Fuente: Minghui.org

El chino es una de las pocas lenguas logográficas que se siguen utilizando hoy en día, con caracteres que a menudo son imágenes estilizadas de las cosas que representan. Esto dificulta su aprendizaje, pero le confiere una característica única: se puede aprender a leerlo sin saber hablarlo. También es uno de los pocos idiomas que se pueden escribir tanto de izquierda a derecha como de derecha a izquierda.

Pero quizá lo más interesante del chino sea la creación de sus caracteres, que, además de ser herramientas que la gente puede utilizar para comunicarse entre sí, también se cree que en su forma y origen llevan mensajes divinos para la humanidad. De hecho, en la leyenda china de la creación, la lengua se considera un don que vincula a la humanidad con la naturaleza y, lo que es más importante, con su Creador.

En este artículo nos adentramos en la mitología que rodea a la lengua china y en el concepto chino del lenguaje, junto con la inspiración que nos proporciona para vivir nuestras vidas hoy en día.

Parte I: Orígenes del universo

Antes de poder transmitir la historia de la creación de la lengua china, debemos comprender cómo ve la cultura china, la creación del universo. Como muchas otras leyendas de la creación, la historia comienza con un Creador.

En el principio, el Creador creó el cosmos, la bóveda celestial y todos los tiempos y lugares. Circunscribió los Tres Reinos y colocó la Tierra en su interior. Insufló vida a los seres conscientes que habitaban toda la creación -desde los dioses a los humanos, pasando por los objetos- y desde entonces vigiló cuidadosamente a la humanidad, nutriéndola y protegiéndola a medida que florecía.

El universo chino consta de cuatro fases: nacimiento, crecimiento, degeneración y destrucción. En vísperas de la fase de destrucción, el Creador ha planeado rectificar el universo y salvar a los seres que hay en él, evitando la desintegración de toda la existencia. Este es un acto de salvación derivado de su ilimitada compasión, y un acto que todos los seres, incluidos los humanos, deben corresponder con eterna gratitud.

Los Tres Reinos forjados por el Creador son percibidos por la humanidad de diferentes maneras: los cuerpos celestiales de la Vía Láctea, las numerosas estrellas centelleantes, el sol, la luna, la Tierra con sus montañas, ríos, lagos y océanos, la variada flora y fauna, así como las nubes, auroras, arco iris y tormentas. Todos estos elementos y fenómenos forman parte de un ecosistema especialmente creado para los humanos, donde la humanidad está separada de la verdadera manifestación del universo. A simple vista, los humanos solo son capaces de ver el entorno que se ha creado para ellos; sin embargo, se trata de una limitación impuesta a los humanos con un propósito.

A pesar de su intrincado diseño, los Tres Reinos no estaban destinados a ser un hogar para los humanos. Se trata más bien de un campo de pruebas destinado a la salvación final del universo por parte del Creador. En este campo de pruebas donde las vidas no pueden percibir la verdad, la humanidad es puesta a prueba para ver si puede distinguir el bien del mal, si eligen lo divino y la existencia o el nihilismo y la destrucción.

Así, a lo largo de la historia, todas las distintas dinastías que existieron en la Tierra, han hablado de misterios divinos; todas ellas han transmitido un concepto de “iluminación”, un deseo de ascender hacia lo divino y desentrañar estos misterios.

Estas ideas fueron transmitidas a la humanidad por los seres divinos que velaban por ella. Al educar repetidamente a los humanos a lo largo de los miles de años, estos seres divinos ayudaron a los humanos a establecer una cultura que mantuviera su conexión con el Cielo, dando a la humanidad la oportunidad de elegir el camino correcto al momento de la decisión.

Y parte de esa cultura divina era el lenguaje. Pero, curiosamente, no todas estas lenguas utilizaban palabras.

Parte II: Un lenguaje antes de la invención de las palabras

Muchos antropólogos e historiadores consideran la génesis del lenguaje como el verdadero comienzo de nuestra actual civilización humana. Antes de eso, la gente llevaba una vida más primitiva y luchaba por sobrevivir, con rudimentarias provisiones para protegerse de los depredadores y otros factores.

El consenso general respecto a esta fase del desarrollo humano -la “prehistoria”- sitúa a la gente en cuevas, sin nada más que pieles de animales para mantenerse calientes. Llevaban la cuenta de las cosas haciendo nudos y vivían una vida sencilla en contacto directo con la naturaleza, a diferencia de los modernos, que han inventado herramientas y máquinas para distanciarse de los efectos del entorno natural.

En este medio, los humanos prehistóricos tenían que observar constantemente su entorno, y no solo la miríada de cosas que existen sobre el planeta, sino también los fenómenos astronómicos y los movimientos del entorno. Tenían que mejorar continuamente su reconocimiento de patrones y profundizar su comprensión del mundo que los rodeaba para evitar peligros y encontrar recursos. A esta necesidad de observación se unían preocupaciones más tácticas, como aprender a enfrentarse a feroces depredadores y cazar para asegurarse el alimento. Muchas de las primeras historias de la humanidad mencionan la caza.

Para los contemporáneos, la naturaleza es aleatoria y diametralmente opuesta a cualquier concepto de sabiduría, diseño o interpretación lógica. Sin embargo, en la cosmología tradicional china, tal suposición sería incorrecta, ya que la naturaleza, al igual que todas las demás cosas creadas por el Creador, se rige por la ley fundamental del universo, definida por los principios de Verdad, Benevolencia y Tolerancia. Es la manifestación de los principios en este nivel del universo, dentro de los Tres Reinos.

Al recopilar sus observaciones sobre el mundo que los rodeaba, los primeros chinos empezaron a ver una especie de “lenguaje” en su entorno. Descubrieron que ciertos fenómenos estaban interconectados entre sí según estos principios fundamentales, y pronto empezaron a desarrollar y estudiar en profundidad este “lenguaje sin palabras”.

Parte III: El libro empíreo sin palabras

Como dice un antiguo refrán chino: “La ganancia y la pérdida se determinan por las vicisitudes del cosmos”.

Esta creencia se remonta a la leyenda de Fuxi, uno de los “Tres Soberanos” que dieron origen al pueblo chino. Fuxi es considerado el primero de los Tres Soberanos y el progenitor de todos los chinos; como dios, utilizó sus habilidades para ayudar al pueblo chino a construir su sociedad.

Uno de los muchos logros de Fuxi fue interpretar parte de este lenguaje sin palabras y enseñar al pueblo chino a leer los augurios del universo.

Empezó clasificando todas las cosas del universo en dos categorías: la del yin y la del yang. Mostró al pueblo cómo había sol por la mañana y luna por la noche; estaciones luminosas y cálidas, pero también otras oscuras y frías. Los gallos cantaban y las gallinas ponían huevos; los hombres eran fuertes y las mujeres suaves. Las emociones iban de la excitación y la alegría a la ira y la tristeza, y los acontecimientos mundanos eran bendiciones y ganancias, o desgracias y pérdidas.

Para simbolizar el yang y todas las cosas del mundo de naturaleza yang, Fuxi dibujó una línea horizontal. Para el yin, dibujó dos líneas horizontales más cortas separadas por un espacio. A continuación, combinó las líneas yin y yang de estos dos elementos en “cuatro imágenes”, y convirtió tres combinaciones superpuestas de estas cuatro imágenes en “ocho trigramas”. Por último, la permutación de estos ocho trigramas generó los 64 hexagramas, que pueden ser utilizados por los seres humanos para interpretar los mensajes del universo, profetizar la buena o la mala fortuna y actuar en consecuencia.

Hoy en día, podemos reconocer estos 64 hexagramas en el I Ching, o Libro de los Cambios, una de las guías de adivinación más antiguas de China.

Aunque estos hexagramas no son palabras, comunican las leyes y relaciones causales del funcionamiento del mundo, dando lugar a la idea de “libro empíreo sin palabras” en la cosmología china. No se trata de un libro físico, sino del concepto de que todas las cosas del cosmos y de la Tierra están siempre en comunicación con la humanidad. Lo divino da forma a los fenómenos naturales del entorno de la humanidad para transmitir una serie de mensajes sin utilizar una sola palabra, al igual que el misticismo chino cree que el alma humana comunica pensamientos al cerebro sin palabras, y el cerebro traduce estas señales sin palabras en lenguaje y gestos que se manifiestan físicamente.

Aunque gran parte de la adivinación china desde los tiempos de Fuxi ha tratado de descifrar este libro empíreo sin palabras, el resultado del libro es simple: que la gente debe vivir de acuerdo con la ley universal. Cuando la gente hace algo, siempre debe comprobar si sus motivos están en consonancia con la ley, que es el verdadero patrón para medir el bien y el mal. Las personas acumulan virtud cuando hacen el bien y siguen la ley, y esa virtud es la que hace que las cosas les vayan bien en la vida.

En la espiritualidad china, esta creencia se amplía a la idea de la autocultivación, según la cual las personas pueden elevar su estado de ser perfeccionando continuamente su carácter de acuerdo con la ley del universo: Verdad, Benevolencia y Tolerancia.

Parte IV: Manifestaciones de la comunicación del universo

Además de los 64 hexagramas del I Ching, se dice que otros diagramas ayudan a interpretar las comunicaciones sin palabras del universo. Tanto el mapa del Río Amarillo, o He Tu, como el Luo Shu, son diagramas pictóricos que también se asocian con el libro empíreo sin palabras. Estos dos diagramas figuran en la leyenda de cómo Cangjie creó la escritura china, y se han utilizado en la geomancia, la numerología, la filosofía e incluso las ciencias naturales chinas.

Sin embargo, no todas las manifestaciones de la voluntad divina son tan arcanas. En tiempos contemporáneos, cuando el uso de estas guías adivinatorias se ha vuelto mucho menos común, se han registrado varios casos de presagios de apariencia sobrenatural relacionados con la lengua china.

Por ejemplo, la “Piedra de caracteres ocultos” encontrada en la ciudad de Zhangbu del condado de Pingtang, provincia de Guizhou, es uno de estos casos. Después de que una roca se partió por la mitad por causas naturales hace unos 500 años, una línea de seis caracteres chinos quedó al descubierto en el interior de la piedra. La piedra se descubrió en 2002, y muchos geólogos de China acudieron a estudiar la peculiar leyenda. Al final declararon que los caracteres se habían formado de forma natural y no eran producto de la manipulación humana.

La piedra es ahora un lugar turístico en Guizhou, con una placa que recuerda el consenso de los científicos. Detrás de esa placa, los seis caracteres dicen “El Partido Comunista Chino perecerá” (Las fuentes dentro de China omiten intencionadamente la última palabra, pero es suficientemente clara para cualquiera que vea la piedra en persona).

La piedra de los caracteres ocultos en la provincia de Guizhou.

También hubo un incidente en el que una familia que cría gansos en la provincia de Heilongjiang encontró un huevo en cuya cáscara se leía “Los dioses han llegado”.

Huevo de ganso en los que se leía “Los dioses han llegado”.

Muchos chinos modernos ven estos fenómenos sobrenaturales como una señal de que lo divino sigue intentando comunicarse con la gente incluso sin el libro empíreo sin palabras, y que la gente sigue siendo cuidada por fuerzas superiores para asegurarse de que permanezcan en el camino correcto.

Parte V: Sobre la comunicación sin palabras en la sociedad humana

En general, se cree que el dibujo es anterior a la aparición del lenguaje escrito, ya que los primeros dibujos datan del 30.000 a. C. Por otra parte, los eruditos reconocen que el lenguaje escrito se originó entre el 4.000 y el 3.000 a. C. En cierto sentido, los dibujos son una forma de comunicación humana.

En cierto sentido, los dibujos son una manifestación humana del lenguaje sin palabras, utilizado específicamente para comunicarse dentro de la sociedad humana. Y cuando se convierten en arte, los dibujos y las pinturas pueden ofrecer una descripción completa y precisa de objetos y personas. Son tan completos que incluso pueden evocar las emociones y connotaciones más profundas que se esconden tras un objeto o una persona, y pueden transmitir estos significados de forma poderosa.

Aunque yo no sé mucho de pintura, siempre me emociono cuando veo buenos cuadros. En la casa de mi infancia, teníamos cuadros de las cuatro estaciones en las paredes; aún recuerdo que me llenaban de emoción y alegría cada vez que los miraba. Me impactaban con una profunda sensación de belleza, e incluso ahora, todavía puedo recordar esas escenas vívidamente.

Un estilo tradicional chino de pintura es el llamado gongbi, que es un estilo muy detallado que hace hincapié en la limpieza de las líneas. Aunque este estilo no utiliza mucha tinta, con unas pocas pinceladas, montañas, ríos, plantas y árboles se forman de la nada y pueden transportar al espectador a lugares idílicos. Los personajes retratados son realistas y expresivos, y parece como si pudieran salir del cuadro.

Este es el estilo utilizado por Shifu para ilustrar sus libros de poesía, Hong Yin; las expresiones de los diversos dioses y budas de las ilustraciones desprenden una sobrecogedora sensación de gracia. Basta con mirarlos para inspirar bondad en el corazón de la gente.

Los artistas de la antigua China creían que el estado de ánimo de una persona al crear arte también se transmite en la obra resultante. Cuando los artistas tienen un estado de ánimo puro y despejado y hacen referencia a los estilos artísticos tradicionales, esta pureza los ayuda a expresar la quintaesencia de su contenido y a darle vida. El resultado final es una obra infinitamente fascinante y profundamente conmovedora para el espectador, y el mismo mecanismo puede aplicarse a la composición musical o lingüística.

El lenguaje como medio es más restrictivo y específico que estas formas de arte sin palabras. Sin embargo, también puede transmitir las mismas connotaciones y la misma esencia si se utiliza con cuidado porque, en última instancia, todos estos medios no son más que expresiones superficiales que vehiculan un significado más profundo.

La cosmología china también tiene los dos conceptos de “forma” y “espíritu”, que son dos caras de la misma moneda. La forma se refiere a las cualidades tangibles externas de un objeto, mientras que el espíritu refleja los ideales espirituales y fundamentales internos de un objeto. Se cree que todas las cosas poseen ambas cualidades, incluso los conceptos abstractos, que también tienen un lado concreto y otro idealista.

La palabra hablada, los caracteres escritos, el arte, la música y todos los demás medios de comunicación son formas, mientras que el significado que transmiten se considera espíritu. Por eso, como dice un viejo refrán chino “Una montaña brilla con resplandor cuando sus piedras esconden jade, y un río es más centelleante cuando sus cauces guardan perlas”. Este dicho anima a los creativos a considerar la esencia del significado que quieren transmitir en su obra para elaborar algo verdaderamente notable.

Así que, a pesar de las muchas formas de expresión de que dispone el pueblo chino, sigue siendo este mensaje sin palabras y de sustancia abstracta el que recibe mayor atención en sus comunicaciones.

(Continuará).

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