que Estados Unidos está siendo dirigido por un presidente que da la mano al aire, dice “sin comentarios” sobre una ciudad incinerada en Hawái y asegura al presidente ruso Vladimir Putin que una “incursión menor” en Ucrania estaría bien.
Xi vio a la Administración Biden huir de Afganistán; eliminar la independencia energética y promover los molinos de viento; permitir que un globo espía complete su misión sobre sitios militares sensibles de los Estados Unidos; cancelar la China Initiative (iniciativa china) que estaba frustrando los esfuerzos chinos de investigación y robo de la industria; permitir TikTok, Institutos Confucio, Aulas Confucio K-12, ‘comisarías’ chinas ilegales; dejar que China compre tierras agrícolas estadounidenses, a menudo cerca de bases militares estadounidenses, y no hacer prácticamente nada para detener la inversión estadounidense en la industria y el ejército chinos mediante enormes cuentas públicas federales de jubilación como Thrift, así como inversiones del sector privado.
Larry Fink, presidente de Blackrock, instó a los inversores a “triplicar sus asignaciones en activos chinos”. “Somos uno de los 16 administradores de activos que actualmente ofrecen fondos indexados estadounidenses que invierten en compañías chinas”, dijo BlackRock a CNN sobre un país que los está utilizando para desplazar a Estados Unidos y gobernar el mundo.
Jamie Dimon, CEO de J.P. Morgan Chase, dijo que “tiene la intención de operar en China de acuerdo con la política exterior de Estados Unidos y detendrá claramente la expansión si la política de Estados Unidos lo dicta”. En otras palabras, invertir en la China comunista, un país que abiertamente quiere suplantar a Estados Unidos como la principal superpotencia mundial para gobernar el mundo, no es ilegal. Si China ataca a Taiwán y comienza una guerra, es Estados Unidos quien la financia.
Las alianzas militares organizadas en la región por los estadounidenses también dan testimonio de la probabilidad del estallido de la guerra. Y de su urgencia.