Traducido de Life Site News por TierraPura.org

 El arzobispo Carlo Maria Viganò ha condenado una vez más el ascenso del “globalismo”, afirmando que prepara a la humanidad “para el ascenso político del Anticristo”.

En una entrevista del 24 de agosto con un medio de comunicación en francés, Viganò comentó sobre el ascenso del “globalismo” y su impacto en la sociedad. Repitiendo una denuncia del globalismo que ha hecho constantemente, el arzobispo vinculó la corrupción en la sociedad con la corrupción en la Iglesia católica: 

El elemento que en mi opinión necesita quedar claro –para que la denuncia sea completa– es la relación especular entre el golpe del Estado profundo en la esfera civil y el golpe similar de la Iglesia profunda en la esfera eclesiástica.

La “acción subversiva” que socava cada esfera es “idéntica”, afirmó, “como lo son los principios inspiradores que las mueven y las metas que se fijan”. 

Sostuvo que es “esencial” que los católicos “comprendan que el Concilio Vaticano II y el Novus Ordo fueron para la Iglesia lo que la Revolución y la Declaración de los Derechos Humanos fueron para las sociedades civiles, porque en la raíz de ambos se encuentra el germen venenoso de la Revolución, es decir, de la subversión del orden natural que Dios estableció para el hombre y las sociedades humanas”.

A continuación, el arzobispo pintó un vínculo entre globalismo y satanismo, argumentando que son casi sinónimos. “La esencia del globalismo es satánica y la esencia del satanismo es globalista”.

Porque el plan de Satanás es establecer el reinado del Anticristo, dándole una manera de parodiar la vida terrenal de Cristo, imitar Sus milagros con prodigios grotescos, arrastrar a las multitudes no con la sencillez de la Verdad sino con engaños y mentiras. 

El globalismo constituye, por así decirlo, la puesta en escena, el guión y el guión que debe preparar a la humanidad para el ascenso político del Anticristo, a quien los gobernantes del mundo -sus servidores- entregarán soberanías nacionales para que él se convierta en una especie de tirano mundial.

Ampliando cómo se podría lograr tal “escenario”, Viganò escribió que “lo que queda del reinado de Cristo debe ser borrado de las instituciones, la cultura y la vida cotidiana de los ciudadanos”. Una forma de lograrlo sería implementar una “disolución moral”, argumentó, que alentaría a la gente “al vicio y a burlarse de la virtud”.

Pero también destacó aspectos como los intentos de destruir “la familia natural, célula fundamental de la sociedad, cuya eliminación hace que los niños se conviertan en mercancías, productos que quienes tienen dinero pueden pedir en Internet, alimentando una vasta y cada vez más floreciente red criminal, para no Mencione la industria de la subrogación”.

El divorcio, el aborto, la eutanasia, el homosexualismo y el pansexualismo, la mutilación por transición de género han demostrado ser herramientas eficaces para eliminar no sólo la Fe revelada, sino también los principios más sagrados de la Ley Natural.

En oposición a la fe católica a la que se oponen estos movimientos antivida, el globalismo es “una religión” difundida a través de una “ideología despierta”, afirmó el arzobispo. Si bien el catolicismo se centra en Cristo, “los globalistas aplican los principios católicos de ‘realeza social’, pero proclaman a Satanás rey de las sociedades”.

Viganò, quien anteriormente se desempeñó como nuncio papal en Estados Unidos entre 2011 y 2016, destacó un patrón de “censura de información no alineada con la historia oficial, llevada a cabo con la complicidad de las plataformas  sociales  y los medios de comunicación”. Esto, argumentó, se ha empleado en la sociedad moderna, permitiendo la difusión del espíritu anticatólico:

No es casualidad que la ficción democrática utilice medios de represión violenta de las manifestaciones populares que, en una democracia libre, deberían conducir a barricadas y ejecuciones internacionales –pienso, entre otras cosas, en Macron, un estudiante de Jóvenes Líderes para el Mañana  de  World Foro Económico de Klaus Schwab. No basta con llamar “democracia” a una dictadura para que lo sea por arte de magia, especialmente cuando el consentimiento de los ciudadanos a quienes interpretan su estado de ánimo y sus expectativas constituye una amenaza a la supervivencia de estos parásitos subversivos.

También expresó dudas sobre la independencia actual y la veracidad de los procesos electorales, afirmando que la “democracia” era una ilusión a la que la “oligarquía masónica” permite que los ciudadanos se entreguen.

Repito: si la democracia funcionara, no dejarían que los ciudadanos jugaran con la farsa de las elecciones y la ilusión de estar representados en el Parlamento. Si lo permiten es porque la oligarquía masónica sabe que puede controlarla a través de sus emisarios, colocados por todas partes. Por otro lado, el Anticristo será rey, no presidente; ejercerá el poder de manera absoluta, totalitaria y dictatorial. Y quienes creen en la fábula de la democracia descubrirán demasiado tarde que han sido engañados.

Los comentarios del arzobispo contra el globalismo y las fuerzas globalistas no son de ninguna manera la primera vez que expresa tales argumentos. En declaraciones a Steve Bannon el verano pasado, Viganò afirmó lo siguiente:

En definitiva, estamos gobernados por un alto mando de usureros y especuladores, desde Bill Gates, que invierte en grandes explotaciones justo antes de la emergencia alimentaria, o en vacunas justo antes del estallido de la pandemia, hasta George Soros, que especula sobre las fluctuaciones de las monedas y los bonos gubernamentales y, junto con Hunter Biden, financia un biolaboratorio en Ucrania.

Sostuvo que los líderes nacionales y jefes de estado “son traidores a nuestra nación que se dedican a la eliminación de poblaciones, y que todas sus acciones se llevan a cabo para causar el mayor daño a los ciudadanos”.

Pero también creía que a pesar de una “intención deliberada de dañar”, el esfuerzo globalista conocido como el “Gran Reinicio” tiene un final “inevitable” de fracaso, cuyo tiempo depende de “nuestra capacidad para oponernos a él y también de lo que contiene”. en los planes de la Divina Providencia”.

Instó a las familias a formar parte de un movimiento para resistir la agenda de “reconstruir mejor” del Gran Reinicio y, en cambio, “reconstruir lo que ha sido destruido”.

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